POR FELIX REYES

Un influyente pensador y político italiano que vivió en la primera mitad del siglo XX frecuentemente sugería en sus escritos sobre la importancia que tiene, para la acción política eficaz, saber combinar lo que él llamaba el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad.

Con ello, este pensador llamaba la atención sobre la necesidad de que se evite confundir lo que se desea con la realidad (wishful thinking). Esto es, que, para lograr  los objetivos políticos, se debe combinar el conocimiento de la realidad objetiva, que es independiente y muchas veces contraria a lo que deseamos, con la voluntad de transformarla, para lo cual es necesario la pasión que mueve a la acción, es decir el optimismo y la creencia de que esos objetivos pueden ser logrados mediante el esfuerzo.

La referencia a esta enseñanza de Antonio Gramsci, quien es el pensador italiano aludido, viene al caso para que evitemos solo leer y escuchar las noticias y opiniones que nos gustan, aquellas que refuerzan nuestra percepción y se ajustan a nuestros deseos.  Evitar ese sesgo (pesimismo de la inteligencia) es necesario para poder interpretar los hechos y actuar  (optimismo de la voluntad) apropiadamente en la presente coyuntura electoral norteamericana.

En la fecha en que espero sea publicado este artículo nos encontraremos a menos de 45 días de la elección presidencial norteamericana. Por ello, quienes damos seguimiento a ella, estamos pendientes de los pronósticos electorales, alegrándonos cuando son favorables a nuestros candidatos y preocupándonos o descartando su validez cuando no lo son.

Existen diferentes instrumentos de pronósticos electorales, tales como el de las 13 llaves, de Allan Lichtman o los basados en las apuestas de Las Vegas;  pero el principal y más popular continúa siendo el  de las encuestas, aunque en los últimos tiempos adquieren mayor relevancia otros, que, además de promediar las diferentes encuestas, incorporan  elementos, como las variaciones, entre una elección y otra, en el patrón de votación de los diferentes grupos demográficos.

El método de las 13 “llaves” maneja la hipótesis de que los resultados electorales dependen de la relación de un partido gobernante respecto a  trece temas, de tal forma que si tiene una relación positiva en ocho (8) de ellos estará en condiciones de seguir siendo gobernante.

Allan Lichtman ya hizo el pronóstico de que el Partido Demócrata, con Kamala Harris como candidata, será vencedora en las próximas elecciones, al cumplirse 8 de las 13 “llaves” del poder; entre ellas, no existencia de crisis económica, a largo ni corto plazo, no existencia de un tercer candidato con apoyo significativo, unidad en el partido Demócrata, entre otras “llaves”.

Aciertos?

No debe olvidarse que en el 2016, este historiador, aplicando el mismo método, pronosticó el triunfo de Donald Trump, cuando todas las encuestas pronosticaban el triunfo de Hillary Clinton. El ha acertado en el pronóstico de 9 de las diez elecciones norteamericana celebradas desde el año 1984, no acertando en las del 2000, cuando, como es conocido, las elecciones fueron decididas en un tribunal.

Kamala Harris también es dada como ganadora en la mayor parte de las encuestas y los promedios de ellas, en sitios como Fivethirtyeight, Silver Bulletín y RealClearpolitic, así como los pronósticos que se basan en las apuestas.

A lo anterior se suma la consideración de diversos elementos, ya sean medidos a través de las encuestas o por la observación de patrones históricos de votación. Entre estos elementos pueden citarse que un mayor porcentaje de mujeres favorecen a Kamala Harris que el porcentaje de hombres que favorecen a Trump; desde las elecciones del 1960 un mayor porcentaje de las mujeres se registran para votar y un mayor porcentaje de mujeres efectivamente votan.

Como puede verse, el estado actual de la competencia electoral reflejado en los diferentes métodos de pronóstico electoral y la observación de patrones de votación presentan un panorama muy promisorio para el Partido Demócrata, lo cual puede llevar a sus partidarios a no ver (pesimismo de la inteligencia) que también existen elementos de peso que favorecen al adversario y pueden traducirse en una mayor votación en los estados decisivos, haciendo posible el triunfo de Donald Trump.

Entre estos elementos, resaltan que todas las encuestas indican que la percepción sobre la situación económica y el manejo de tema migratorio siguen siendo los más importantes y que el adversario del Partido Demócrata continúa siendo percibido como más calificado para su manejo.

También es un factor que debe inquietar a los partidarios de Kamala Harris, el hecho de que las encuestas no reflejaron el porcentaje de votación que efectivamente tuvo Donald Trump en las dos elecciones en que ha participado como candidato. En otras palabras, es obvio que existe un patrón de subestimación de su voto.

A esto se añade el hecho de que, si bien las encuestas reflejan que el voto latino y el afroamericano continúa mayoritariamente favoreciendo a la candidata demócrata, el porcentaje de apoyo se ha reducido, en comparación con las elecciones del 2020, en una proporción que puede ser decisiva si se toma en cuenta que la diferencia de votos en estados como Pennsylvania, Michigan, Arizona y Georgia fue bastante pequeña en ese año.

En conclusión, las elecciones de este año se proyectan como las más cerradas de los últimos tiempos, donde las posibilidades de que uno u otro candidato resulte vencedor son similares, siendo probablemente decididas por varios miles, si no cientos, de votos.

Por esta razón fue que Kamala Harris ha pedido a los activistas y simpatizantes de su candidatura no estar pendientes de las encuestas y trabajar con entusiasmo, como si ella fuera la menos favorecida, hasta el día posterior a las elecciones. De esa manera, ella aplica acertadamente combinar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad.

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POR ROBERTO VERAS

La renuncia simultánea del alcalde y vicealcalde en el municipio de La Vega ha generado un vacío político que, de acuerdo con la Ley 176-07, debe ser llenado de manera rápida y eficaz por el Concejo de Regidores.

Ante este escenario, se han activado los mecanismos legales que aseguran la continuidad de la administración municipal, evitando cualquier parálisis en las funciones públicas.

El primer paso es convocar a una sesión extraordinaria del Concejo de Regidores. Este órgano legislativo tiene la responsabilidad de abordar la situación, dando lugar a la elección de un alcalde interino de entre sus propios miembros.

Este proceso permite que un regidor asuma el cargo provisionalmente, garantizando que el gobierno local no quede acéfalo. Asimismo, el Concejo deberá elegir un vicealcalde interino que acompañará al nuevo alcalde en la gestión hasta que se defina el futuro del municipio.

Dos escenarios

Lo interesante de este proceso es que la ley contempla dos escenarios. Si faltan más de dos años para completar el periodo, el Poder Ejecutivo tiene la obligación de convocar elecciones extraordinarias, de manera que el pueblo pueda escoger a sus nuevos representantes. Sin embargo, si el tiempo restante es menor, los regidores designados pueden completar el mandato sin necesidad de recurrir a nuevas votaciones.

Este procedimiento, lejos de ser un simple formalismo, es una salvaguarda para que la administración pública local no quede suspendida ni a merced de incertidumbres. En este contexto, resulta fundamental que el Concejo de Regidores actúe con transparencia y responsabilidad, eligiendo a figuras comprometidas con los intereses de los ciudadanos.

La urgencia de estas decisiones no debe opacar la necesidad de hacerlas correctamente, garantizando que quienes asuman estos cargos interinos trabajen por el bien común y no por intereses personales.

En momentos como estos, cuando las renuncias de figuras claves generan tensiones políticas, es más necesario que nunca que las instituciones cumplan con su deber, recordando siempre que el verdadero poder reside en la ciudadanía. Solo así podrá restablecerse la confianza y asegurar una transición sin tropiezos para La Vega

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POR GUILLERMO PIÑA-CONTRERAS

Relacionar tiranicidio y golpe de Estado contra el gobierno de Bosch en 1963 no es provocación; pero guardan relación. El comando de acción que perpetró la emboscada que dio al traste con la vida del dictador Rafael Trujillo el 30 de mayo de 1961 tuvo éxito; el sector político, en cambio, fracasó casi una hora después del tiranicidio.
Por un cúmulo de circunstancias el secretario de las Fuerzas Armadas, general José René Román Fernández, que debía dar un golpe de Estado, había salido con el general Arturo Espaillat al éste informarle que Trujillo había sido víctima de un atentado en la autopista de San Cristóbal.

El cúmulo de circunstancias que arropó la noche de ese último martes de mayo de 1961adquirió, como pensaba Marx de la casualidad, categoría histórica.

Solidez

Los complotados evidentemente no tenían un “plan B” si fracasaba el golpe de Estado que Román Fernández debía propiciar. Ese no fue el único error de los héroes del 30 de mayo; tampoco repararon en que la dictadura tenía modernas y sólidas estructuras que no se desmoronarían como un castillo de naipes simplemente porque la hidra había sido decapitada.
Trujillo no era Heureaux. Su régimen tenía, además de raíces firmes, la eficaz colaboración de la “intelligentsia” dominicana que permaneció en el país durante la dictadura. Los conjurados de mayo de 1961, como su líder Antonio de la Maza, consideraban que una vez muerto el tirano el régimen se desmoronaría como sucedió con el de Ulises Heureaux en 1899; o que, cuando la situación se calmara, tomarían por la vía democrática el poder político.

Bosch
La política es una partida de ajedrez imprevisible. Juan Bosch, entonces desconocido para los dominicanos, pero con dilatada experiencia política, sorprendió al obtener 59% de los sufragios en las elecciones de 1962. Un resultado tan abrumador que ni la Unión Cívica Nacional ni los conjurados se esperaban y, de nuevo, perdían el poder político.
En política siempre hay otra oportunidad: entre los militares que firmaron el acta que derrocaba el gobierno democráticamente elegido en 1962, figuran los sobrevivientes del 30 de mayo, Imbert Barrera y Amiama Tió que, en 1961, no logró contactar a Román Fernández para que derrocara, como estaba previsto, el gobierno “títere” de Balaguer.

Tanto los militares como los civiles que incitaron y apoyaron el “putsch”, llevan a cuestas cierta responsabilidad en el golpe de Estado de 1963.
jpm-am