Santo Domingo y Hamburgo: Tiempos y espacios intercalados

Ya sabemos que no hay héroes sin tragedia, así se ha escrito la historia, así lo plantean miles de textos desde siglos atrás y ha seguido siendo el patrón en cuanto a generar elementos de interés sobre personajes y tramas en toda obra literaria o audiovisual.

Por consiguiente, toda obra o causa ha conllevado que ese héroe o líder desafíe obstáculos, antagonistas y distancias, sin quedar exento de pérdidas de toda índole en su proceso. Eso marca su sendero de gloria.  

Si repasamos la historia dominicana, específicamente en los eventos posteriores a febrero de 1844, encontramos que la obra y el pensamiento del hombre insigne, Juan Pablo Duarte -catalizador junto a otros más, del nuevo estatus sociopolítico de la Nación, dentro de la inmediatez de aquellos tumultuosos meses-, aún no había sido valorada en su justa dimensión, pues el 24 de julio, la Junta Central Gubernativa, presidida por el general Pedro Santana, había rechazado la decisión de los pueblos del Cibao, de proclamar a Duarte como Presidente de la República.

La persecución política desatada por Santana, tendrá consecuencias para Duarte y otros notables vinculados. El 22 de agosto, luego de ser conocida la sentencia, fueron expulsados con destino a Inglaterra, los generales Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella; y los comandantes Pedro Alejandrino Pina y Juan José Illas.

El 25 de agosto, el general Santana acusó a Duarte y sus amigos de ser «espíritus turbulentos» que violaban el orden y los principios de la República, con el propósito de sumergirla en la «división y la anarquía, forjando mentiras para fascinar a los incautos crédulos». Duarte será detenido el 27 de agosto, por una patrulla militar en Jamao, Puerto Plata, y junto a otros allegados, trasladado a Santo Domingo el 2 de septiembre.  

Deportación

Ya luego, el 10 de septiembre, fueron expulsados del territorio nacional, Juan Pablo Duarte, su hermano Vicente Celestino, y el hijo de este, Enrique; además, Juan Isidro Pérez y los hermanos Félix y Montblanc Richiez, todos con destino a esta ciudad de Hamburgo, Alemania. En apuntes de su salida, Duarte recuerda: «Yo iba enfermo, con las calenturas que había traído de Puerto Plata. Me apoyaba para poder andar en los brazos de mi hermano Vicente y su hijo Enrique».

El grupo llegaría a su destino el 26 de octubre, “en la casa de marineros de George Freidrich Schulz, situada en la calle Erstevorsetzen, número 12”. Duarte, su hermano y su sobrino deciden permanecer allí, mientras que Isidro Pérez y los hermanos Richiez viajaron a la isla de Saint Thomas.

Aventuras e historias personales -algunas gratas, otras amargas- se han desarrollado sobre el trazado de las mismas calles, pisadas por personajes conexos e inconexos en tiempos y espacio, sobre todo en ciudades portuarias; característica esta que comparten Santo Domingo y Hamburgo.

Cuando nos referimos a calles debemos asumir que se trata de puertos, parques, iglesias, bares, hoteles, dormitorios, hospitales, en fin, el etcétera que conlleva cualquier estadía, placentera o forzosa, permanente o transitoria.

Este grupo de dominicanos llega a un cuadrante ornamentado por la iglesia protestante de San Miguel, llamada «Der Michel». En su historia particular, en 1687 se convirtió en la quinta iglesia principal, siendo destruida por un rayo el 10 de mayo de 1750. Su reconstrucción se completaría en 1786, estableciéndose como una de las más famosas, y un símbolo del Hamburgo actual; con ascensor hasta el mirador situado en lo alto de la torre, y lugar de reposo de los restos del compositor Carl Philip Emanuel Bach (1714-1788), padre del también compositor Johan Sebastian Bach.

Pero también, Hamburgo es la ciudad donde en 1833 ha nacido Johanes Brahms, pianista y director de orquesta, considerado figura básica del movimiento del Romanticismo. O sea, que sus once años coinciden con la presencia de Duarte en el entorno.

Para la época, en República Dominicana corrió el rumor de que este fue desterrado con la intención de que el frío y la distancia lo mataran. Sin embargo, Duarte entabló algunas amistades allí; gestionó cédula de identidad, recibiéndola el 31 de octubre, con el número 6412; presentó su credencial de maestro masón en la logia Constante Unión #8, y el 5 de noviembre la masonería de Hamburgo dio un banquete en su honor.

Para el 15 de noviembre, en su número 272, el periódico hamburgués Taats und Gelehrte Zeitung, incluyó información sobre Santo Domingo, proporcionada por Duarte. Pero, además, es entre la travesía y la estadía en Hamburgo donde escribió sus poemas “Tristeza de la noche”, “Desconsuelo” “Romance”, “La cartera del proscrito” y otros, cargados de profunda melancolía por la Patria amada.

Regreso

El patricio retornaría a América y viviría sus últimos doce años en Venezuela. Poco se sabe de su vida en ese período. Es muy probable que desconociera el decreto de amnistía, que en favor suyo y sus compañeros, había promulgado en septiembre de 1848 el gobierno del presidente Manuel Jiménes (1848-1849), sucesor de Santana.

La foto anexa, indica el área donde estaba la casa que sirvió de estadía para Duarte y sus compañeros, con la iglesia de San Miguel de trasfondo. La casa ya no existe pues la zona fue destruida por bombardeos en 1943 bajo la operación Gomorra. Constantemente, cuando frecuentamos el área, es inevitable que nos abrace cierta sensación contemplativa, nostálgica y reflexiva.

Ya avanzando en el tiempo, sería al Hamburgo de agosto de 1960, en donde, llevando su sonido de rebelión ante los gustos de la generación adulta de entonces, unos desconocidos jóvenes músicos definirían su sonido, con el que revolucionarían al mundo.

Fue específicamente entre los clubes Indra, Kaiserkeller, Top Ten y Star Club; por 30 marcos alemanes para cada uno por noche; más albóndigas, cervezas y cigarros, donde los para entonces llamados “Silver Beatles”, en maratónicas jornadas de euforia, fortalecerían sus vínculos, ampliarían su repertorio, acortarían su nombre a The Beatles y definieron su personalidad.

“Hamburgo fue uno de los mejores lugares, uno de los más salvajes», recordaría Pete Best, su baterista de entonces, y agregó que la ciudad-puerto fue donde los músicos desplegaron su talento.  Una leyenda señala que Lennon y McCartney supuestamente usaron parte de la dirección del club Indra, Grosse Freiheit 64, para titular su canción «When I’m Sixty-Four». Cierto o no, este se promueve con el lema «Indra, donde los Beatles tocaron primero».

Mucho más adelante, al entorno se uniría otra estructura, la Filarmónica del Elba, conocida también por su sobrenombre Elphi, una sala de conciertos en la zona portuaria de HafenCity. Inaugurada en 2017y considerada una de las más grandes y acústicamente avanzadas salas de conciertos del mundo. su silueta ya es emblemática de Hamburgo y forma parte inseparable del panorama de la ciudad.

Ya sea Santo Domingo, Hamburgo y decenas de otras, las ciudades y sus espacios son escenarios para todo tipo de manifestación del espíritu creativo y sociopolítico, y no es de extrañar que sean el objeto de músicos, escritores y artistas plásticos; para basar y desarrollar el producto de su talento y del ingenioso ejercicio de abstracción e hiperrealismo.

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