OPINION: La Cámara Americana de Comercio, P. Catalina y Danilo Medina

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EL AUTOR es ingeniero industrial y consultor empresarial. Reside en Santo Domingo.

En marzo 2012 Medina presentó a la Cámara Americana de Comercio lo que haría como Presidente de la República. Estaban allí conspicuos inversionistas privados y representantes de empresas ligadas a nuestro principal socio comercial y aliado geopolítico.

El candidato no habló sobre Catalina, el proyecto de más alta inversión de la historia, pero que no aparecía en su Plan de Gobierno. Atacó “… la firma de los fatídicos Acuerdos de Madrid los cuales han condenado legalmente al país al pago de las facturas eléctricas más caras del mundo”. Ya Medina estaba pensando en Catalina y no quería comprometerse con la AMCHAM planteando algo que pronto violaría, como lo dicho taxativamente ante la AIRD el 1 de noviembre del 2011: “Hay que volver a transferir las empresas de distribución al sector privado y dejar que esas empresas hagan su trabajo. Debemos promover la inversión privada en la generación, en base a la competencia que establece la ley…”.

Fuera del discurso escrito prometió a la AMCHAM que gestionaría un acuerdo “precautorio” con el FMI tipo Stand By, sólo de supervisión que no implicaría desembolso de fondos “para no incrementar los niveles de deuda”. Bellas palabras de “El Más Grande Endeudador Dominicano”. “La gestión de este pacto con el FMI comenzaría desde la transición y sería- además- parte de la antesala para la muy ansiada reforma fiscal integral…” Hablaba de responsabilidad y disciplina fiscal para embaucar a la AMCHAM. Más de cinco años después ni siquiera comienza a discutirse el “Pacto Fiscal”.

El Presidente electo violó, desde la transición, su propio Plan de Gobierno y promesas de campaña. Viajó a Brasil en julio 2012 para crear y negociar a Catalina, actuando contra la inversión privada que siempre promovió. No firmó lo precautorio del FMI para tener manos libres para endeudarse y negociar con Odebrecht.

Danilo comenzó cancelando la licitación que ya tenía muy avanzada la CDEEE para comprar energía al sector privado sin que el Estado aportara capital, ni préstamos, ni garantías o avales. Sólo faltaba que empresas ya precalificadas presentaran sus ofertas. Sin esa trastada de Medina, en el 2016 hubiéramos tenido en plena operación más de 1,000 MW de nueva generación de bajo costo, sin deuda de 3,000 millones de dólares de Catalina.

Ineficiencia técnica y corrupción en Catalina acorralaron al Presidente. Ya derrotado por la realidad volvió a la Cámara Americana el 9 de diciembre del 2015 dizque queriendo rectificar tardíamente. Casi pidió perdón por meternos en la trampa de Catalina, no mencionada a la AMCHAM en 2012: “¿Significa lo anterior que quién les habla favorece que el Estado opere como empresario en la generación de electricidad? En lo absoluto”.

Nadie le creyó, porque lo dijo quien, al mes de su juramentación, canceló intempestivamente la licitación que, repetimos, estaba muy avanzada: el sector privado pondría su propio dinero para construir las plantas y venderían electricidad a precios competitivos, sin que Medina se endeudara.

Queriendo inútilmente convertir su fracaso en triunfo, el Presidente quiso seducir a la AMCHAM: “Quiero aprovechar la oportunidad que se me ofrece hoy en este escenario para anunciar al país que el Gobierno Dominicano desea contar con la participación privada, nacional y extranjera en la empresa de generación de Punta Catalina”.

¿Qué ocurrió? Allí estaban acaudalados inversionistas y representantes de poderosas empresas americanas. Danilo recibió un silencio sepulcral por respuesta. Sabían que la propuesta era un regalo envenenado fruto de la desesperación. Y eso, que todavía faltaba un año para estallar el escándalo Odebrecht nacional e internacionalmente.

Nadie responsable invierte en Catalina: por sus fallos técnicos, costo desorbitado y, sobre todo, porque saben que quien cometiera ese error, sin tener culpa, pudiera verse envuelto en pesquisas judiciales ligadas a la “Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero” (Foreign Corrupt Practices Act).

Medina fracasó tratando de vender Catalina. Sigue queriendo freír copos de nieve. Ahora busca incautos para terminar ese proyecto y que compartan con él los desatinos de una sobrevaluación inicial, agravada con sobrecostos de 708 millones de dólares. Prometió no pagar ni un centavo de sobrecostos. ¿Honrará su palabra? ¿Se doblegará nuevamente ante Odebrecht? Será eterna la espera de inversionistas honestos para Catalina.

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