Lectura para La Vida: La encarnación de Dios

La Vía Láctea; un punto diminuto en el vasto universo; nuestro hogar, mide según las estimaciones del hombre 100,000 años luz, y albergaría entre 200 a 400 mil millones de estrellas.

El Universo, que es finito y por tanto medible, se estima que podría medir 93 mil millones de años luz. Es sabido que la velocidad de la Luz es 300 mil kms/segundo, imagínese un año luz la cantidad de Kms. que se recorre.

Así las cosas, el Ser Dios que se revela en las Sagradas Escrituras como Creador, Trascendente a Su creación, sea visible o invisible, debe ser el Único sujeto y objeto de nuestra adoración.

El Ser Dios se nos revela; además de Trascendente, Distinto y Único; como Auto existente, Infinito, Omnipresente, Omnisciente, Todopoderoso, Santo Santo Santo en Su esencia moral, ética y espiritual, Inmutable, Eterno, Bondadoso y Amoroso, Justo, Misericordioso, Compasivo y Paciente, Soberano en Sus decisiones y Decretos.

También se nos revela como un Ser Inmanente, es decir, que El, no sólo creó, si no que es Soberano sobre Su creación y, crea, domina y controla por medio de Sus decretos y para  Sus fines y propósitos la historia del hombre, de manera que “Dios está presente y no está callado” (como decía el Dr. F.Schaeffer).

Por otra parte, la Simplicidad del Ser Dios, es decir, El no está compuesto por parte como el ser humano (cuerpo y Espíritu), nos asegura también Su absoluta perfección en la ejecución, acción y desarrollo de todos Sus atributos. En otras palabras, Dios no deja de ser amoroso cuando castiga, ni deja de ser Justo cuando perdona, El es perfecto en todos Sus atributos y los ejecuta de manera perfecta al mismo tiempo.

A éste punto, al lector le habrá sido obvio ver que el Ser Dios es un Ser Espiritual y Personal, que no hemos estado hablando de una “energía cósmica” o de una “luz”o de algo impersonal con el cual debemos estar conectado” o “de cual somos parte”…nada de eso, nuestro Ser Dios es un Ser Espiritual y Personal al cual Sí debemos adorar y honrar, con el cual podemos comunicarnos y recibir respuestas, en tiempo real y directo.

Hay más todavía, las Sagradas Escrituras nos enseñan que Dios cuenta las estrellas cada una por su nombre, que todo lo creado puede ser controlado, sostenido y medido en la palma de su mano, que despliega Su creación como las hojas de un pergamino y, que todo lo sostiene con el poder de Su palabra.

En fin, la Inmanencia Divina nos asegura Su total dominio de la creación y su historia, al punto que los Evangelios lo resumen de la manera siguiente:

Mat 10:29  ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre.
Mat 10:30  Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.

O como dijo un cristiano en el siglo pasado, citado libremente: “No hay un solo centímetro en el universo que Cristo no reclame Su soberanía, control, dominio y poder absoluto.

En el misterio de la Unicidad de Dios y Su Divina Trinidad (Uno en Tres personas), Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, se nos revela que Todo fue creado por el Hijo, para el Hijo y por medio del Hijo.

Por eso Dios, para ayudar a expandir los límites de nuestra “razón,  inteligencia, sabiduría y mente” se ha revelado en la Biblia lo suficiente para que podamos entender parte de Sus misterios, (asuntos ocultos o vedados al hombre) propósitos, fines y decretos.

El Señor Dios expande los límites de nuestra finitud y, a más de las palabras escritas en la Biblia, “NOS MUESTRA”. Lo anterior lo escribo en memoria de lo escrito por Clives Claver en su obra “My fair Lady” cuando decía: “Palabras, palabras, palabras, me enferman las palabras, no me cantes una canción, no me leas un poema, no me hagas perder el tiempo, muéstrame…”

Dios se nos  mostró en Su creación, luego se nos mostró a nuestras conciencias, siguió en el Sinaí, en las tablas de piedra…finalmente se mostró haciendo el Verbo (Su palabra) carne. La Segunda Persona de la Trinidad (Dios Hijo) se hizo carne, y en Él habitó Toda la plenitud de la Deidad.

Qué gran misterio!!!
Insondable misterio!!
Inescrutable misterio!!
Incomprensible misterio!!
Increíble misterio!!
Incontenible misterio!!
Inexplicable misterio!!

El Ser Dios en Toda Su plenitud, aquel que puede contener en la palma de Sus manos todo lo creado, se encarnó!?

Estuvo en el vientre de “Su madre” por 9 meses!? Aquel que los cielos, los cielos de los cielos no lo pueden contener, el Ser Dios infinito, se hizo contener en el vientre de una mujer finita y nació de parto natural, fue bebé y estuvo en los brazos de Su madre, fue niño y jugó como todo niño, joven, adolescente y camino por ésta tierra como todo hombre…y… obró en obediencia absoluta a Su Padre para redimir a Todo aquel que en El cree y darle vida eterna…y eso va ¨más allá de la razón¨ sin dejar de ser cierto, sin dejar de ser la Verdad verdadera.

Un amor infinito que no se quedó en palabras como reclamaba Clives Claver en su obra, Dios mostró en Su Hijo Su amor por nosotros. Para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna.

De manera que la fe del creyente en el Señor Jesucristo expanden aún más los límites de una ¨razón¨ ya despierta por Dios a través de todas las revelaciones, hechos y portentos por Él realizados.

Por eso es que debemos ser humildes ante Dios y Su palabra, ejerciendo fe y obediencia en Él y en la obra de Su Cristo, reverenciarlo y adorarlo como Él se merece,  y llegar ciertamente a entender que, como dijo Blaise Pascal:

¨La última etapa de la razón es llegar a comprender que hay cosas que la sobrepasan¨

sp-am