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En honor a la verdad
He dicho en ocasiones anteriores que, con la desaparición del bloque socialista, en países como el nuestro aparecieron
ocupaciones que no se conocían; entonces fue cuando conocimos los ecologistas y
las fundaciones.
¿Y acaso fue que las universidades del mundo
comenzaron a graduar profesionales en estos menesteres?. No, lo que aconteció
fue que las migajas que dejaban caer la URSS, Alemania Oriental y otras
naciones de dicho bloque dejaron de llegar a los izquierdistas nuestros y
necesitaron buscar otros ingresos.
Las fundaciones reciben ayudas
financieras foráneas por diversas causas e intereses de los que pagan; y los
representantes locales aplican la vieja costumbre nacional de que “el que
reparte y comparte se queda con la mayor parte”. El trabajo de los «ecologistas” es más
complejo; primero tienen que hacer una labor de propaganda, para preparar el
público sobre un determinado tema de interés regional o nacional que le servirá
de base para las futuras luchas de extorsión sobre empresas involucradas o
sobre el estado.
¿Dónde estaban los ecologistas cuando
se hicieron las concesiones de exploración y explotación de las mineras que hoy
operan en el país?; ¿Acaso no eran militantes de izquierda pro rusos o pro
chinos, (nunca pro República Dominicana) que pretendían tumbar al Dr. Balaguer
desde una trinchera universitaria?
Mientras trabajé para la Rosario
Dominicana, compañía adquirida por el gobierno de Don Antonio Guzmán en el 1979
de la minera canadiense Rosario Resources Corporation, y puesta bajo la tutela
del Banco Central dominicano, nunca vi en los diarios ni escuché a estos
connotados ecologistas acompañar a los pobres campesinos de Zambrana en sus
luchas por existir. La Rosario Dominicana operó en la misma
zona donde opera la Barrick Gold hoy. Fue esa Rosario Dominicana que produjo el
pasivo contaminante medioambiental que hoy acusa la región; las grandes presas
de las colas que existen se produjeron en aquellos años y, lo más importante,
los sulfuros quedaron al descubierto con la operación de esa minera.
Debo ser justo y no debo encasillar a
todo el ecologista en el mismo plano. Los habrá que defienden el interés
nacional, no lo dudo; pero tomar las redes sociales y los diarios para decir
que el tono amarillo que tienen los afluentes Margajita y Mejita se debe a la
operación de la minera Barrick Gold en las lomas de Pueblo Viejo es una
injusticia.
Esos ríos son de ese color desde que la
primera minera comenzó a dejar al descubierto los sulfuros con la extracción
del material oxidado que ellos necesitaban para procesar; eso comenzó en el año 1986, cuando empezaron a escasear los yacimientos de óxido de oro. A partir de entonces comenzaron también las lluvias acidas en la región.
Barrick Gold ha dejado de ser noticia, no sabemos si por el éxito de la renegociación del contrato o por alguna “otra
razón”; ahora es Loma Miranda, que ha sido convertido en tema de discusión
gracias a la miopía de algunos políticos y funcionarios gubernamentales.
Pero, Loma Miranda es un tema que
cansará pronto, aunque algún día volverá sobre la palestra, pues si Falcondo no
está explotando esos predios, no está tampoco produciendo beneficios con los
que pueda pagar las extorsiones; por tanto muy pronto los atrincherados se
retirarán por falta de gasolina.
Los abogados de la minera pueden pasarse
muchos años esperando la aprobación del estudio de impacto ambiental y
mirando y acariciando ese viejo contrato de 1956 dado por el Estado en manos de
Trujillo.
Ellos pueden morir de viejos esperando,
mas no la empresa que no envejece. Las empresas nacen con su creación, crecen
con sus inyecciones de capitales y beneficios, se hacen hermosas y grandes;
pero, ¿saben una cosa?, son como las muñecas, ¡no tienen alma!; es necesario
saber cuándo y por qué las permitimos.