Cuando la economía no basta

Desde hace tiempo estuve convencido de que una de las razones principales por la cual los conflictos entre países no terminaban en guerras era por la globalización. El hecho de que el mundo se conecta en sus flujos económicos evita que quisieras desestabilizar mediante uso de violencia a otro país ya que, directa o indirectamente, afecta el crecimiento de tu país. Naciones con cultura totalmente diferentes como China, Rusia, Arabia, India, etc. coexistiendo para el crecimiento económico mundial. 

Sin embargo, en los últimos años estamos viendo un cambio que invita a dar la espalda a este razonamiento. En el mundo existen dos guerras relevantes ya declaradas (Rusia y Ucrania, Israel y Palestina) y un conflicto que cada vez se vuelve más tenso (China y Taiwán) y en ninguna ocasión la economía ha sido un impedimento para iniciarse. Es más, se ha intentado frenar con restricciones que apuntan directamente al flujo de estos países, pero ha sido en vano.

 Rusia fue sancionada con medidas económicas por la invasión a Crimea en el 2014. Antes de la invasión a Ucrania en 2022, los satélites captaron movimientos de personal y equipos militares pero los analistas descartaban la agresión. La razón principal de su lógica: una invasión terminaría en más sanciones para Rusia que ya venía de una economía frágil. Se barajaban sanciones como no autorizar el gaseoducto Nordstream 2, Sacarlos del sistema Swift, limitar la compra de energía, entre otros.

 Hoy en día todos conocemos la decisión de su presidente. Incluso se han aplicado aún más medidas de las antes pensadas para lograr frenar, sin éxito, el ímpetu invasivo de ese país. Las creencias de dominio han sido más grandes que las sanciones internacionales impuestas. Claro está, Rusia ha sabido aprovechar los enemigos económicos de Estados Unidos para poder seguir sosteniendo la batalla.

 Lo mismo pudimos observar en el conflicto entre Israel y Palestina, específicamente en la franja de Gaza. Muchos nos hicimos la pregunta ¿Cómo Israel, siendo un país con sistemas de inteligencia más desarrollado del mundo, no pudo prever lo sucedido? Pues la verdad es que si sabían que sus vecinos se estaban armando, sin embargo no creían que eran capaces porque los diferentes permisos que autorizaba Israel, movían entre 30% a 40% del PIB palestino, sin mencionar que el flujo de entrada de comida, agua y servicios básicos dependían de Israel.

 La reacción de Israel no se hizo esperar, aisló completamente la franja de Gaza y se está preparando para invadir el territorio. De por si esta pequeña zona es bastante pobre, ahora hay que restarle ese porcentaje del PIB que se movía gracias al país judío. A pesar de ello, la fuerte divergencia cultural sigue imponiéndose por delante de lo económico para seguir sosteniendo sus ideales.

 Si extrapolamos esta situación a nuestro país, pues debemos de analizar más allá de que nuestro vecino sea una de las naciones más pobre del continente. Históricamente sabemos que nuestros ideales y creencias se oponen, lo que invita a pensar que no debemos solo ver la parte económica.

 Una de las medidas rápidas optada por todos los gobiernos cuando hay desestabilización en relaciones con Haití han sido militarizar la frontera. En raras ocasiones, para tratar de doblar la mano, se decide cerrarla para bloquear cualquier tipo de negocio. ¿Sería esto suficiente? Lo que acontece hoy en día invita a pensar que no.

 Es importante la labor que desempeña el gobierno de vigilar la frontera, buscar mediación internacional, utilizar recursos de recolección y análisis de data en los centros del Ministerio de Defensa. Las autoridades no pueden darse el lujo de pensar en que desestimarán sus planes solo porque impactaría su economía.

jotavarez@yahoo.com

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