Balanza y gobierno

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EL AUTOR es ingeniero. Reside en Mexico.

La balanza es un aparato muy simple.  Todos lo conocemos y aun hoy día son usados generalmente en laboratorios.  En un platillo se pone lo que se desea pesar y en el otro se colocan pesas de peso conocidos hasta equilibrar la balanza en un punto superior que se llama fiel.  Las pesas y la mercancía no se conocen, solo se hacen justicia.

La balanza nos ha sido legada desde la antigüedad y desde esa época nos llega la idea que su oficio es evitar que unas personas engañen, esto es, roben a otras en el proceso de compra venta de mercancía pesada.

Ver del mismo autor  (https://luis.arthur.net/publicaciones/la%20balanza%20del%20rey.htm

Tal es la certidumbre que desde entonces la Justicia entre los humanos escogió el icono de la balanza como imagen de fiabilidad y la de una persona totalmente vendada, para indicarnos que la Justicia es equitativa, ciega y transparente, y que quien la imparte, llamado Juez, no tiene preferencia por nadie, sino por la justicia misma.

Un país cuyo gobierno poco serio no tiene buenas leyes y mejores jueces, que sean serios, honestos calificados, honorables, éticos, transparentes, no solo son una vergüenza nacional y universal en este mundo globalizado, sino que crean una cantidad enorme de tensiones por injusticias, que tarde o temprano afloran para ser resueltas por propia mano o por encargo.

No basta con que un gobierno quiera hacer cosas diferentes que no sean verdaderamente transcendentes, muchas para entretener y hacer circo, siendo la justicia una de la más señera.

El gobierno de una nación no es perpetuarse en el poder y para lograrlo hacer tantas triquiñuelas y cosas malas, y no hacer cosas buenas y correctas, con la complicidad de tantos que le lamen de arriba a abajo por el dios dinero.

Hoy esa la imagen de fidelidad, de ceguera, de imparcialidad, ha caído por los suelos, al igual que la de tantos malos jueces, que por desgracia son muchos de las llamadas Altas Cortes, en cuyo ser no habita el amor a la justeza, ni quizás tengan idea  o les importe el tremendo mal que hacen con sus sentencias políticas, malas, de conveniencia, insultantes, privilegiando, protegiendo culpables, pues para eso fueron escogidos con esmero como lacayos sin honor.

Somos testigos de cómo la población tiene que muchas veces volver a la ley del talión, que se suponía erradicada ante la llamada “modernidad”.  Nombre que ha sido dado a la capacidad de algunos privilegiados del mal de usar la palabra, propaganda y la demagogia para cada día lograr desmeritar el noble oficio de juez, para encubrir y proteger a bandidos, y ser usados con su anuencia como viles verdugos.

Cuando esta situación persiste y se acrecienta, hay que temer que llegue el momento donde la gente se de cuenta que su peores enemigos, no son sus vecinos ni el ladronzuelo que le roba en la calle la cadena o la cartera, que si bien molestan y asustan, no se equiparan a sus gobernantes, y en uso del mismo acto aprendido a fuerza de injusticia, abandono e incentivo, los borre del mapa uno a uno.

La paz tiene que venir precedida de la justicia, la misma que hoy no castiga ni condena, sino protege el abuso de políticos y poderosos, y hace aparecer como prohombres a viles ladrones, abusadores, desfalcadores, asesinos, esto es, a viles delincuentes.

Monterrey, Méx.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *14/XII/2014

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