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Tony Peña y su sinrazón
En política, si usted no tiene razón y mayoría debe someterse. Los dirigentes que aspiran a ser líderes o dirigir una nación lo primero que tienen que reconocer son sus limitaciones.
Pretender arrebatar, obstaculizar las decisiones de su partido es perder la razón.
Querer instalar el caos y la disfuncionalidad, verlo como algo normal tiene un costo político e histórico.
Así como la democracia no puede cumplir todas sus promesas. Los dirigentes o lideres tampoco, deben pues moderar sus pretensiones, no entienden en definitiva que lo importante es el control , y esté debe estar garantizado.
Uno pensó que Tony Pena Guaba, al llegar al PRD, y el nuevo líder, Miguel Vargas, abrirles las puertas, dándole la Secretaria General Nacional y una diputación a su señora esposa, tomaría la política y su inserción nueva vez al PRD en un ejercicio de racionalidad, donde no predomine el miedo, ni el odio y el fanatismo.
Claro, lo que sucede a Tony no es producto de un accidente o una situación circunstancial, no. Todo es debidamente calculado y es el germen que ha hecho tanto daño al PRD, porque ponen los intereses personales, las ambiciones desmedidas y a destiempo por encima del partido y la nación.
Es una sinrazón, una locura, quieren ser líder, candidato presidencial en la confrontación, en la búsqueda de nombradía y liderazgo en minoría, sin tener la madurez y el apoyo ni de la base de su partido ni del pueblo dominicano.
Tony Pena Guaba ha cedido en el ejercicio de la razón, de la política, para sucumbir a la irracionalidad, a los instintos básicos, en una gigantesca operación de manipulación utilizada para confrontar a Miguel Vargas y las decisiones partidarias.
Con sus decisiones y actualizaciones Tony pone en riesgo su futuro político, porque su conducta y postura, consciente o inconscientemente, pretenden llevar al PRD al retroceso, a una etapa oscurantista, atrasada política y socialmente.
Es que quieren un desenlace cruento, irracional y absurdo.
Quieren volver ha degradar el ejercicio de la política en el PRD.
Deben entender que Miguel Vargas al PRD y a la política dominicano ha llevado el arte de la paz, el imperio de las ideas, de los principios, al terreno de lo banal, de lo superfluo, de lo irresponsable quedó atrás en el partido blanco.
La práctica de Tony Pena de no ir a los organismos, de no asistir, de no debatir es una práctica política peligrosa, que más que bien le hará daño, porque aquí no solo está en juego el PRD, sino el destino de toda una nación, la vida o suerte de todo un pueblo.
Se le observa que lo que trata de buscar es soluciones individuales, el “o yo, o que entre el mar”, conducta que ya ha sido extirpada de la praxis política en el PRD.
Miguel Vargas es conciliación, concertación, atrás quedó el período de las grandes confrontaciones, el trajo el ejercicio de la política con “P” mayúscula, el arte de la política, el debate de las ideas, la confrontación de programas de modelos de país en unidad y cambio.
Porque no participar, aun en minoría que son, en este proceso de democratizar el ejercicio pleno de la democracia protagónica y participativa del PRD; Miguel Vargas les ha dado voz y derechos a todos los sectores, incluso a integrado al partido a los excluidos de los dinosaurios, que nunca le dieron participación a pesar de ser lo que dan el frente en las luchas del partido.
EL PRD con entusiasmo va hacia la Quinta Convención Nacional Extraordinaria: “Salim Ibarra”, nadie ni nada lo impedirá, démosle un profundo NO a los que desprecian la democracia, los estatutos y los principios del imperio de la mayoría.
La mentira, la violencia, la intolerancia ya no tienen cabida el PRD.
No pasaran los que consiente o por ignorancia pretender mancillar la obra, el legado del PRD a la sociedad dominicana.
Los perredeistas seguirán apegado a los principios de su líder eterno Pena Gómez, que Miguel Vargas en la conducción del PRD lo ha expresado en el trabajo, la honestidad, el compromiso, el conocimiento, el estudio, la solidaridad, la conciencia del deber social, la humildad, la crítica y autocrítica, la rendición de cuentas