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Padre Serafín: la antítesis de Pilatos
Por lo menos el padre Serafín Coste Polanco, no se lavó las manos como Poncio Pilatos; no cobra por las indulgencias. Quiere someter a penitencia a los depredadores como el ex presidente Leonel Fernández Reyna a quien conmina a que entregue “los miles de millones que le ha robado al pueblo dominicano”.
En un mimetismo de su ego hiperbolizado, Fernández Reyna, no confunde al cura párroco de la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes en Santiago. Asevera en actitud cuadrada que, para penetrar a su templo, el ex mandatario debe confesarse, y verter el fardo fruto de sus travesuras gubernamentales.
Sabiendo al igual que nosotros, que Fernández Reyna es un consumado apóstata, entiende muy bien que la historia de Jesucristo a la que apela el ex mandatario, obedece a su abstrusa imaginería; no cree en ella, en el entendido de que sólo trata de confundir al pueblo dominicano.
El cura acaba de determinar que Leonel “no pisa esta iglesia”, a menos que confiese sus pecados, en ese serial, se incluye los dineros del pueblo que su gobierno dispendió. Con todo y amenazas por su público rechazo a Fernández Reyna, el presbítero Coste Polanco, al menos en República Dominicana, es la antítesis de Pilatos. Contario a otros, sobre todo de la cúpula de su secta, no actúa irresponsablemente ni pide escudilla o vasija alguna para lavarse las manos.
En un artículo publicado recientemente en los diarios digitales, Leonel, rebuscando otra vez con desesperación una analogía con otro místico y fascinante personaje, irrespeta a una figura como Jesús. Pero la diferencia está en que el hijo de Dios, según la Biblia, tuvo la heredad de un sano y noble carpintero, y la bondad de la virgen María.
Es decir, Jesús, no nos legó un reinado de corrupción y perversidades, aunque su nacimiento, según el relato, fue obra y gracia del Espíritu Santo. Su infancia y adolescencia no fue tutorada por los que delinquen, ni por aliados a los más oscuros intereses de su época, hace más de dos mil años. De ello está consciente, el cura párroco santiaguero.
Todos sabemos que la inteligencia no se hereda, a menos que se haga un esfuerzo por cultivarla. Pero si, y está demostrado por la ciencia, que hay un gen del mal que a veces es recesivo y, subsecuentemente, una malicia que se multiplica hasta por herencia social primigenia. Lo que se hereda no se hurta, como dice el pueblo.
En otras palabras, y volviendo a la leyenda de Jesús, según lo que nos han contado sobre ese personaje, nunca se le llamó ladrón. El rumor público ya es una figura que jurídicamente, mueve a algo más que suspicacias.
Que sepamos, más que acusar a Jesús de “comilón” y aliado a los publicanos, en su época, como narra Fernández Reyna en un artículo que con tendencia enfermiza trata una vez más de engatusar a incautos y fanáticos; fue culpado injustamente, por oponerse a las políticas públicas del imperio romano.
De seguro que si Jesús, en esa etapa, hubiese tenido el poder de negociar con algunos emporios, no hubiera hecho contratos a precio vil, en perjuicio de los suyos. También, a un personaje de esa estatura, nunca, un capo le hubiese imputado tumbe alguno para invertir sumas millonarias en una campaña política.
Es una pose esperpéntica en cuanto a literatura, el que Fernández Reyna, pretenda ser el símil de Jesús. Pero además, aparte de Pedro, quien tuvo cierta vacilación, el único personaje cuestionado al lado del Maestro, fue Judas Iscariote. Y el desaparecido profesor Juan Bosch, desgraciadamente, en su momento, mentor político de Fernández Reyna, lo consideró un calumniado.
Y, a pesar de que Iscariote fue un tesorero al servicio de los compañeros de Jesús, ni siquiera pudo ser la sombra de uno que de ninguna manera ha sido calumniado: Félix Bautista, hijo putativo de Fernández Reyna. Ningún personaje que se compare con Jesús, puede tener un hijo putativo tan tartufo y marrullero como Félix Bautista.
¡Qué bueno!, que por lo menos, el padre Serafín Coste Polanco, con valor, derribó los amagos mesiánicos del ex mandatario Fernández Reyna. Ojalá y otros representativos de la Iglesia Católica, como el cura párroco santiaguero, tengan el valor de no lavarse las manos, cuando se enjuicie a Fernández Reyna y sus turiferarios.
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