Del parto biológico al alumbramiento poético.

«Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.».

(Domingo Moreno Jimenes. De su «Poema
a la hija reintegrada”)

Agosto 1 del 2013. El octavo mes del año arrancó o inauguró su recorrido
como cualquier otro agosto veranieg seco, ardiente, ciclónico y caluroso. Y
en la medida en que el día avanzaba, los rayos de un sol de bronce, como llamas
azuzadas por el viento, ardían, quemando la piel de cuantos transeúntes se
desplazaban por las calles encendidas de la Ciudad Corazón. Sol de fuego. Sol
de verano. Sol de agosto.

Ese día, hace hoy exactamente un año, para mí, pudo haber trascurrido de lo más
normal y sin importancia, de no ser porque en tal fecha habría de nacer mi
pequeña Nicol María, el ser que días después se convertiría en “mi pequeño
manojito de ternura” o en la más
auténtica expresión de mi otro yo.

Desde las primeras horas de la mañana se iniciaron en la clínica Unión Médica
del Norte los ajetreos prepartos. En ese “pallí pacá” yo me comportaba,
aparentemente, con una calma o naturalidad que de ninguna manera ponía al
descubierto la ansiedad y el nerviosismo que internamente aceleraban los
latidos de mi corazón.
Aproximadamente a las diez (A.M.) comenzó el doctor Omar González su proceso ginecológico.
Mientras mi tensión aumentaba, el personal de enfermería que lo asistía, como
si nada estuviera ocurriendo y ya acostumbrado a esos menesteres, reía,
charlaba y emitía una que otra ocurrencia , muchas de ellas preñadas de la más
inigualable picardía. El pediatra, Dr. Carlos Juan Martínez, callado y atento, esperaba tranquilo a que en
sus manos fuera depositada su futura
pacientica.
En el área de cirugía, otros médicos ejecutaban la misma tarea para
arrojar como resultados alumbramientos diferentes. Por esa razón, en la sala de
estar, separada de la de cirugía por un cristal transparente, cada quien
esperaba impaciente a que le enseñaran a su recién nacido retoño. Por eso,
desde que los aplausos tronaban en el ambiente, los padres allí presentes
abandonábamos rápidamente nuestros asientos para ver “si ese el mío”.

Así me mantuve, parándome y sentándome hasta minutos antes de las once. En este
momento nuevamente los aplausos volvieron a escucharse. Cuando me levanté y
observé a través del cristal, esta vez el impacto emocional fue indescriptible.
Del otro lado, rebosante de alegría, la coordinadora de la referida sala y muy apreciada cuñada nuestra, Josefina Rubio,
alzó la niña semidormida que yacía en sus abrazos, y dirigiéndose a mí realizó
una señal con su mano derecha para informarme aquello de que “Ya nació, esta es la tuya…”. No
supe qué hacer. Por un momento quedé en el limbo. Una gruesa lágrima rodó por
mi cuerpo, las piernas me temblaron y, sin pensarlo dos veces, tuve que
sentarme. Fue entonces cuando recordé los versos de Moreno Jimenes, y con estos
ordené, con fuerza, pero en silenci
«Tibien la leche terciada con agua para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el
cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.».

Y fue entonces cuando me pareció escuchar el mandato de una voz interior
que me decía: « Al igual que tu esposa y
madre de tu niña, tú también tienes que parir…”.

Y fue entonces cuando terminé los versos o se consumó el alumbramiento
del poema que más abajo se trascribe, cuya escritura inicié a las 9:45 A.M. en
la sala de espera, justamente en el preciso instante en que se inició la
ejecución del parto biológico en la sala de cirugía.

¡SALVE! MI BELLA NICOL
(A tu abuelita Librada, quien hubiera dado la vida por conocerte)

¡Hosanna! Nicol
María,
¡Salve! mi niña adorada,
con pétalos de guirnalda,
yo te espero este gran día!

¡Salve! mi bello tesoro,
lucero de mi existencia,
hoy proclamo con potencia,
¡yo te adoro! ¡Yo te adoro!

Las rutas de mi existencia,
tu presencia alumbrará,
la espina de mis tormentos,
tu sonrisa extirpará.

¡Salve! mi lindo angelito,
mi bella estrella, mi sol,
¡Salve! mi tierno cielito
¡Salve! mi bella Nicol.

Tu padre.

Unión Médica, Stgo.
1/8/2013
9:45a.m.

NOTAS:

Este
artículo se publica con motivo de cumplirse hoy el primer año de vida de la
protagonista de nuestra historia: Nicol, una flor que llora y un diamante que respira.

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