De historia, y de corrupción ¿es la nuestra congénita?

España comparte con Portugal la península Ibérica, que viene siendo el extremo occidental del continente europeo. Significativo es para los latinoamericanos, que los procesos de colonización de nuestros territorios estuvieron bajo el influjo de estas dos naciones.

Portugal en la época de la colonización, encabezó una de las más grandes empresas de secuestros y comercialización de seres humanos, que nos recuerda la historia de la humanidad; sus galeones viajaban a las costas africanas, donde tenían ubicados sus centros de secuestro y acopio, y allí se abastecían con su carga de desventurados africanos que venderían al cruzar el Atlántico.

España, Francia e Inglaterra por su parte, se abastecían con la maltrecha carga, y expoliaban sus nuevos territorios, como le aconsejara el sentido de la ambición de riquezas y títulos nobiliarios.

Don Juan Bosch en “Composición Social Dominicana”, dice que la riqueza extraída por España de sus nuevas colonias, no fue utilizada por sus gobernantes para desarrollar la burguesía que necesitaba esa nación en aquel momento, cuando el sistema burgués pasaba a sustituir al feudalismo.

En vez de utilizar los minerales y riquezas que le aportaban sus nuevas posesiones, para crear una infraestructura de producción burguesa, los gobernantes españoles destinaban estas riquezas a pagar las deudas producidas por la importación de lujos para sus nobles y guerreros desde los reinos de Flandes.

De aquí, afirma Bosch, que España haya tenido un desarrollo atípico; donde debemos recordar, que mientras el fascismo sucumbió en Alemania y en los demás países europeos durante su derrota en la segunda guerra mundial, Francisco Franco gobernante fascista español, murió en su cama en el año 1975, 30 años después de terminar la guerra.

España es el país europeo con más escándalos de corrupción, estos son innumerables en las últimas décadas. Meses atrás, atraparon al viejo Rey Juan Carlos, entre primera y segunda, con indicios tan fuertes de corrupción e inmoralidades, que todavía nadie sabe con certidumbre donde está evadiendo la justicia.

Brasil fue el pedazo del pastel sudamericano que le tocó a Portugal; hemos dicho que los portugueses fueron grandes comercializadores de esclavos africanos; eso explica la amplia población negra, la mezcla maravillosa de la estirpe africana con la población blanca portuguesa en la bastedad del territorio brasileño.

Pero con los machos ibéricos que vinieron a procrear con aquellas africanas, muchas de ellas de sangre y estirpe de jefes tribales, también llegó el pecado original portugués de la espoliación y la explotación amparados en sus derechos de colonización.

La corrupción en Brasil, tiene su página permanente y escrita en toda la extensión de su historia; su último caso para embarrar a medio mundo, tiene un nombre muy difícil de olvidar, Odebrecht.

Así tenemos una Latinoamérica, con débil institucionalidad, donde en muchos de los casos, los pueblos otorgan en cada elección una patente de corso a los gobernantes electos para espoliar sus riquezas.

Lo grande del caso, es que nadie emula a Pepe Mujica; es más fácil buscar un imperio a quien culpar de nuestros atrasos y desgracias.

JPM