¿Cómo medir la felicidad de los pueblos?

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El AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo

Las medidas tradicionales de crecimiento económico y desarrollo humano se han centrado siempre en los ingresos y posesiones materiales, pero ignoran la importancia del bienestar y la felicidad de la sociedad.

En ocasión de celebrarse el pasado 20 de marzo el día de La Felicidad, propicia es la ocasión para resaltar la necesidad que tienen los pueblos de diseñar mecanismos que apuntalen hacia la medición de los niveles de felicidad que debe reflejar cada ciudadano en su diario vivir.

Independientemente de que se midan mediante la creación de indicadores los niveles de desarrollo económico y humano, se hace necesario, además, repensar cómo medir el bienestar social y la felicidad de la gente.

Y aunque se reconoce la importancia y relevancia de este componente, la medición de la felicidad no es un indicador comúnmente monitoreado por los gobiernos. Esto es lamentable.

Desafortunadamente, el enfoque de los gobiernos se ha desalineado notoriamente, con un énfasis excesivo en los aspectos materiales y económicos y una mínima orientación hacia el nivel de felicidad que puedan mostrar las personas.

En pocas palabras, hay cosas en la vida más importantes que la adquisición de bienes materiales, el simple consumo o el ingreso per cápita de un país.

Dado que el bienestar y la felicidad de la sociedad deberán ser siempre elementos de primer orden, éstos deben medirse, monitorearse e incluirse como indicadores claves dentro del desarrollo e implementación de políticas y estrategias gubernamentales.

Si bien actualmente hay muchas formas de hacer esto, al observar los enfoques utilizados por algunos países, y la OCDE, y hacer un balance de los conocimientos sobre la economía de la felicidad, ya es posible dar pasos en la dirección correcta de diseñar dichos indicadores.

La felicidad es algo que concierne más al aspecto emocional y mental, y por lo tanto podemos medirla haciendo preguntas, es decir, pidiendo a la gente en qué medida disfrutan de la vida como un todo.

En ese sentido la felicidad debe tornarse como un objetivo viable dentro de las políticas públicas. Para lograrla se propone: prosperidad, seguridad, libertad, igualdad, vecindad, justicia, vínculos de familiaridad, amistad, entre otros.

No hace mucho se expuso ante Naciones Unidas la Felicidad Nacional Bruta, y se dejó establecido el Índice de Felicidad Bruta, indicador que mide la calidad de vida, incluyendo lo psicológico, emocional y material.

Significó ello un cambio al pasar se centrarse, de manera exclusiva, en el crecimiento económico y desarrollo social, a incorporar otros elementos como la “preservación y promoción de valores culturales, la conservación del medio ambiente y la implementación de un buen gobierno”.

Algunos países han promovido iniciativas enfocadas en la felicidad, como el caso de España, Dubái, Venezuela, India, algunos de los cuales han llegado a crear, incluso, Ministerios de la Felicidad.

La misión de estos organismos sería la de observar el bienestar de la población y enseñar cómo ser más felices y tolerantes a través de programas sociales debidamente focalizados.

En definitiva, ¿Para qué sirve un Gobierno si no se preocupa por la felicidad de la gente?, por lo que estamos compelidos a cambiar los indicadores de éxito y desarrollar nuevos índices que nos permitan conocer qué necesita la gente para ser feliz y diseñar las políticas públicas necesarias para satisfacerla.

jpm-am

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Dr. Manuel Valdez
Dr. Manuel Valdez
1 mes hace

Valioso artículo.Hay personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Sin menoscabar el dinero como valor de uso y de intercambio para adquirir bienes y servicios. El sentido de bienestar ha sido distorsionado en nuestra sociedad.El estado ha de ser propiciador de un estado de bienestar integral y holístico, en el cual la gente no solo se alegre, o sea feliz , sino que pueda vivir a plenitud , con sentido común y sentido de misión de vida.

butifar comillas
butifar comillas
1 mes hace

Al general Degaulle le preguntaron en una ocacion que si el era feliz y su respuesta fue contundente, «solo los imbeciles son felices».