Brasil se adentra en su hora más incierta con Jair Bolsonaro

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BRASIL.- La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil conduce a la primera potencia latinoamericana a la incertidumbre por las incógnitas que representa el mandato de un militar con poca experiencia política que se nutrió de un discurso incendiario para seducir al electorado.

«No sabemos cómo va a gobernar, una cosa es la campaña y otra el Gobierno», apunta la profesora de ciencias Políticas de la Universidad de Sao Paulo, Esther Solano, que tampoco sabe si será «conciliador o autoritario» a pesar de que ha suavizado su discurso desde octubre. La única certeza es que Brasil gira a partir de ahora a la derecha y atravesará «muchos cambios políticos», según subraya la investigadora del CIDOB, Anna Ayuso.

Bolsonaro convenció al 55% de los votantes brasileños con propuestas como la reforma del sistema de pensiones, el levantamiento de algunas restricciones para portar armas y el uso del Ejército contra el crimen organizado, pero necesitará pactar para ejecutarlas con «al menos diez partidos» porque el Partido Social Liberal (PSL) no llega al 10% de escaños del Parlamento, destaca la investigadora.

El reto de las reformas económicas

El nuevo presidente hereda un Brasil en lenta recuperación económica, lo que hace que parta «con ventaja y cierto margen» para tratar de sacar adelante las reformas económicas, asegura Ayuso.

Los primeros meses son determinantes a la hora de marcar el ritmo de una presidencia, y Bolsonaro necesitará llevar a cabo una gran reforma económica para contentar a los mercados, subraya Solano. «Su mayor reto es sacar adelante la reforma de las pensiones [quiere llevar la edad de jubilación a los 61 para hombres y 56 para mujeres] y contentar a los bancos, que vieron con buenos ojos su elección».

Pero la analista del CIDOB vaticina que será una tarea muy difícil por los «intereses contrapuestos» dentro de su propio gabinete. «Lo que pretende el ministro de Economía [partidario de la privatización de empresas estatales] no es lo que quiere el ministro de Industria, y ahí vamos a ver qué pasa».

Cinco militares en el Gobierno

La presencia de cinco militares en los ministerios inquieta a los opositores de Bolsonaro. El Gobierno de Bolsonaro será «más violento contra las mujeres, los indígenas y la prensa; y habrá que ver si [los militares] son ministros normales o empiezan a acumular más poder», señala la politóloga Solano.

El presidente se ha rodeado de 22 ministros de su propio partido -a diferencia de los Gobiernos anteriores, que pactaron con otras formaciones las carteras-, con una mezcla de sectores muy conservadores, proteccionistas y liberales. Según Ayuso, esta mezcla hace que sea probable que surja tensión en los primeros meses.

¿El fin de la corrupción?

Bolsonaro se presentó como un candidato ajeno a la política brasileña y prometió «limpiar» la clase política de corrupción. La elección de Sergio Moro, el juez de la Operación Lava Jato que encarceló a Lula da Silva, como ministro de Justicia sienta las bases para una «lucha muy teatral y espectacular» contra la corrupción, pero los casos siguen aflorando, señala Solano.

Entre los investigados, el hijo del presidente, Flavio Bolsonaro, y el nuevo ministro de Medio Ambiente, Ricardo de Aquino Salles, que ha sido suspendido de derechos políticos por las acusaciones de corrupción.

En cualquier caso, lo único que parece cierto al inicio de la era Bolsonaro es la prácticamente imposible puesta en libertad del expresidente Lula. «En el PT lo tienen asumido, ahora pasan por un periodo de reflexión interna sobre el mal resultado electoral, pero son conscientes de que tienen un papel muy activo de oposición», indica la profesora de Políticas. Ahora, la gran incógnita en la izquierda brasileña será encontrar al sustito de Lula, ya que «Fernando Hadad no es un hombre de partido».

La política exterior más ideológica

Según Solano, Bolsonaro hará los movimientos «más ideológicos» en política exterior. De hecho, tanto Bolsonaro como su ministro de Exteriores, Ernesto Araujo -sin apenas experiencia política-, se han declarado abiertamente trumpistas y antiglobalización.

Bolsonaro tratará de acercarse a Estados Unidos -ya ha decidido trasladar la embajada israelí a Jerusalén, aunque el movimiento podría verse frenado por el descontento de sus socios en Oriente Medio-, pero esto podría ser perjudicial para su relación económica con China, uno de sus grandes socios comerciales, e incluso minaría su autoridad en la región al quedar «supeditado a Washington», dice Ayuso.

En los últimos meses, el nuevo presidente brasileño ha criticado a los BRICS y el Mercosur, pero Solano ve muy difícil que Brasil abandone el mercado común sudamericano: «Bolsonaro hará política de mínimos». Aun así, la profesora recuerda que el mandatario «no es un fanático de los acuerdos».

Pero quizá lo más delicado será la relación con Venezuela, donde «el claro conflicto anticomunista» conducirá a «una escalada de tensión», dice Solano. De hecho, el nuevo presidente brasileño no ha invitado al presidente venezolano, Nicolás Maduro, ni tampoco al líder cubano, Miguel Díaz-Canel, a su ceremonia de investidura.

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