Apliquemos el imperio de la ley en las calles y carreteras

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo.

En la República Dominicana urge trabajar sin postergación ninguna, un cambio de mentalidad y cultura de paz respecto al tránsito. Este esfuerzo debe surgir de una ciudadanía decidida, empoderada y organizada en sus diferentes expresiones sociales, que haga posible combatir las aguas tempestuosas de la violencia y esos niveles existentes de agresividad irracional en calles y carreteras de todo el territorio nacional.

Salir cada día de nuestras casas y adentrarse en el tránsito, es provocar un milagro de supervivencia por los distintos riesgos que debemos asumir.

Puede considerarse como exagerado lo que acabamos de enunciar, pero veamos las estadísticas y el penoso lugar que ocupamos como país, en donde de manera lamentable y preocupante, se tiene una de las más altas tasas de mortalidad por accidentes de tránsito en el mundo.

Es que para muestra un botón, ver el soberano caos e inseguridad pasmosa que exhibe nuestro tránsito; en donde el orden, la educación, el respeto a la ley, la urbanidad y el deber ser; se aprecian como elementos extraños y extintos ante una cotidianidad que se acostumbra ante lo incierto y pierde progresivamente la sensibilidad social.

De ahí es que, ante esta vorágine alarmante, debemos propiciar una parada obligada como Estado, que evite pues, el desgaste de nuestra capacidad de asombro y acción, por ejemplo: ante esos conductores que andan a velocidad suicida, sin límites ni en su propia conciencia.

Esos mismos choferes que conducen nublado por los efectos de sustancia psicotrópicas sin reparar en el daño que puede causar o causarse. Que viven realizando competencias en plenas vías, a fin de adelantarse a montar un pasajero. Entendemos que la categoría más notoria que poseen en esas licencias de conducir es la imprudencia.

Que circulan tocando violentamente las bocinas del vehículo por doquier, fruto de una prisa aviesa y desconsiderada. Que se parquean en donde se le da la gana, sin la más mínima consideración a los demás.

Que ante un siniestro vial por más pequeño que sea, son presas fáciles del síndrome de la mecha corta por el pésimo manejo de sus emociones ante los conflictos; evidenciando la incapacidad de detenerse a pensar en las posibles consecuencias de sus reacciones desproporcionadas; las cuales pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte, entre construir sueños o pesadillas; entre la cárcel y la libertad.

De igual manera, urge detener la pérdida de la sensibilidad social; por ejemplo: si te accidentas, los primeros auxilios que te prestan, es grabarte con un celular sin importar la condición en que te encuentras; porque al fin y al cabo lo que debe primar es viralizar tu tragedia en las redes sociales. Claro, a eso súmale el saqueo o robo que te dispensan en dicho momento de calamidad.

Definitivamente, no podemos perder la capacidad de asombro y acción como Estado; ante esos motociclistas que se sienten seres privilegiados por las autoridades, al permitirles cruzar la luz roja de un semáforo, subirse por las aceras, caminar vías contrarias, chatear desde un celular, transitar por los pasos a desniveles.

Que viven realizando peligrosas acrobacias y carreras clandestinas, que no utilizan cascos protectores ni andan con las documentaciones al día; entre otras actitudes que gozan de una gracia especial que raya entre el indulto, la indiferencia y una amnistía automática.

Al parecer, podría estar equivocado, pero por lo visto, se está incurriendo en una práctica errónea que se puede denominar como el “olvido legal¨ de las infracciones o delitos, con la cual se procura extinguir de manera mecánica la responsabilidad de sus autores”. Esta mala práctica señalada, transgrede vilmente el principio de igualdad establecido en la Constitución de la República.

Además, es perniciosa para la consolidación de un verdadero “Estado Social y Democrático de Derecho”, sueño que anidamos como nación.

En definitiva, todo lo anterior y otras realidades no señaladas, evidencia como preocupación social y sanitaria, el recrudecimiento de la violencia del tránsito en las vías públicas de la República Dominicana.

De ahí la necesidad de construir una cultura de paz en el tránsito, como apuesta institucional para la consecución de un futuro menos violento; el cual fomenta una mejor seguridad, mayor bienestar, mejor comportamiento cívico responsable, buena convivencia democrática y equilibrio social.

Asimismo, es una estrategia oportuna y esperanzadora, con la finalidad de incidir en la disminución de las altas y penosas estadísticas de muertes en accidentes de tránsito. La suma de tanto luto eclipsa un porvenir dichoso.

De igual modo, impulsar una cultura de paz en el tránsito dominicano, favorece enormemente en la reducción de los costos de salud por la ocurrencia de tantos siniestros viales; generadores de traumas, frustraciones y discapacidades, en muchos de los casos.

Finalmente, para alcanzar la construcción de una cultura de paz en el tránsito, debe darse en torno a la cooperación y participación activa de todos los sectores de la vida nacional.

Este proceso debe partir de un análisis acabado de las causas sociales, económicas y culturales que están provocando esta terrible problemática nacional; para así generar las políticas públicas idóneas y efectivas. Mientras tanto, apliquemos el imperio de la ley en las calles y carreteras de la nación, y veremos un poco de luz y paz en el sombrío horizonte del tránsito dominicano.

“¿Queréis prevenir los delitos? Haced que las leyes sean claras, sencillas, y que toda la fuerza de la nación se encuentre condensada para defenderlas, sin que, por el contrario, ninguna parte de la misma se emplee en destruirlas. Haced que las leyes favorezcan menos a las clases sociales que a los hombres mismos.” (Cesare Beccaria)

angelgomera@gmail.com

 jpm-am

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Eulalio Cagnassola
Eulalio Cagnassola
10 meses hace

El salvajismo mas exacerbado como expresion de nuestras distorsionadas personalidades se muestra cada vez que salimos a las calles en un vehiculo. Ofrezcome cuantas bestias en las vias…..

Carlos Garcia
Carlos Garcia
10 meses hace

Excelente!!
Creo que se debe ya iniciar una campaña para desmontar el sistema erroneo que tenemos como transito.
Pienso que las autoridades no hacen cumplir la Ley, es una sistema totalmente fallido y muy peligroso por que atenta contra la vida de nosotros.
Yo responsablemente hago responsable a las autoridades por el mal manejo en asunto de transito..

Victor Alvarez
Victor Alvarez
10 meses hace

💯 por 💯, de acuerdo, y los invito a darse un paseito por la carretera Mella, tramo San Isidro-Las Americas, para que experimenten todo lo narrado por el autor de este acertado artículo, eso es una verdadera selva llenas de fieras, con el perdón de las bestias que en su habitad tienen costumbres y normas y se comportan entre sí con mejor prudencia. Los que un poco de prudencia tenemos, nos vemos como presas de esos animales y dejarle paso libre.

Eulalio Cagnassola
Eulalio Cagnassola
Responder a  Victor Alvarez
10 meses hace

Eso ocurre no solo en esa via, sino por doquier.

Hi Camilo
Hi Camilo
10 meses hace

Este artículo es una resonancia magnética de lo que ocurre en las calles y carreteras del pais, plantea lo que vivimos a diarios y que las autoridades encargada de aplicar el imperio de la ley no lo ven, hace poco salió el caso de un conductor publico de la Kennedy con más de 400 infracciones por distinta violaciones y aún seguía conduciendo, era «Un padre de Familia», mientra la ley haga exclusión el pandemonio seguirá reinando en las calles.

Eulalio Cagnassola
Eulalio Cagnassola
Responder a  Hi Camilo
10 meses hace

Esos «padres de familia» con frecuencia no mas que ‘asesinos al volante» por su forma temeraria de conducir en total ignorancia o inobservancia de las regulaciones de trafico, por tanto no tienen mi simpatia…

El mediador
El mediador
10 meses hace

Que luminoso y atinado articulo.

Juan Alberto
Juan Alberto
10 meses hace

! Estoy de acuerdo!