Apego patológico a los bienes, codicia y avaricia

            No es malo tener aspiraciones y esforzarse por superarse y obtener riquezas y bienes materiales que faciliten una vida cómoda. Lo dañino es aferrarse a los bienes materiales y negarse a vivir sin ellos, como si la vida dependiera de estos o siempre se hubieran poseído. Aun los hijos de los mayores millonarios nacen desnudos y sin traer nada consigo. Igualmente, nada llevamos a la tumba cuando morimos.

            La Biblia relata la historia del joven rico, que llegó corriendo hasta Jesús y lo interrogó sobre lo que debía hacer para obtener la salvación, pero se alejó de él triste y sin despedirse, cuando este lo invitó a seguirlo después de que vendiera todas sus posesiones y repartiera el dinero entre los pobres. Prefirió seguir apegado a sus riquezas a convertirse en un discípulo del Divino Maestro de Galilea.

            Recuerdo haber leído la historia de un joven cubano que llegó a Estados Unidos en una de las embarcaciones que salieron del puerto de Mariel, en Cuba, llevando consigo únicamente cinco dólares. Recibió apoyo tras su llegada y con su habilidad y preparación logró hacer negocios y llegó a juntar cincuenta millones de dólares. Luego sus empresas tuvieron grandes pérdidas. Cuando solo le quedaban cinco millones de dólares, decidió suicidarse.

            Ciertamente, el éxito y el bienestar material son deseables, pero las experiencias y dificultades de la vida nos enseñan una vez tras otra, la amarga lección de que pueden desaparecer sin previo aviso. Quien se apega anormalmente a ellos y los pierde siente que la vida no tiene objeto y prefiere morir, antes que comenzar de nuevo y superar las dificultades y fracasos.

            La codicia ha sido definida como un deseo desmesurado de riquezas o posesiones, que en realidad no nos pertenecen, o sea, que es querer poseer lo mismo o más que lo que poseen otros. La codicia camina siempre tomada de la mano de la envidia y nunca se separan. Pero ambas tienen la particularidad de que son sentimientos interiores que generalmente se ocultan a los demás. Esto hace que no siempre identifiquemos los codiciosos, por mayores que sean sus conflictos interiores.

            Es tal la magnitud del problema que representa la codicia que sobre ella, Dios nos advierte en su Ley Moral, registrada en el libro de Éxodo 20:17: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás las esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”. En otras palabras, el deseo de superación no debe tener como fin la posesión de los  bienes de otro.

            La avaricia siempre va precedida de la codicia, pero implica dar un paso más. El primer ejemplo de esto lo encontramos en el cielo. Lucifer, que ocupaba el cuarto lugar de importancia en el cielo no estaba contento con su posición; él codiciaba la posición ocupada por Dios, que es el creador. Pero no se limitó a codiciar esta posición, sino que conquistó la tercera parte de los ángeles del cielo, pretendiendo derrocar a Dios. Entonces, con su accionar, su codicia se transformó en avaricia.

            El avaricioso generalmente tiene lo suficiente, pero lo quiere todo para sí. No admite que nadie tenga lo mismo que él y mucho menos algo mejor. La avaricia ha dado lugar a muchos crímenes injustificados para quedarse con los bienes del muerto. A  diario vemos esto, entre esposos y aun entre padre o madre e hijos, y entre amigos.

            Recuerdo que en el año 1972, mientras realizaba la pasantía en un pequeño pueblo de Jalisco, México, llegó al lugar un joven con una pistola muy vistosa, con sus cachas de plata. Todos portaban pistola a la vista. El Alcalde se enamoró de la pistola del recién llegado y en varias ocasiones le pidió que se la vendiera, pero este se negó.  La noche de un domingo, mientras el recién llegado regresaba a su casa después de dar vueltas en el parque, los policías lo emboscaron, le dispararon con sus rifles y este cayó muerto. Recogieron la pistola y se la llevaron al Alcalde.

            De acuerdo a lo que hemos visto, el deseo de superación es bueno, pero puede tornarse en malo si la persona se apega a los bienes que logra poseer como si ellos representaran todo en su vida. Igualmente malo es codiciar las riquezas y posesiones de otro y, peor aún, realizar acciones negativas como producto de la avaricia.

            No debemos olvidar que el éxito no se debe medir limitándose a considerar tan solo los bienes materiales de alguien. Hay bienes más importantes e intangibles, como la salud, la alegría, las relaciones familiares sólidas, unas buenas relaciones sociales con los vecinos y relacionados, una amistad perdurable con los compañeros de infancia, un ejercicio profesional satisfactorio y el bienestar espiritual que da el estar en paz con Dios e interiormente.

jpm-am

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la gloria es de DiOS.
la gloria es de DiOS.
1 Año hace

avaricia y codicia = ladronel.

Federico Cruz
Federico Cruz
Responder a  la gloria es de DiOS.
1 Año hace

Hay dos mas….

la gloria es de DiOS.
la gloria es de DiOS.
Responder a  Federico Cruz
1 Año hace

ya lo sabe mi hermano.m!!!

Rafael Morales
Rafael Morales
1 Año hace

Guao ! Caballero, su escrito no tiene desperdicios. Sin importar lo que piense el incrédulo o el ateo; Dios es quien llena el vacío del corazón, con amor,gozo,paz, felicidad, virtudes que dan alegría cuando los demás progresan y alcanzan bienes y riquezas con su trabajo honesto y limpio. El amor al dinero es la raíz de todos los males; las guerras vienen por eso, los crímenes , y muchos divorcios y todo tipo de males.

KING OF THE HILL,TOP OF THE LIST,THE #1
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1 Año hace

El Dr.Peña Nina,viene últimamente,aportando grandemente,a la inteligencia emocional
De nuestro bello país.
A propósito es tiempo ya,de que el Estado,instituya la educación emocional a
Estudiantes desde la primaria,hasta Post Grados,el país lo necesita para una sana convivencia de los dominicanos.Hoy que se dispone de Google,Bing,etc.los ciudadanos acceden fácil a infomación sobre geografía y historia.IE,es prioridad.

KING OF THE HILL,TOP OF THE LIST,THE #1
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1 Año hace

Sería un gran proyecto nacional,por el bien de la felicidad y la paz social Dominicana,tener al excelente y culto doctor,dictar charlas en escuelas públicas y privadas dominicanas,naturalmente,bien remunerado.

angel miguel
angel miguel
1 Año hace

lo maravilloso de este articulo, que toma en cuenta uno de los manadamientos de Dios!!!
Dios le bendiga!!!

Hi Camilo
Hi Camilo
1 Año hace

Excelente articulo, me llevo a reflexionar y navegar en el tiempo, he visto lo narrado por el Dr,Domingo Peña Nina en la vida cotidiana, he visto patrimonio familiares **** con mucho esfuerzo que se han desintegrado por la avaricia de alguno, he visto gente que manifiestan «con lo mío hago un saco y me meto», es la pura verdad que «El avaricioso generalmente tiene lo suficiente, pero lo quiere todo para si», siga escribiendo Dr. Peña Nina.

Francisco Ramos
Francisco Ramos
1 Año hace

Gran verdad Dr. Peña Nina,ese deseo incon mensurable de poseer riqueza, siempre va acompañado del deseo de poder, y estás cosas son las que nos alejan cada vez más de Dios.Felicidades Dr. Peña Nina,por este agradable escrito.

anam
anam
Responder a  Francisco Ramos
1 Año hace

Siempre el Dr. Peña Nina dando en el centro de nuestros pensamientos más ocultos y acariciados. Cuando éramos niños, se nos alertaba sobre la codicia y la avaricia, recuerdo que a pesar de ello, me placía el pensar en las riquezas. ¡Cierto! No es malo poseerlas, lo malo es el apego insano y los móviles para alcanzarlas. … Porqué «el amor»al dinero es la raíz de todos los males.
Gracias Dr.Peña Nina por esta edificante entrega.