La explotación del robot por el hombre: ¿una nueva caja de Pandora?

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El autor es doctor en Ciencias Filosóficas (PhD) y encargado de publicaciones del INESDYC, órgano académico del Ministerio de Relaciones Exteriores de República Dominicana. Reside en Santo Domingo.

Por ENRIQUE SOLDEVILLA

Como se sabe, los primeros hacedores de inventos en algún momento de la prehistoria fueron bautizados por los antropólogos con el nombre de homo faber. La elaboración sucesiva de objetos mediante la habilidad de darles forma punzante o cortante a las piedras; la utilización de ramas con punta afilada para cazar; el dominio del fuego, la invención de la rueda, del arco y la flecha, del torno alfarero, de la metalurgia y del arado hicieron posible en cada etapa la supervivencia del género humano, cuya existencia comenzó a ser mucho más “sostenible” en cuanto a sus interacciones con el entorno natural.

Sin poder imaginar la trascendencia y el contenido social de esos avances, el hombre fabricante, con aquellas creaciones rudimentarias y con sus procedimientos prácticos para elaborarlos, tácitamente inventaba algo crucial que siglos después otros hombres llamaron la cultura. Así, desde sus orígenes es indiscutible la naturaleza social del conocimiento, sea este de tipo empírico,  científico, técnico o tecnológico.

Suele ocurrir que el avance en uno u otro campo de las ciencias, de las técnicas y de las tecnologías sacude una verdad científica establecida o sustituye las maneras tradicionales con que los seres humanos realizan un tipo de actividad laboral, lo cual revela la complejidad de la vida, que es un inexorable proceso de cambio y transformación. Diríase que en ese movimiento indetenible se produce el desarrollo en muchos ámbitos de la convivencia.

Así lo nuevo es a veces disruptivo y su implementación encuentra resistencia, como ocurrió con el movimiento ludita en Inglaterra entre 1811 y 1816, con protestas y destrucción de telares industriales ante la introducción de las primeras máquinas herramientas que sustituían el trabajo artesanal por el industrial mecanizado. Aunque finalmente se impuso la producción mecanizada en diversos planteles fabriles, y a pesar de los problemas sociales que provocó esa primera fase del capitalismo industrial, progresivamente se creaban nuevos puestos de trabajo asalariado en una cuantía hasta entonces inimaginable. Era el cambio histórico de la fabricación artesanal por la mecanizada, con la particularidad de que esas máquinas necesitaban operarios humanos.

En comparación, el desarrollo actual de la “inteligencia artificial” y su articulación con la robótica los puestos de trabajo humano ahora no se crean en la misma cantidad en que lo hizo la Revolución Industrial; y la particularidad es que un robot es autónomo y no necesita intervención humana para su operación rutinaria.

Aunque se trata de un cambio incipiente, no simultáneo ni parejo en todos  los países porque el desarrollo de las naciones sigue siendo desigual, el problema que se avecina es, precisamente, que la fuerza de trabajo humana asalariada será sustituida poco a poco y donde sea posible, por la robotización en numerosas plantas productivas, y en la esfera de los servicios los trabajadores de carne y hueso serán desplazados por programas de inteligencia artificial o por la combinación de esta con un androide. Así, pudiera decirse metafóricamente que, mientras la revolución industrial mostró una fuerza centrípeta atractora de trabajadores humanos, la IA y la robotización despliegan una fuerza centrífuga que los expulsa.

Otro aspecto de la comparación es que, en la revolución tecnológica actual, se afectan empleos  no solo en la esfera fabril, sino también en la de los servicios, ya que una novedad es la articulación entre algunos tipos de inteligencia artificial con la robótica, lo cual permite estudiar qué ocurre en cada uno de esos ámbitos y hasta qué punto serán  complementarias de la ocupación laboral humana tradicional o, si por el contrario, la sustituirán.

Algunos datos momentáneos

El blog del Fondo Monetario Internacional publicó un artículo de Kristalina Georgieva, fechado el 16 de enero del 2024,[1] donde se plantea:

“En las economías avanzadas, alrededor de un 60% de los empleos pueden verse afectados por la IA. Aproximadamente la mitad de los empleos que están expuestos podrían beneficiarse de la integración de la IA, que mejoraría la productividad. En la otra mitad, las aplicaciones de IA pueden ejecutar tareas que en la actualidad son realizadas por seres humanos, lo cual podría reducir la demanda de mano de obra, con una consiguiente merma de los salarios y la contratación. En los casos más extremos, algunos empleos pueden desaparecer”. Y la autora precisa que:

“En los mercados emergentes y los países de ingreso bajo, en cambio, se prevé que la exposición a la IA sea de 40% y 26%, respectivamente. Estos hallazgos hacen pensar que, en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, la IA provocará menos trastornos. Al mismo tiempo, muchos de estos países no cuentan con la infraestructura ni la fuerza laboral cualificada necesaria para explotar las ventajas de la IA, lo cual crea el riesgo de que, con el tiempo, la tecnología profundice la desigualdad entre las naciones”.

Según lo publicado en el Informe Mundial de Robótica 2023, citado por  Carlos Juárez en su artículo del 9 de octubre del 2023,[2] fueron censadas 553 052 instalaciones de robots industriales en fábricas de todo el mundo, arrojando una tasa de crecimiento del 5%, comparado con el 2022. Elaborado por la International Federation of Robotics ese documento detalla por regiones geográficas la introducción de “androides obreros”, donde Asia acapara el 73% de los robots instalados en las fábricas de ese continente, mientras que Europa instaló  el 15% y América el 10%.

En ese mismo artículo Juárez cita a la presidenta de la Federación Internacional de Robótica, Marina Bill,  quien aseguró: “Por segundo año consecutivo se superó el récord mundial de 500 mil unidades”, y agregó que al cierre del 2023 “se espera que el mercado de robots industriales crezca un 7% hasta alcanzar más de 590 mil unidades en todo el mundo».

Algo para pensar

Estamos ante un proceso en pleno desarrollo, revelador de mejoras e innovaciones  rápidas. Se necesita algún tiempo  y estudios de caso para evaluar el impacto que tendrán la IA y la robotización en el mundo real del empleo humano asalariado, y  sus resultados  podrán ofrecer un panorama sociopolítico, económico y cultural más objetivo en torno a esta transformación de la vida cotidiana que se produce en distintas localidades geográficas de un mundo interconectado por la información en tiempo real.

En paralelo, esa transformación del ámbito de la ocupación laboral humana provoca el desplazamiento de algunos conceptos importantes de la economía y la política, porque,  ¿dónde queda la idea de “explotación del hombre por el hombre” si a partir de ahora será la del robot por el hombre? ¿A quién le perjudicará la plusvalía de la que tradicionalmente se ha apropiado el capitalista en detrimento del trabajador humano? ¿Desaparecerá el concepto de alienación del obrero planteado por Marx? ¿Cómo gobernar a una masa de desempleados que, por añadidura, en muchos casos quedarían sin vivienda si no son propietarios; a quienes terminan sin atención médica de calidad, etc.? ¿Cómo regularía el Estado las demandas sociales dentro de esa realidad que ya se está gestando? ¿Se abocará la humanidad a una fragmentación de los Esta-dos nacionales que derive en un neofeudalismo en la era nuclear? ¿Cómo repercutirá todo ese proceso en las relaciones internacionales y cuál sería el balance de poder en el sistema mundo? Como fórmula de compensación se ha propuesto la idea de otorgar una renta básica universal per cápita, pero, ¿de dónde saldrán en cada país los fondos para pagarla?

Cuando la denominada “inteligencia artificial” y la robotización logren la preeminencia laboral que algunos vaticinan seguramente provocará nuevas formas de desigualdad social, cambios profundos en las bases del saber, en los modos de vida, en las interacciones entre las personas y una redistribución del poder económico, militar y político en el sistema-mundo.

Quede claro que en cada etapa de la historia los progresos de la ciencia, de la técnica y de las tecnologías han planteado desafíos para la sociedad humana, que siempre ha sabido utilizarlos en su favor, y ahora el nuevo reto está en manejar todo ese desarrollo en provecho del bienestar humano, con sentido ético y con la prhonesis  (un tipo de sabiduría práctica o aplicada a la solución de problemas) heredada de la filosofía griega clásica.

Mientras tanto, programemos con nuestra inteligencia natural las mejores formas de convivencia en y entre las naciones, donde la hegemonía de la paz, la cooperación, el multilateralismo, la justicia social, la solidaridad y la democracia empática sean el genuino y eficaz algoritmo humano que nos permita convivir dentro de un Estado empático de derechos.

 

[1] Ver https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2024/01/14/ai-will-transform-the-global-economy-lets-make-sure-it-benefits-humanity#:~:text=La%20inteligencia%20artificial%20(IA)%20afectar%C3%A1,deben%20encontrar%20un%20fino%20equilibrio

[2] Ver https://thelogisticsworld.com/

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Victoria E
Victoria E
12 horas hace

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