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Por KATIUSKA SUAREZ DE VARELA
Recibimos el regalo de la vida, oportunidades infinitas para día a día ser felices, trabajar por lo que deseamos, vivir de manera responsable este mágico camino.
Cuando recibimos un regalo y mucho mas cuando es de esta magnitud, estamos llamados a valorarlo, amarlo, agradecerlo. Pues siendo así, ¿por qué será que muchos entregan voluntariamente su vida a otros? ¿Por qué será que permitimos que esos otros hagan su voluntad sobre MI vida?
Muchas personas, lamentablemente, no entienden que deben hacerse responsables de su propia vida. Quizás podamos encontrar alguna de las causas en lo que plantea Jorge Bucay en su libro el camino de la autodependencia. El nos explica que el bebé humano recién nacido es el ser vivo mas frágil, dependiente y vulnerable que existe en la creación.
Cualquier otra criatura viva, desde los unicelulares hasta los animales mas avanzados, tienen una pequeña posibilidad de sobrevivir cuando nace si no esta al alado de la madre o el padre para hacerse cargo.
Desde los insectos, que son absolutamente autodependientes cuando nacen, hasta los mamíferos más desarrollados, que a pocas horas de nacer pueden ponerse en pie y buscar la teta de la propia madre o caminar hasta encontrar otra, todos tiene la posibilidad, aunque sea una en mil.
Fijémonos en las tortugas de mar, desovan fuera del agua. Las madres recorren con enorme dificultad y torpeza doscientos metros por la playa, ponen centenares de huevos entre la arena y se van. Cuando las tortuguitas nacen, muchas se pierden intentando llegar hasta el agua, son devoradas por las aves y los reptiles o se calcinan al sol….Solo una o dos de cada mil sobrevive.
Un bebe humano no tiene ni siquiera una posibilidad en un millón, es absolutamente dependiente.
Entonces, los humanos, dependemos del cuidado absoluto de nuestros padres, en los primeros años de vida. En la medida que vamos creciendo, nuestros padres deben invitarnos a elegir devolviéndonos la responsabilidad sobre nuestra vida.
El problema viene cuando los padres prefieren estar “cerca” de sus hijos “para ayudar”, “por si acaso”, “porque él (a los cuarenta y tantos) es tan ingenuo y “porque para que esta el dinero si no es para ayudar a mis hijos”… Para darles una pela!
Estos padres morirán algún día y esos hijos van a terminar intentando usarnos a los demás, a nosotros, como el bastón sustituyente. Porque hay padres que liberan, y hay otros que imbecilizan a sus hijos; haciéndolos adultos absolutamente dependientes.
A esto, puede sumársele, una baja autoestima, la creencia firme de que no valgo, de que no puedo, de que siempre necesito de alguien para vivir. Y no hay algo menos cierto que esto. Todos podemos vivir sin el otro, sin aquello
Si bien no podemos ser seres absolutamente independientes, ya que siempre vamos a necesitar la ayuda o apoyo de otros en nuestro caminar, entonces la idea es aprender a entrar y salir de esa necesidad. Reconocer cuando puedo avanzar sin ayuda y cuando la necesito, sin engancharme o colgarme de otro.
Y eso es lo que pasa a veces con algunas personas, se cuelgan del otro, permitiéndoles tomar decisiones por ellos. La invitación es a hacernos cargo de nosotros mismo, a tomar nuestras decisiones. La propuesta es que yo me responsabilice, que me haga cargo de mi, que termine adueñandome para siempre de mi vida. Abandonemos toda dependencia e iniciemos el camino de la autodependencia.
