De cajas y canastas
Casi todos los años desde procuro sustentar mi respaldo a la distribución de canastas navideñas, pero mis argumentos no resultan suficientes para convencer a una clase media que lo considera burda expresión de populismo y clientelismo, aunque los partidos que han estado en el Gobierno reparten esas polémicas cajas.
El Gobierno invierte RD$1,250 millones en la confesión y reparto de esas canastas que contienen artículos de consumo básico, licores y golosinas navideñas, además de la distribución de 300 mil pollos congelados y un lote de pollos ahumados.
Esa suma de dinero representa “sica de colibrí” en comparación con los más de 240 mil millones pesos que el Estado deja de percibir por exenciones, exoneraciones y otros “gastos tributarios”, pero aun así se afirma que se incurre en “dispendio del Gasto Publico”.
Es bueno subrayar que el costo de programa social que ejecuta la Vicepresidencia de la Republica, de ayuda o impacto directo a familias en condiciones vulnerables, no supera los 30 mil millones de pesos al año, por lo que los RD$1,250 de las canastas navideñas es aún más insignificante.
El argumento de que con la distribución de esos alimentos se incurre en propaganda o promoción electoral es invalido, porque todo lo bueno que realice un Gobierno se traduce en ventaja política, como todo lo malo en pérdidas del aprecio público.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha señalado que Republica Dominicana aumento un peldaño en el ranking de desarrollo aumento, sustentado en el aumento de la esperanza de vida al nacer, del ingreso per cápita y de la escolaridad, pero ha advertido sobre la necesidad de combatir la inequidad.
El sector privado o productivo se beneficia con exoneraciones y exenciones por más de 240 mil millones de pesos anuales, pero a la clase media y a la oposición política se le encrespan los pelos porque se invierten 1,250 millones dirigidos a quienes malviven al otro lado de la verja de miseria.
Esa distribución de canastas tiene que ver con el derecho de los niños empobrecidos a recordar una Nochebuena con algo de felicidad, como sería el de recibir una cena algo distinta a lo que irregularmente ingieren, porque no es fácil desalojar de sus recuerdos las cruentas huellas de la marginalidad, un flagelo contra el que debemos luchar día y noche hasta el final de nuestros días.
Nuestros mayores tomaron el fusil o se involucraron en la lucha política para ayudar a vencer toda forma de explotación o marginalidad, una tarea todavía pendiente, pero no es honorable oponerse por razones económicas o politiqueras a que las familias pobres cenen adecuadamente en Navidad.
Una caja o canasta resolverá el drama de la marginalidad, pero no puedo aceptar que mi familia se congregue el 24 alrededor de la mesa, sin que miles de dominicanos puedan hacerlo, aun sea con esos alimentos básicos y la esperanza de que la estrella de la justicia social alumbre a sus hogares, compromiso que todos debemos compartir.

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Otro perriodista ligado la Asociación de malhechores y el Comité podrido que desgobierno este pobre pueblo.
Han roto todos los parámetros de la delincuencia política en toda la historia del país