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La oposición: el PRM y sus vagones y la nueva JCE
El autor
Parecería una jactancia, pero no veo cómo la oposición representada en el PRM y sus vagones (Guillermo Moreno, Minou y comparsa), van a desplazar al PLD y sus aliados del poder de cara al 2020. Pues esa disloca oposición obvia una realidad sociopolítica-electoral fáctica: el PLD ya no es, en término político-electoral ni sectorial, el PLD, sino un partido cuádruple (coyuntural o no), es decir, una alianza-coalición política-electoral de partidos políticos, franquicias (parte del PRSC) y fragmentaciones de la sociedad civil.
Para ilustrar la ignorancia supina del PRM y sus vagones sobre esa realidad fáctica, basta descubrir como esa oposición en el proceso de elección de la nueva JCE se quedó –aunque coló su lista sin querer asumirla públicamente- “sin pito y sin flauta”, pues ha levantado la bandera de que no le da aquiescencia a la conformación de una JCE que se aproxima a lo mas ideal posible; pero sobre todo, a figuras públicas de sobradas solvencia profesional y ética (una muestra, sin menoscabo de los demás, de ello: la ex jueza, escritora, profesora y periodista, Carmen Imbert Brugal).
Y precisamente, ese torpe manejo político-estratégico del PRM y sus vagones, ha puesto al ex Presidente Hipólito Mejía –tal y cual lo dijo Reinaldo Pared Pérez- como el líder de la oposición pues supo sortear y manejar con mejores aciertos el proceso y sus intríngulis fácticas. De modo que, Hipólito Mejía, se ha situado en la perspectiva política-electoral del 2020 como una alternativa o actor decisorio en el ensamble de un PRM que todavía está pendiente de consolidarse -como estructura política-orgánica- a nivel de la geografía nacional. Pero algo más gráfico, en la decisión de no ser él –Hipólito- el candidato, sería una pieza determinante en la doble línea: partido-candidato 2020.
Algo sumamente interesante y sintomático a la vez, pues la vigencia de Hipólito –ya como candidato o liderazgo decisorio en el PRM- garantiza-justifica –al menos, desde esta perspectiva de análisis- otras vigencias presidenciables (y no presidenciables, necesariamente): la de Leonel Fernández, Guillermo Moreno y hasta la de Minou (aunque éstos dos últimos estén más que fritos).
Lógicamente, y de cara al 2020, en el PLD se tendrían que despejar una incógnita y varios nudos gordianos: a) el fantasma de una reelección; b) la herencia o endorsamiento de la maquinaria del Presidente Danilo Medina (que, en mi opinión, y partiendo de la tradición-realidad de que los liderazgos “ni se heredan ni se decretan”, se quedará como ente de equilibrio-moderación para evitar lo peor); y c) el desafío, quizás inevitable, al liderazgo-intención de Leonel Fernández de ser candidato-2020 –desde diferentes y variopintas trincheras internas-, en procesos de primarias o convenciones.
Sin embargo –y lo repito-, si el cuadro político-electoral no evoluciona hacia una oposición más inteligente-racional y estratégica, o no surge-emerge un nuevo líder (fenómeno político electoral que aún no se vislumbra), me temo que, si el PLD mantiene su condición de partido cuádruple –coyuntural o no-, su unidad y vocación de poder; pero, sobre todo, hace una lectura correcta de lo que está pasando con los partidos políticos y sus gerencias, la sociedad y los cambios impostergables (más transparencia pública, mas política públicas inclusivas -la actual gestión, al respecto, va en la línea correcta- y mas lucha implacable contra la corrupción pública/privada) y, en consecuencia, hace la necesaria re-ingeniería –partido-gobierno, retendrá el poder.
De lo contrario –para mantenerlo y a riesgos-, el PLD tendrá que ser mas clientelista (siempre hacia fuera y en la línea de cooptación sectorial foránea), o mejor dicho, mas partido cuádruple, quizás quíntuple, y, por vía de consecuencia, menos PLD. O más claro: una sombra borrosa y lejana de aquello que fue. O si no, es que ya ni eso somos y ni cuenta nos damos. Y me pregunto –para consolarme-: ¿No estaré equivocado? ¡Ojalá que si!
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