Responsabilidad personal y compañerismo idóneo

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EL AUTOR es obispo de la Iglesia Episcopal. Reside en Santo Domingo.

Estamos en la época preparatoria de elecciones, por tanto, es de lugar, ponderar en la competencia de la “responsabilidad personal” de personas que buscan ser dirigentes y candidatos, y tomar en consideración sus condiciones y aptitudes individualmente; así también, las cualidades de quienes le acompañan en cercana intimidad y colaboración.

Esto es así, porque “una golondrina sola no hace verano”. Este refrán alusivo en las estaciones del año es aplicable a muchas áreas de las actividades de los seres humanos, y especialmente a los que emprenden ideas, planes y acciones políticas, asociaciones cívicas sociales, comunidades religiosas, o proyectos que envuelve agrupaciones de seguidores.

Quien se lanza en política partidaria con la presunción de llegar a alto nivel, debe tener en cuenta su responsabilidad personal, su real capacidad, su convicción y promesa de lograr el cumplimiento de su visión social; y, sobre todo, ser íntegro, honesto, y con la intención de “servir en lugar de ser servido”.

Debe poseer la habilidad de pensar, planificar y manejar asuntos de envergadura. Es necesario creer en sí mismo, tener sentimientos altruistas, compasión humana y pasión patriótica; en fin, estar dotado de las virtudes y fuerza dinámica de trabajar para alcanzar su anhelada meta.

Ha de asumir apoyo y seguimiento idóneo de los que le acompañan para alzar el vuelo; pues, solo, jamás podrá elevar a la altura en bandada como las aves, y que estos partidarios acompañantes les den continuo seguimiento y soporte vital.

De la misma manera, pasa con la persona que está en la búsqueda de estructurar una organización para fines sociales, o el que es motivado a establecer una comunidad religiosa, debe pensar, asegurarse bien y tener el aval de acompañamiento de sostén y colaboración, para comenzar y hacer crecer el número, el aporte material y el soporte emocional.

El que tiene vocación de ser un dirigente espiritual o comunitario, debe contar con ideas claras y convincentes del llamado a que responde. Es menester que su forma de vida y comportamiento sean conforme a las normas y mandatos que propugna.

El que se dispone a formar un movimiento o programa de índole social, conviene estar consciente que no es posible hacerlo en la soledad.  Es de rigor asociarse con otros para llevar a cabo su idea, para lograr el cumplimiento de su plan.

Hay muchos casos en la mitología, las Sagradas Escrituras y la historia de la civilización del mundo occidental, que dan pautas del modelo que un dirigente debe poseer. En el correr del tiempo y las anécdotas, tenemos en la Santa Biblia a Abram y su sobrino Lot; a Moisés y a Aaron; a Ruth y Noemí; a Elías y Eliseo; a David y Jonathan.

En los evangelios hay numerosos casos que pueden servir de verdaderos ejemplos a analizar y evaluar de las cualidades de la responsabilidad personal de individuos con ambición de liderazgo. En primer lugar, tenemos a Jesús de Nazaret, quien comenzó su ministerio llamando inicialmente a Andrés, Pedro y Juan y luego a los doce apóstoles, a incorporarse en su extraordinaria misión profética y reconciliadora de Dios y la humanidad.

Ya con el tiempo, Pedro y Juan proclaman y lanzan el fundamento del movimiento que acepta y sigue a Jesucristo como Redentor y Salvador a los que creen en nombre del Resucitado Señor. Pablo se une con Timoteo y otros para difundir el Evangelio del “Nuevo Camino”.

En la historia secular tenemos cuantiosas pruebas de hombres y mujeres que sirven de prototipos de lideres de responsabilidad personal y con compañeros idóneos, para lanzar, implementar y seguir sus planes y proyectos.

Vale la pena mencionar a los filósofos griegos Sócrates y Platón; y en el pensamiento más depurados el cristianismo de la Edad Media, a Agustín de Hipona y Mónica, su madre; en la Reforma Protestante, están Martin Lutero y Juan Calvino. Luego se puede mencionar al dinámico evangelista Juan Wesley y su hermano Carlos. En las ciencias contamos con Marie Curie y su esposo Pierre. En la historia dominicana tenemos a Juan Pablo con Sánchez y Mella en el núcleo la Trinitaria.

jpm-am

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