Alimentos y cáncer

En la producción de cáncer interactúan múltiples factores, entre éstos los más importantes son: sustancias para preservar, dar color o sabor a los alimentos, el componente hereditario es apenas el causante de entre 2 y 3 por ciento de los tumores malignos.  Es increíble, que el estilo de vida y la alimentación sean factores tan decisivos en la causa de este terrible mal que azota a la humanidad de manera inmisericorde.

EL AUTOR es medico. Reside en Santo Domingo.
EL AUTOR es medico. Reside en Santo Domingo.

Lo más difícil de entender es que al paciente sobreviviente del cáncer muy pocos médicos les diseñan una dieta para prevenir la reaparición de esta enfermedad y la vida sigue igual, no hay cambio en los hábitos, todo el mundo se sienta a esperar a que aparezca otra tumoración maligna.  Nadie se pone a pensar en la existencia de órganos en el cuerpo de esa persona que pueden ser blancos del mismo factor desencadenante del mal.

El Instituto Americano del Cáncer plantea que dos de cada tres lesiones malignas se pueden evitar modificando la alimentación y cambiando el estilo de vida.

También es recomendable evitar los alimentos curados y ahumados.  Los nitratos y los nitritos, presentes en una gran cantidad de productos cárnicos, se transforman en nitrosaminas, sustancias consideradas, por muchos, cancerígenas.

Se recomienda que, dentro de lo posible, sean rechazados los alimentos producidos por manipulación genética.  Como pasa con un alto porcentaje del pescado que se consume, aunque también hay mucho de este alimento que es desarrollado por medio a la piscicultura, que dependiendo del alimento que les den puede ser muy dañino.  Una gran cantidad del pescado que se importa de Vietnam hacia nuestro país, crece encerrado, en ambiente controlado y como si fuera un pollo de granja.  En el 2010 la FDA de Estados Unidos autorizó la venta del primer animal genéticamente manipulado, el salmón AquaBounty, tenía casi el doble de tamaño y más del doble del peso de otro similar que no fue producido con esta tecnología.  Eso es lo que quiere el productor: aumentar sus beneficios sin importarle la salud del consumidor.

Por esta razón es que ha dado tanto trabajo en Estados Unidos para que escriban en las etiquetas de los productos si son o no producidos por manipulación genética.  En estos momentos el 90% del maíz y el 95% de la soya producidos en ese país son desarrollados con métodos transgénicos y se usan en la elaboración de los alimentos para un gran número de animales y del maíz se extrae un jarabe alto en fructosa, importante edulcorante usado en refrescos gaseosos y otras bebidas muy famosas en el mundo, algunas con el calificativos de que son de dieta. La soya transgénica ha sido asociada a numerosos tipos de cánceres en varios estudios.

La investigadora Irina Hermakova, de la Academia de Ciencias de Rusia, publicó un estudio donde se reportó que el 50% de las ratas hijas de madres alimentadas con soya transgénica murieron a las tres semanas de nacer; mientras que las ratas hijas de madres no alimentadas con soya modificada a nivel genético solo murió el 10%. La producción de alimentos transgénicos aumenta la incidencia de cáncer de hígado, cerebro, atrofia testicular y deterioro del sistema inmunológico, según revela una investigación del Dr. Arpad Pusztai, publicada por la revista The Lancet de Londres en el 1990.

JPM

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