Viviendas prefabricadas para damnificados de los huracanes

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EL AUTOR es periodista y escritor. Reside en Santo Domingo.

cada fenómeno atmosférico que impacta al territorio nacional nos lacera, nos deja como herencia maldita las secuelas de daños a veces insalvables en los sectores más empobrecidos de la nación.

Los vientos endemoniados de la naturaleza se abalanzan, se soslayan a su gusto contra los más pobres, los desarrapados sociales, los desguarnecidos.

Las cuantificaciones de los daños de los huracanes y tormentas suman miles de millones de pesos desde el huracán San Zenón hasta Fiona. Cada uno de estos fenómenos ha significado un frenazo a la sana evolución económica, ya que aunque a base de muchos esfuerzos y sacrificios el país logra recuperarse, no es un secreto para nadie que los gobiernos se ven obligados a desviar recursos y endeudarse para destinarlos a las recuperaciones de las zonas devastadas.

Los daños se sienten en todos los sectores de regiones y zonas impactadas. Dan duro a la agricultura, a la infraestructura (carreteras, puentes, edificaciones, viviendas, sistemas energéticos, telecomunicaciones, etc.).

El golpe más contundente, sin embargo, lo recibe el ser humano con la “destrucción de sus humildes casitas”, especialmente a todas aquellas personas indefensas que “malviven” en periferias de ciudades y comunidades, a orillas de cañadas y ríos, y en zonas vulnerables.

Conmueve ver cómo quedan las “casuchas”, las mal llamadas “viviendas” de los barrios pobres: cuando terminan arruinadas por el paso de un huracán o de una tormenta. ¿Y cuál es la suerte de las vidas de los seres humanos que las habitan? Un total desplome emocional.

Destapan miseria

La “única virtud” que tal vez se puede atribuir a estos fenómenos es que sirven para “desnudar” la miserable vida en que viven millones de dominicanos. “Encueran” -si vale el término- la hipocresía de la sociedad, de la clase dominante, de nuestros empresarios y políticos que nos venden bonanza, crecimiento y progreso  que se queda en un reducido grupo de dominicanos, los cuales, casi siempre, después de la tragedia, resultan ser los más dadivosos y caritativos.

Llueven aportaciones filantrópicas millonarias para redimir a los afectados –lo cual se agradece-. Pero quienes hacen estas donaciones son incapaces de propiciar o articular políticas públicas que rediman a esos pobres, que saquen a estos de sus cinturones de miseria.

El reducido número de favorecidos de la fortuna no destina tiempo para pensar y proponer políticas públicas –salvo algunas excepciones- que contribuyan a reducir los cinturones de pobreza. Sus iniciativas están más bien dirigidas, enfocadas de manera permanente, a obtener grandes ganancias para acrecentar sus capitales y ser cada vez más competitivo en los endiosados “grandes capitales”.

En la prensa se enarbola con sellos de grandilocuencia los gestos altruistas y las donaciones millonarias que estos hacen a los damnificados. Se celebra con atinados bullicios la instalación de los llamados centros de acopio que sirven para recoger con gestos de desprendimientos las donaciones de un ser dominicano “netamente solidario”, tanto los de aquí como los que están en la diáspora.

Viviendas prefabricadas 

Ante esta lamentable realidad difícil de eludir, el gobierno debe buscar soluciones prácticas que permitan aligerar los efectos que estos fenómenos causan en sectores marginados.

Debe muy especialmente dedicarse a recuperar las de por sí destartaladas “viviendas” de los pobres.

¿Qué hacer en este aspecto?

En primer lugar, sugerimos adoptar medidas de política social que vayan dirigidas a reconstruir o sustituir las viviendas dañadas a consecuencia de los fenómenos atmosféricos.

Y eso incluye:

1)       Crear un fondo especial para adquirir e instalar viviendas “prefabricadas” a damnificados impactados por huracanes y tormentas, etc.

2)       Instruir al Ministerio de la Vivienda a adquirir a nivel internacional “casas prefabricadas”  con estándares que respondan a las realidades de nuestro país, a fin de tener una reserva que dé respuesta inmediata a estos tipos de emergencia.

3)       Sustituir la práctica de reconstruir o reparar viviendas o “casuchas” en zonas de alta vulnerabilidad. En cambio, levantar “casas prefabricadas” en lugares que sean confirmados como sitios seguros.

Como los huracanes y tormentas son cada vez más frecuentes y destructivas, el Estado debe crear una red de “almacenes donde se resguarden las casas prefabricadas” que se adquieran en el exterior, con el objetivo de que estas estén disponibles para dar respuesta inmediata ante las emergencias.

Igualmente, el Estado deberá iniciar un proceso de captación de tecnologías de diseño y producción de este tipo de casas prefabricadas, de manera que se trace la meta de que estas puedan ser fabricadas por diseñadores, ingenieros y técnicos del país.

Paralelo a estas iniciativas para instalar viviendas prefabricadas, el Estado debe asumir la rigurosa política de no permitir la instalación de las mismas en zonas vulnerables, a orillas de ríos, cañadas y donde existan potenciales deslizamientos de tierra que pongan en peligro la vida de los ciudadanos.

En este sentido, una política pública al respecto tendrá  que garantizar la eliminación paulatina de asentamientos humanos en zonas vulnerables. Se debe aprovechar, a su vez, la oportunidad para ejecutar una política social que dote a personas pobres de viviendas prefabricadas que cambien su hábitat para un hogar más seguro y digno, con relación a las casuchas en que éstos viven en la actualidad.

De esta manera, en vez de observar patanas cargadas de madera, zinc y clavos que se trasladan hacia zonas afectadas por huracanes como ocurre ahora en las zonas de Higüey, El Seibo, Hato Mayor y Samaná, veremos furgones llenos de casas prefabricadas que se podrán instalar en un santiamén para sustituir las actuales «casuchas».

Esto, además, daría la oportunidad al Estado de ayudar a estas gentes pobres a que puedan zapatear de sus miserias y entusiasmase con una vida más digna para ellos y sus descendientes.

Ellos también son dominicanos. Qué esperamos entonces para ayudarles. 

¡Cásese con la gloria en un segundo matrimonio, Señor Presidente Luis Abinader!  Esta vez con esta iniciativa que es de gran impacto social  ¡Manos a la obra! 

jpm-am

 

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José Muralla
José Muralla
1 Año hace

Solo hay una cosa que hacer. Desde que uno de esos irresponsables construya una vivienda en esos sitios vulnerables que además son terrenos ajenos, ¡MACANA! Resuelto el problema

frank de jesus
frank de jesus
1 Año hace

LO QUE EL ESTADO DEBE HACER ES CAMBIARLE EL SOLAR o EL TERRENO VULNERABLES A LAS FAMILIAS QUE FUERON AFECTADAS POR EL CICLON FIONA POR UN APARTAMENTO DESCENTE Y SEGURO EN EDIFICIOS MULTIFAMILIARES CONSTRUIDOS EN LAS PARTES MAS ALTAS DONDE EL RIO NO VUELVA A HACER EXTRAGOS.EDIFICIOS,BIEN CONSTRUIDOS EN BLOCKS Y HORMIGON ARMADO PARA QUE SEAN RESISTENTES A LOS FUERTES VIENTOS CICLONICOS A QUE ESTAMOS EXPUESTOS EN TODAS LAS TEMPORADAS CICLONICAS .

frank de jesus
frank de jesus
Responder a  frank de jesus
1 Año hace

Y EN ESOS
SOLARES Y dEMAS TERRENOS VULNERABLES DE LAS ORILLAS DE LOS RIOS SE DEBEN CREAR PARQUES ECOLOGICOS PARA LA CONSERVACION DE LA BIODIVERSIDAD, LA PROTECCION DEL MEDIO AMBIENTE PARA QUE LAS LLUVIAS HAGAN SU PRESENCIA EN TODO EL AÑO Y A LA VEZ SE CONVIERTAN EN ATRACTIVOS TURUSTICOS DE CADA CIUDAD.

ROSA FERNÁNDEZ MATEO
ROSA FERNÁNDEZ MATEO
Responder a  frank de jesus
1 Año hace

POR ESO ES QUE ESTE PAÍS ESTÁ COMO ESTÁ… RESPÓNDAME UNA PREGUNTA… ¿POR QUÉ HAY QUE BENEFICIAR A INVASORES DE TERRENOS ( A ORILLAS DE RÍOS Y ARROYOS, DE LADERAS DE MONTAÑAS) CON MULTIFAMILIARES?
EL CICLO VICIOSO CONTINUA… UNA VEZ ASENTADOS EN APARTAMENTOS, LOS VENDEN Y VUELVEN A OCUPAR TERRENOS… VIENEN DE LAS ZONAS RURALES, VIENEN DE LA MARGINALIDAD A OCUPAR ESOS MISMOS LUGARES Y DE NUEVO, EL ESTADO TIENE QUE BUSCARLE SOLUCIÓN.
ESE MODELO DE HACER LAS COSAS NO FUNCIONA.