Un tercero en el PLD: ¿cuál?

Es una perogrullada pero al PLD –de cara al 2016- cada vez más se le va configurando una encrucijada política-electoral de tres vías: apelar a Leonel Fernández (que lo están esperando en el imaginario de sus adversarios políticos-electorales-mediáticos), mirar hacia Danilo Medina (que, en la opinión de algunos, sería lo mas cómodo y ventajoso) o trabajar un tercero (para otros casi desierto). Pero, ¿cuál sería ese tercero? Si soy coherente, debo repetir lo que ya he escrit ese tercero natural en el PLD debió ser Jaime David Fernández Mirabal, pero no está en eso (dicen por ahí). De modo que, al PLD de cara al 2016, en mi opinión, se le presentará (si no ya) un nudo gordiano de riesgo y desafío. Sin embargo, habría que darle seguimiento -exhaustivo-critico- a los estudios de posicionamiento y preferencia electoral que se hagan y que tengan sustento y rigor científico como para ser creíbles porque de los que han salido -hasta ahora- solo he auscultado tanteos, sesgos metodológicos-periodísticos, y los mas burdo, pura estrategia política electoral pagada por grupos económicos y oligopolios periodísticos (que esta vez buscan influenciar e inducir tendencias electorales claramente parcializadas); y los menos, han sido marketing político -de aspirantes-candidatos- disfrazado de encuesta. Pero hay algo que dificultará mas el 2016, el hecho significativo de que volveremos –electoralmente- a una suerte de retroces las elecciones presidenciales, congresuales y municipales serán prácticamente simultanea lo cual abre un amplio camino para practicas antidemocráticas hacia el interior de los partidos político (y mucho mas sin Ley de partido) com el arrastre, el dedazo y que peso mate a morisqueta. En mi opinión, un caos-“matadero electoral”. Ese retroceso (elecciones cuasi simultáneas) en materia electoral, operaría como desenfoque de alto riesgo en el contexto jurídico-político de un mercado o practica política viciada-asaltada por el clientelismo, el favoritismo, el nepotismo y la compraventa de voto. De tal suerte, que los partidos políticos, pero mas el que esté en el poder (en este caso el PLD), deberán de emplearse a fondo para establecer con meridiana claridad la prioridad jerárquica política-electoral, pues no será raro (ya sucedió en el 2012, en ultramar) que un aspirante a senador, a diputado, a alcalde o a regidor, entienda y opere en función de sus aspiraciones particulares, obviando la debida prioridad-jerárquica política electoral: el ejecutivo. Y ese criterio, deberá estipularse, subrayarse y, sobre todo, observarse rigurosamente en el seguimiento y cumplimiento de alianzas. Por ello es de vital importancia marcar estos dos aspectos: 1) definir tempranamente una correcta y novedosa campaña-estrategia que pueda prever el sesgo político-electoral del desenfoque en la prioridad-jerárquica (esto es: poder local-legislativo vs. Poder ejecutivo); y 2) la escogencia correcta del candidato. Y este último aspecto será crucial, pues un candidato presidencial que se perciba débil o flojo, así solo sea en las filas de su partido, operará como la justificación perfecta para contrariar, a cualquier precio, la prioridad-jerárquica política-electoral establecida. En síntesis, que la escogencia del candidato presidencial, para los fines de empatia-estimulo del todo electoral (esto es, senadores, síndicos, diputados y regidores), será determinante o desencadenante. ¡Que no se olvide! De suerte que el 2016, por muchísimas razones, se perfila como un proceso-coyuntura político-electoral de múltiples definiciones: de cierre-desquite (Hipólito vs. Leonel); de vuelta a una recurrencia histórica (a la vista de algunos: cuasi victoria electoral); o de pronósticos reservados (el escenario de una ruleta rusa). ¿Cuál de estos escenarios terminará configurándose? Yo no lo sé, pero tampoco vislumbro un nuevo fenómeno político-electoral en lontananza.

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