Ultraje al pudor

Jennifer López, popular actriz y cantante de origen puertorriqueño, ofreció un concierto en el mes de mayo del 2015 en la ciudad de Rabat, capital de Marruecos, en la que como siempre, la sensualidad de la Diva del Bronx, explotó sin contemplación alguna, durante todo su espectáculo, provocando que Mujtar Talihi un ciudadano marroquí, denunciara por ante las autoridades correspondientes, que  ese derroche de sensualidad y poca ropa, fue obsceno,  y por ello esta había cometido  el ilícito penal de  “ultraje público al pudor”, que es  castigado  por la legislación vigente de ese país. 

Son muchos los tabúes que en todas las latitudes  persisten sobre la sexualidad.

A finales del siglo XX, la sexualidad se dividía entere licita e ilícita, regulando como debían procurar los individuos sus placeres sexuales, pero hoy día, lo que se considera obsceno, diferirá según las culturas y costumbres  prevalentes en cada sociedad, aunque este ilícito ha desaparecido en casi la mayoría de todas las legislaciones, amparado en lo que la jurista argentina Marcela Lacub define como “el paradigma consensualita”,  desterrando de nuestra legislación la palabra pudor por la dehonestidad.

La expresión “ultraje al pudor”  se tipifica en “todos los actos que constituyen los crímenes de índole sexual, tales como el estupro, así como también, a los  atentados violentos a la honestidad, concebidos o consumados”.

Este “paradigma consensualita”,  producto de conquistas de las “minorías” y de la lucha de la  violencia contra la mujer, en procura de igualdad y respeto, no justifica bajo ningún concepto acciones como la que ahora les comparto.

Este pasado 14 de febrero, con motivo del día del amor y la amistad,  fue colgado en las redes social un video, viral en pocos minutos, que tuvo como locación  el  liceo Benito Juárez en Cristo Rey, y sus protagonistas fueron,  una pareja homosexual que  festejaba su relación en medio de las “porras” de los estudiantes del plantel, constituyendo a nuestro juicio un verdadero “Ultraje público al pudor”.

Cada cual tiene derecho a sus preferencias, pero ese tipo de accionar,  retorcido por demás,  bien puede enmarcarse dentro de un  exhibicionismo, que debe ser reprochado por toda la sociedad.

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