Semiología tricotómica de Peirce

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EL AUTOR es catedrático universitario. Reside en Santo Domingo.

 

El análisis de la teoría del signo de Charles Sanders Peirce conduce a las tricotomías del fanerón. Aunque nuestro sublime autor presenta diez categorías del signo, infiero que en realidad se trata de cuatro. Cada tipo se funde en uno de tres en tres. El décimo corresponde al interpretante, en tanto constituye las destrezas del pensamiento implicadas en la semiosis o proceso de significación entre un representamen, su objeto y su interpretante.

La primera tricotomía es: cualisigno-sinsigno-legisigno. El primero refiere al signo-representamen que en su forma o esencia constituye cualidades en sí mismo y en relación con el objeto que representa. El sinsigno refiere al signo-representamen que no guarda relación directa  con su objeto, pero contiene algún elemento que lo indica. El signo-representamen legisigno refiere a los signos que se establecen por convención social.

La segunda tricotomía es ícono-índice-símbolo. El ícono es el signo-representamen que comparte en su forma, cualidades del objeto real que representa. Por ejemplo, los croquis, mapas, maquetas, caricaturas, fotografías; los signos de cortar, pegar, copiar, guardar, etcétera, de la bandeja de entrada en un correo electrónico también son íconos.

El índice refiere al signo-representamen que no gurda relación directa con su objeto, pero contiene elementos que permiten al interpretante inferir su presencia. Por ejemplo, si de repente el cielo se llena de nubes negras, podemos inferir que lloverá. Si el semáforo cambia a amarillo, sabemos que pronto estará rojo. Estas ilustraciones muestran que el índice coincide con el sinsigno.

El signo-representamen símbolo coincide con el legisigno dada la arbitrariedad que le confiere sentido. En estos entra la semiología verbal trabajada por Ferdinand de Saussure y sus seguidores. También incluye expresiones no verbales. Algunos ejemplos son: la cruz como símbolo convencional del cristianismo; la balanza como símbolo de justicia; un corazón como símbolo de amor.

La tercera tricotomía está compuesta por rema-dicisigno-argumento. La rema es el signo-representamen de posibilidad cualitativa que no coincide en esencia con la realidad. Pudiera proporcionar alguna información, pero no se interpreta que la proporciona. Por ejemplo, si escuchamos tronar en medio de un radiante sol, pudiéramos interpretar lluvia, pero pudiéramos pensar que se trata de alguna nave espacial, etcétera. Es un cualisigno en esencia.

El dicisigno o signo dicente es un signo de existencia real que involucra a un rema para interpretar el objeto al que refiere. También recibe el nombre de proposición, en lógica, y en lingüística corresponde al enunciado. Por ejemplo, la expresión “la casa es pequeña” ofrece la oportunidad de verificar su valor real. Esta categoría coincide en esencia con sinsigno y, por lo tanto, con el índice.

Finalmente, un argumento es un signo de ley o convención, por lo que coincide con el legisigno y con los símbolos, los cuales se ejemplifican más arriba. Esta es una categoría compleja, pues involucra silogismo, es decir, razonamiento. Precisamente, la cuarta tricotomía es la de los argumentos.

Para Peirce, más que signos, entiende que abducción, deducción e inducción son tipos de razonamientos. En ellos entra en juego el famoso silogismo: Todo ser humano es mortal (deducción). Sócrates es un ser humano (inducción). Sócrates es mortal (abducción o inferencia). Como se observa, el signo argumentativo se estudia en su proceso (semiosis) y en su producto (texto), en inmanencia y trascendencia.    

En sentido general, lo que a la sazón percibo de la obra de Peirce, es nada más y nada menos que su profunda formación en lógica, matemática y en filosofía. Por eso, aplica magistralmente los procedimientos propios de las ciencias positivistas al fanerón, tal y como lo hizo Ferdinand de Saussure con la dimensión verbal del lenguaje.

Se trata, entonces, de una teorización necesaria para conocer los universos comunicativos que emanan de la facultad únicamente humana del lenguaje como significante/significado semiolingüístico de la cultura. Hasta este momento se puede afirmar que la teoría de Peirce es esencial para abordar los estudios del discurso en sentido cosmológico, en tanto el fanerón es el lenguaje: “el universo de los universos comunicativos”.

En un próximo artículo abordaré la teoría de los grafos existenciales de nuestro profundo e interesante autor (Véase: C. S. Pierce (1973) La ciencia de la semiótica. págs. 43-62. Traducción de Armando Sercovich. Ediciones Nueva visión, Buenos Aires). 

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