Puerto Rico y RD, dos pueblos hermanos

 

Los vínculos de Puerto Rico y República Dominicana a lo largo de la historia son sobresalientes.  El sembrador de la semilla de la libertad de Puerto Rico, el prócer Ramón Emeterio Betances entre los años 1861 al 1872 se paseó por los territorios de Santo Domingo, Cuba, Haití y Saint Thomas,  gestionando  apoyo para concretar las utopías de la libertad de Puerto Rico y la construcción de una Confederación de las Antillas Libres.

Exiliado político en 1861, Betances entabló sólidas relaciones de amistad con el General Gregorio Luperón, con  Fernando Arturo de Meriño y muchos otros liberales de la época. Aquí vivió este padre de la patria de Puerto Rico, adquirió propiedades y llegó a construir familia.

En momentos en que peligraba nuestra independencia, el mismo Betances se reunió con Luperón en Saint Thomas, para darle su apoyo en su lucha contra el caudillo Buenaventura Báez, que planeaba la anexión de nuestra República a los Estados Unidos.

Otro ilustre prócer, luchador abolicionista puertorriqueño, que precedió la obra  pedagógica de Hostos en nuestro país, fue el brillante educador, político y periodista liberal Román Baldorioty de Castro, quien enseñó en Santo Domingo Ciencias Físicas y Naturales entre 1876 al 1878.  Fueron discípulos de este notable boricua José Pantaleón Castillo,  Francisco Henríquez y Carvajal y otros notables jóvenes dominicanos.

Un caribeño singular fue Don Eugenio María de Hostos, el más ínclito de los educadores de américa.  La obra pedagógica y revolucionaria de este prohombre puertorriqueño es icónica.  Su existencia estuvo marcada por la adversidad, debiendo vivir en un permanente peregrinar por Estados Unidos, España, Chile, Venezuela, Perú, Argentina y  la Republica Dominicana.  En estos países, el Maestro concretará un fértil ejercicio pedagógico, filosófico, periodístico, político y patriótico, equiparable a la de los grandes próceres latinoamericanos.

El insigne Maestro visitó y/o vivió en cuatro ocasiones en la República Dominicana, erigiéndose en el apóstol de la iluminación dominicana; en el pedagogo rebelde; el sociólogo impulsor del cambio político y cultural y el filósofo del compromiso con la libertad e independencia de los pueblos del caribe y de toda américa.

Qué bueno que hoy miles de Puertorriqueños están emigrando a Santo Domingo en busca de un mejor destino, como a partir de los años ochenta miles de dominicanos migraron a esa isla a un exilio económico.  Recibirlos es un acto de solidaridad.

jpm

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