Monseñor Masalles y la Iglesia de siempre

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

Creo que fue en la Semana Santa de 1977 cuando se produjo una de las más feroces embestidas de la Iglesia Católica contra el Gobierno del doctor Joaquín Balaguer, llevada a cabo por varios sacerdotes de renombre que tuvieron a su cargo rememorar las últimas siete palabras de Jesús en la cruz del calvario.

Atacaron la corrupción, el macuteo, la mordida, el tráfico de influencias, las violaciones de los derechos humanos, en fin, todo lo que para entonces era reprochable y formaba parte de la cotidianidad.

Es por ello que las ocasionales cartas pastorales o documentos de la Conferencia del Episcopado Dominicano, lo mismo que el Sermón de las 7 Palabras en Semana Santa motivan la atención de todo el país, pues si bien se alega que la membresía de la Iglesia ha bajado en las últimas décadas—lo cual está confirmado por las estadísticas—su influencia social no ha disminuido un ápice, al menos en la República Dominicana nuestro país.

De ahí que no deben causar sorpresa la dura posición de monseñor Víctor Masalles, obispo de la diócesis de Baní, contra determinados asuntos de la cotidianidad nacional, en especial el interminable proselitismo, los aprestos de modificación de la Carta Magna y otros aspectos cruciales.

En ese contexto, la posición de la iglesia católica ha sido siempre la misma. Asume con dureza la defensa de los más necesitados, con la excepción de algunos puntos oscuros en lugares específicos, como los traspiés en que obispos se pusieron del lado de los malvados representados por dictadores violadores de los derechos humanos que en el pasado fueron prohijados por los Estados Unidos en América Latina.

¿Cuál ha sido siempre la reacción del Gobierno frente a la posición de la Iglesia Católica? La misma en todas partes.

En algunos casos dicha reacción ha sido sólo de una simple negativa de los males enjuiciados, o el compromiso de las autoridades de procurar la corrección de los problemas denunciados.

Sin embargo, hubo ocasiones en las que los Gobiernos fueron más allá de lo razonable, asesinando sacerdotes sin ninguna misericordia.

¿Cómo olvidar los asesinatos de religiosos salvadoreños a manos de escuadrones de la muerte que en la década de 1980 fueron entrenados y sostenidos por Estados Unidos con la coordinación de Eliot Abrahms, un siniestro personaje que por una desafortunada coincidencia ha vuelto a escena con ocasión de la crisis venezolana?

Esa triste historia de nuestra región está latente. Afortunadamente, en la República Dominicana los religiosos no han aportado sus vidas como precio a pagar por ser contestatarios.

Sus críticas generan reacciones en el Gobierno—a veces fuera de tono, si se quiere—pero de ahí no pasan.

Nelsonencar10@gmail.com

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