OPINION: McNamara, Maquiavelo y el síndrome de Lenín en el PLD

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EL AUTOR es ingeniero industrial y consultor empresarial. Reside en Santo Domingo.

Movilizaciones sociales y la resistencia de individuos aislados frente al continuismo, ocasionalmente generan triunfalismo para el 2020. Algunos perciben que pugnas internas provocarán, determinísticamente, la división  peledeísta, propiciando el triunfo  del frente unitario opositor, integrado por ciudadanía independiente y partidos políticos. Recordemos a Churchill: “Cuidado con aflojar la tensión. Nada de optimismos prematuros”.

No debe ignorarse que los  peledeístas confrontados conocen la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada (DMA),  adoptada oficialmente por el famoso Secretario de Defensa americano, Robert McNamara. En inglés “Mutually Assured Destruction” MAD, significa “loco”, pero esencialmente  consiste en  una doctrina militar que fundamenta la paz en  el equilibrio de fuerzas entre  arsenales nucleares de potencias rivales, existiendo la certeza de que en cualquier guerra termonuclear no habrá ganadores. Quien dispare primero, muere de segundo.

 Wilkie Collins esbozó originalmente la DMA en  1870: “Yo comienzo a creer en una sola influencia civilizadora, el descubrimiento, uno de estos días, de un agente destructivo tan terrible que la guerra significará aniquilamiento total y por tanto el miedo de los hombres los forzará a mantener la paz”.

Hace 51 años, en Septiembre 1967,  McNamara pronunció su conocido discurso “Disuasión Mutua”, proclamando: “Ningún ciudadano líder político o nación sana quiere la guerra termonuclear”. “La piedra angular de nuestra política estratégica continúa siendo disuadir un ataque nuclear contra Estados Unidos o sus aliados. Hacemos esto manteniendo una habilidad altamente confiable de infligir daño inaceptable en cualquier momento durante el curso de un intercambio nuclear estratégico, aun después de haber absorbido un primer ataque sorpresivo. Esto puede ser definido como nuestra capacidad de destrucción asegurada. Es importante entender que la destrucción asegurada es la esencia de todo el concepto de disuasión”.

Este simple texto induciría a pensar que Leonel y Danilo se arreglarían, aplicando pragmáticamente la “realpolitik”, porque según la DMA no habría ganadores peleándose  entre ellos. Faltaría constatar  si sus  arsenales políticos están equilibrados. Existiendo desequilibrio el más poderoso podría, soberbio, propiciar una guerra interna, sabiendo  que habría un claro vencedor y un derrotado, sin destrucción mutua. 

Si Danilo y Leonel, y sus facciones, fueran boschistas harían abstracción del botín, no habría motín  y concertarían un pacto, con vocación de cumplirlo, evitando su Destrucción Mutua Asegurada. Quedaría algo indefinido. Leonel, con la erudición  que trata de exhibir, habrá leído, releído, manoseado “El Príncipe”. Finalizando el Capítulo III Maquiavelo dictaminó: “De aquí se deduce una regla general que nunca o raramente falla: que quien propicia el poder de otro, labra su propia ruina; porque”… “aquel poderío”,… “y…estos medios resultan sospechosos a aquel que se ha vuelto poderoso”.

Esa admonición cobró vida en 2012 cuando Leonel violó el presupuesto para ungir a Danilo  Presidente. Vengativo, porque anteriormente lo “venció el Estado”, Danilo intentó estigmatizar a Leonel, condenándolo públicamente por un Déficit Fiscal que, irónicamente, financió  el triunfo del propio Danilo, quien proclamó, desembozadamente, que en Hacienda solamente encontró  papeles viejos. Ademas  lo acusó de concertar un contrato inaceptable, infamante, supuestamente entregando a Barrick 97 dólares por cada 100  de ingreso, dejándonos  únicamente tres dólares para los dominicanos, a cambio de nuestro oro.

 Leonel, divinizado por acólitos como el más trascendente  activo político dominicano  y mundial, fue asediado por Danilo pretendiendo, acaso, transformarlo en  “activo tóxico”, o sea, un activo  registrado en libros con  valor contable altísimo, inflado, pero con valor de mercado nulo o negativo. Conociendo la advertencia de Maquiavelo, y habiendo sufrido  en carne viva  latigazos  lacerantes, inesperados, o inmerecidos  ¿apoyaría  Leonel a Danilo, labrando nuevamente “su propia ruina”?

Inversamente: ¿Danilo apoyaría a Leonel? ¿Estaría  Danilo imbuído del  Síndrome de Lenín, no del revolucionario ruso,  sino de Lenín  Moreno, electo Presidente apadrinado por su antecesor, Rafael Correa, quien tuvo que abandonar Ecuador al dejar el poder? Correa reside hoy en Bélgica, solicitado en extradición por graves acusaciones formuladas por su sucesor y protegido. ¿Simulará  Leonel, ocultando recónditas ansias de venganza que pudiera albergar? ¿Se expondría  Danilo a que Leonel, reelecto Presidente, pudiera desquitarse reales o supuestos agravios sufridos?  ¿Prevalecería la magnanimidad?  ¿Se equivocaría Balaguer sentenciando: “La magnanimidad no suele caber en los cálculos egoístas de los hombres poseídos por el demonio del mando”?.

En  1978 el pueblo unido derrotó a Balaguer y “Los Incontrolables”. Ahora, como ayer, el frente unitario opositor, con  fuerzas propias, plebiscitarias, vencerá al PLD, unido o con cisma morado. 

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