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Más inversión en lo micro
Hemos tenido avances interesantes en aspectos necesarios para el desarrollo humano durante las últimas décadas en América Latina, dentro de los que podemos señalar la revolución democrática que de estar dirigida por dictadores pasó a ser representativa. Para mí el principal logro adquirido, puesto que la represión, persecución y los abusos que se cometen en las tiranías son inaceptables. Aunque la “Democracia” acarrea consigo algunos males muy lacerantes, es indiscutible que los régimen dictatoriales transgreden todos los derechos humanos, por ello considero que hemos logrado avances sustanciales en cuanto a derechos y muchos otros temas en la región, pero nos falta mucho por hacer, más cuando vemos cifras como las del promedio de crecimiento del PIB de los últimos tres años en la región, un 2% frente a un 5 % que era la media hace unos años atrás, es para preocuparse. Añadimos que el continente en los últimos 20 años sólo registró un crecimiento promedio del 1.6% frente al 3% de países como Corea del Sur, Turquía o Polonia. A esto se agrega, además, que el 20% de la población (ricos) capta el 47% del ingreso total y el promedio de empleo informal ronda el 60% en la región (unos 130 millones de personas). Razones que sustenta la noción de que América es el continente más desigual del mundo. Durante la reciente celebración del VI Fórum Económico Internacional sobre América Latinay el Caribe se llegó a algunas conclusiones importantes: Hubo consenso en la perentoria necesidad de una revolución educativa, “tanto en lo que se refiere a la inclusión social de mujeres y jóvenes como a la búsqueda de la excelencia”; como bien lo definiera el vicepresidente de Uruguay Danilo Astori, “es el primer paso para mejorar la productividad, la apuesta por la calidad y la apertura de la sociedad”. Asimismo, la importancia de fomentar una mayor cooperación internacional e integración regional para abordar los grandes proyectos de infraestructuras, así como en la defensa de las pymes frente al poder de los monopolios. Cuando vemos estas preocupaciones nos percatamos que en República Dominicana hemos comenzado (a partir del 2012) a trillar el camino correcto bajo el mandato del presidente Danilo Medina. No podemos darnos el lujo de retroceder ni desviarnos en nuestro objetivo, y para eso necesitamos o que el presidente Medina continúe o que su sustituto tenga la humildad y la capacidad de continuar su obra de gobierno, dejar su impronta, pero sin desviar ni un centímetro todas las revoluciones sociales iniciadas en esta gestión. Es importante observar detenidamente los candidatos y depurarlos bien, forzarlos a mostrarnos una propuesta, un plan de gobierno realizable. Debemos motivar a que hayan debates televisados a nivel nacional, para conseguir que el nivel de nuestros políticos se eleve y que a la vez podamos ver quienes tienen capacidad y dominio de los temas, además de capacidad para responder cuestionamientos. El caso de República Dominicana se me parece mucho al de Brasil, para poder seguir por el camino del desarrollo real entiendo que Reinaldo Pared Pérez sería una especie de Dilma Rouseff, quien podría ser un discípulo de Danilo (en este caso sería el Lula) idóneo debido a la capacidad de gerencia mostrada y muchas otras cualidades, en caso de que el presidente no pudiera reelegirse. Está demostrado que las cifras frías macroeconómicas no necesariamente se reflejan en mejor calidad de vida de los ciudadanos o en una reducción directa de la desigualdad social, muy por el contrario, hacen desaparecer una franja importante de las sociedades, porque no aparecen como pobres, sino como consumidores de clientelismo (funditas de comida, bonos), de acuerdo a la definición de los organismos internacionales, pero en la realidad no han ascendido socialmente y esto es peor porque quedan invisibles, aunque siguen siendo igualmente pobres. Por el momento solo nos queda esperar y estar vigilantes para que haya más inversión en lo micro sin descuidar lo macro, pero con una cultura en dirección de crear ciudadanos más independientes, con mayor poder de compra, más educados, con libertad y más independencia de criterio en toda América Latina.