Los paros médicos
Los hospitales se convierten en una tenebrosa antesala de la muerte. Es el infierno, donde debería haber salvación. En los últimos años, antes que ser centros de sanación, se han tornado en terrenos de lucha social, política y de egos.
Hay que tratar de volver a vestir a los hospitales del Estado del marco de centros para el cuidado de la salud de los más necesitados. El sistema hospitalario ha perdido impulso y en vez de un amplio desarrollo, no pasa de ser paredes donde se cobija la desgracia humana.
Hace muchos años, los hospitales del Instituto Dominicano de Seguro Sociales fueron de los más modernos y pioneros en adelantos científicos del país. Hoy son simples cascarones, donde los médicos y directivos lloran su impotencia. Su actual director, el siquiatra César Mella, comienza a realizar una buena labor, pero habrá que esperar hasta dónde pueda llegar en un carro sin combustible y sin neumáticos de respuesta.
Conociendo el historial del doctor Mella es seguro que no abandonará su labor al frente del Seguro Social hasta que pueda lograr, por lo menos intentar, salvar ese barco a la deriva. Difícil misión, donde todo está predeterminado al fracaso, por culpa de los años de abandono.
El gobierno ha invertido millones de pesos para la ampliación y modernización de sus hospitales, pero me da la impresión de que falta algo que no se puede conseguir con dinero ni con equipos: el deber, la entrega y el sacrificio de los médicos.
Hay tozudez innecesaria de parte de funcionarios del sector salud, que tratan de escurrir el bulto y no cumplen con su función de llevar a cabo un diálogo responsable para evitar los molestosos paros. Hay irresponsabilidad, prepotencia y una acción anti-humana de los directivos del colegio Médico Dominicano cuando se trata de presionar para conseguir conquistas económicas y profesionales.
Las demandas por un reajuste salarial no pueden ir a contrapelo de la salud de los pacientes. Las peticiones se hacen al gobierno, pero se golpea a los pobres que van a los hospitales. Es una jugada de carambola. Se busca que en su desesperación, los pacientes sean los que influyan para que el gobierno entregue el reajuste salarial.
Hay que llegar a un acuerdo sobre el aumento de salarios a los médicos, y luego entrar a la nueva demanda del horario de trabajo. Colocar los dos puntos en una agenda es una acción alocada. No puede haber solución al problema de los horarios, si primero no se soluciona el de los aumentos.
El diálogo debe continuar. Los paros deben ser suspendidos en los hospitales del Estado. Cuando un médico deja de trabajar le está quitando la vida a un dominicano de escasos recursos, que no puede ir a una clínica privada. Con las batas caídas, únicamente condenados a muerte a la parte más sensible del pueblo. Solución mediante la concertación, la humildad y el sacrifico.

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