Los mensajes ocultos en los discursos políticos

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Nueva York.

Ya me resulta imposible disimularlo. Los discursos políticos me seducen tanto como el whisky mayor de edad o los tempranillos de La Rioja. De manera particular, los presidenciales. Porque es que los mandatarios, en especial, los de países “tercermundistas”, siempre esconden algo “entre líneas”, como si quisieran jugar con la imaginación de la gente.

Y a mí me encanta tratar de leer esos mensajes codificados, de los que se creen “tocados”. Tocados, vaya usted a saber por quién; pero lo cierto es que, casi siempre deciden no hablar claro. Los que tienen cierta cultura, o mejor dicho, los que “han pasado páginas para la izquierda” -a menos que sean judíos- se valen de las tradicionales metáforas, parábolas y enigmas.

Hay otros, no muy bien dotados en el arte de encantar a la gente común, que se conforman con dejar cabos sueltos, hacer paradas de dos cabezas, no afirmaciones en firme, o sea, “cantinflear”, sugerir, especular, dejar interrogantes sospechosas, pero jamás fijar un “statment” o “declaración jurada” que comprometa el futuro de su palabra. Algunos tienen éxito, pero, hay otros que simplemente son “caraduras” y hacen todo lo contrario de lo que dijeron antes.

Con esa preocupación y un café expreso, me senté a leer el discurso que ya había escuchado el lunes 22 de julio. Y en verdad, no encontré nada excepcional en la pieza oratoria. Casi todo se pudo leer en el rostro del presidente Medina, que fue mas claro que su voz y que la transcripción que se publicó en los portales electrónicos.

Aun así, noté algunas peculiaridades. Por ejemplo, Danilo nunca pronunció el vocablo constitución, en un texto de unas dos mil palabras, motivado precisamente, por el deseo suyo y de su equipo, de modificar la susodicha constitución. Algo sumamente extraño.

Y extrañado, consulté a Mireyita Corcino, una amiga del alma que hace 50 años, nos montamos en un tren descarrilado, del que atinamos a saltar a tiempo y -a pesar de los rasguños- pudimos salvar la independencia del pensamiento propio, algo tan valioso en esa primavera del 68.

Con cierta vehemencia, propia de esos tiempos convulsos, me dijo casi de inmediato: Rolando, en mi casa nos enseñaron a nunca pronunciar la palabra “diablo”, porque le teníamos un miedo terrible; en su lugar, la trocamos por otras, como el “diache”, “el diantre”, el “pecucio”, el “pájaro malo”, en fin, cualquier nombre, menos “el diablo”.

No sé lo que tú piensas, pero yo creo que el problema anda por ahí. Él le tiene tanto miedo a la constitución que, jamás pronuncia su nombre. Lo mismo que le pasa al Diablo con la Cruz, que no la puede ni ver; Y dio el asunto por terminado.

Pero Mireyita, sin embargo, parece que había leído y releído el discursito de marras, y me hizo a su vez, otras observaciones. A continuación las comparto, para ver hasta qué punto conserva, mi vieja amiga, ese espíritu irreverente, rebelde e inquisidor que la caracterizó de antaño. Pero además, para demostrar, lo sinuoso del discurso de Medina.

  • Cuando el presidente valora como positiva la reforma constitucional de 2015, por haber incorporado la posibilidad de optar por dos períodos consecutivos, parece obviar -por olvido o deseo propio- que esa misma reforma contempla en el transitorio 20, que el “agraciado” que opte por ese segundo mandato, no puede ser presidente de nuevo.
  • Medina sabe muy bien que esa fue la salida que su equipo propuso para que se le permitiera la reelección, lo cual evidencia que él jamás tuvo intenciones de cumplir con lo acordado, revelándose como una persona incumplidora de los acuerdos. El mismo pueblo que votó por él, llama despectivamente a esas personas incumplidoras, con un sobre nombre que, para nosotros resulta impublicable.
  • En un momento de su discurso, Medina afirma que en cuanto empezó su segundo período, se puso en marcha una campaña de descredito y desinformación sobre sus intenciones reeleccionistas, a pesar e que él nunca mostró estar interesado en ello. Pero le faltó decir que todo vino porque gente “muy calificada” de su equipo vivía en la calle anunciando su intento de reelegirse. O talvez, fue que lo “olvidó”.
  • Luego afirma que, le encargó a tres compañeros que negaran el asunto, pero, parece que ellos no oyeron bien, porque resultó todo lo contrario, aunque -hay que reconocer- lo intentaron, pero en verdad, sólo lograron montar una especie de sainete, y dieron a entender todo lo contrario.
  • Mas adelante, Medina “se canta y se llora” al mismo tiempo, al afirmar que, ante tantas solicitudes de que intentara de nuevo montar la reelección, lo llegó a evaluar. Y lo evaluó tanto que hasta dijo ante la Asamblea Nacional: “voy a pagar el precio que sea necesario para servir al país..”; pero claro, él sigue insistiendo en que, eso era parte de la campaña de descrédito contra su obra de gobierno.

Vistos estos puntuales señalamientos de mi amiga, la profesora Corcino, debo agregar que, la decisión de no modificar la Constitución, me luce -siempre de acuerdo con el presidente- que no tuvo nada que ver con la oposición externa al PLD y al gobierno sino, a las acciones de ese grupo que él define como: “minoritario y minúsculo”, que se impuso a la mayoría.

Esto sí que representa un absurdo, como mas absurdo es todavía, que el presidente pretenda seguir simulando que su apoyo a Gonzalo Castillo ha venido simplemente porque ninguno de los otros pre candidatos -que él mismo mandó a renunciar- nunca consiguió despegar con fuerzas, como para ser considerado su heredero, delfin o alfil, que son los eufemísticos nombres con que se denomina al pupilo politico.

La realidad es que Castillo siempre fue su “plan B”. Ahora su problema será, detener la fragmentación de su grupo ante tanta deslealtad, por parte de un líder que lleva décadas recibiendo muestras -bien reciprocadas, hay que admitir- de sacrificio, respaldos y fidelidades, de parte de varios de esos compañeros.

De cualquier manera, ninguno de los pre candidatos “que no despegaron”, puede confiar a futuro en Danilo Medina. Su influencia no pasará de lo que pueda hacer un decreto antes del 16 de agosto del 2020 y hay gente que abandonó el poder a solicitud del presidente, por tanto, una reposición no se considerará una justa compensación.

Lo único que subsana la burla es el señalamiento directo, y el dedo mágico solamente puede apuntar hacia uno, abandonando a los otros. Pero viene a ser que, ya es evidente que el elegido es Gonzalo Castillo, por tanto, no habrá paz entre los pre candidatos desplazados y el proyecto de Medina a futuro.

¿Para dónde cogerán los mal llamados “alitas cortas”, ante el claro desplante de Danilo Medina?

Es la pregunta que cierra este tema, una vez oído el discurso y vistos los cientos de vehículos pintados por adelantado en apoyo al elegido.

¡Vaya usted a saber!

Pero se puede adivinar, digo, si es que tienen vergüenza y olfato político.

of-am

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