Los indocumentados

En un futuro no muy lejano, para no hablar de un presente en evolución, entre el 20 y el 30 por ciento de la población que hoy carece de registro legal, podría ser determinante. En los procesos electorales, no son los intelectuales o los empresarios los que inclinan la balanza, sino los de fuera del círculo, los fantasmas sociales, los excluidos. Si a ese 20 a 30 por ciento de la población que no tiene documentos legales se les facilita el acta de nacimiento, en algún momento será una cantidad apreciable de votos. Desde luego unos son bebés, otros niños, otros adolescentes y muchos adultos. Pero en algun momento será un grupo compacto con fuerza de decidir unas votaciones o cualquier otra manifestación cívicas. La Junta Central Electoral y el Gobierno tienen que dar un máximo impulso a que todos los dominicanos tengan su documento de identidad. La prioridad no es la documentación de los haitianos ilegales, como presionan organismos internacionales, sino solucionar un mal nacional.Se comienza a realizar un buen trabajo en clínicas privadas y hospitales públicos, de que todos los recién nacidos salgan con su documento de identidad. De seguir ese ritmo la brecha será cerrada. Los excluídos muchas veces no son tomados en cuenta, pero todos los movimientos sociales del mundo se llevaron a cabo sobre sus hombros, utilizados de punta de lanza y dejando en el esfuerzo su sudor, su sangre y sus lágrimas. Como señalaron los grandes filósofos orientales, las debilidades de las civilizaciones no se presentaron por su grandeza y omnipresencia, sino por sus debilidades. La revolución industrial, que cambió la forma masiva de producción, tuvo su debilidad en el proletariado y sus demandas sociales, incluyendo un salario justo y un horario conveniente. Detrás de los filósofos, religiosos, neo-monarcas de la revolución Francesa, estaba el hombre sin nombre, sin rostro, sin hogar, y que levantó su azadón para pedir pan, libertad y solidaridad. Traspolado al ambiente dominicano, en el siglo 21 no hay excusa para que cientos de miles de nacionales carezcan de sus documentos de identidad, lo que en cualquier momento de la vida les evitará inscribirse en la escuela primaria, y obtener su cédula. Propongo que junta con las brigadas que participan en los programas de alfabetización, se integre la búsqueda de los dominicanos que carecen de documentos legales, para que de esa forma se cumplan dos objetivos prioritarios; enseñarles a escribir y leer, y que sepan legalmente como se llaman. Abogamos por un país civilizado y con mejores condiciones de vida para sus habitantes, por lo que este programa debe ser parte de un esfuerzo nacional en el camino del desarrollo. .

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