Los candidatos del PLD

Todos los políticos dicen más o menos lo mismo cuando están en campaña, con
distintas palabras, como en un juego de malabaristas que compiten por el poder para,
luego en el trono, hacer exactamente lo contrario a lo que han prometido, porque
“una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”. No es lo mismo un candidato que
un presidente. El candidato es un hombre bueno, cercano, que abraza viejas y viejos
sin dientes y semidesnudos fruto de la miseria que ellos mismos producen, cargan
niños harapientos, que apenas caminan por la falta de alimentos, que no hablan
porque nadie les ha enseñado, que se mueren en los hospitales porque no hay
atención. Un político es un encanto, pero tan pronto se instalan en el gobierno se
colocan distantes de la gente que lo colocó en la cúspide. Como si las odiara.

Los candidatos del PLD son adorables; hilvanan las palabras de una forma muy
especial. A cualquiera convencen. Son como los hombres cuando están enamorados de
una mujer: prometen el cielo, la luna, las estrellas y todo el universo, pero después que
se la “levantan”, que la consideran suya, la abandonan, la cambian por otra o le son
infieles. Eso hacen con el pueblo: lo enamoran con “lindas palabras muy tiernas”, le
compran los deseos de cambios y superación, pero tan pronto llegan al poder les dan
una patada en el trasero, dejándolo sumidos en la pobreza.

Danilo Medina prometió hacer lo que nunca se había hecho. Y cumplió: empeñó el
país, lo convirtió en un narco-estado, inseguro y brutal, sin valores ni humanidad.
Nadie lo había hecho, es verdad. Como dice el dirigente reformista Guillermo Caram,
Danilo ha tomado más dinero prestado que todos los presidentes juntos a lo largo de
la historia. Y eso, damas y caballeros, nadie lo había hecho.

En los 20 años que el PLD ha gobernado no han resuelto ningún problema nacional
fundamental. Reto a cualquiera a que demuestre lo contrario: no hay energía eléctrica
(los apagones continúan), no hay agua potable (miles de hogares sin el preciado
líquido), el sistema de salud colapsó (hospitales destruidos sin los equipos necesarios
ni medicamentos fruto de una inversión pírrica), la inseguridad ciudadana es tal que
todos caminados temerosos de que nos asalten, violen o maten, la educación, pese al
4% del PIB, nos mantiene en los últimos lugares en todo el hemisferio, la pobreza no se
detiene (9.5% de la población pasa hambre, según las Naciones Unidas) , el déficit
habitación supera el millón 500 mil, el empleo es de mala calidad, casi el 60% es
informal, la deuda externa es insostenible (más del 54% del presupuesto se va en pago
de los intereses de la deuda, el sistema de justicia no sirve, la gente no cree en la
policía, jueces y fiscales, la corrupción se lleva todos los años el 4% del PIB, de acuerdo
con los organismos internacionales.

¡El país del PLD es uno de los más corruptos del
mundo! Entonces, ¿por qué debemos mantener al PLD en el poder? ¿Acaso no dicen
todos los candidatos del dios Zeus (Danilo Medina) que de ganar la nominación
presidencial continuaran su obra de gobierno? Y yo me pregunto: ¿Cuál obra?
¿Continuar con la inseguridad, la falta de educación, salud, viviendas, etc.? ¡Demonios,
no! ¿Y Leonel Fernández qué?, ¿Acaso no gobernó durante 12 años? ¿Por qué
debemos votar por él? ¿Por qué debemos confiar en este encantador de serpientes
venenosas que, como decía mi amigo Yaqui Núñez del Risco, “improvisa las palabras, pero no las ideas”?

El país debe cambiar de rumbo. Propiciar el cambio. El PLD no merece otra
oportunidad; al contrario, el pueblo debe darle un voto de castigo.

of-am

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