La sentencia 168-13 y los dominicanos en el exterior
Aunque no en lo inmediato; la efectiva aplicación de la sentencia 168-13 podría generar una actitud de lesa patria contra la República Dominicana y trastocar el buen criterio que, sobre nuestra dominicanidad, deberían tener decenas de nuestros parientes en el exterior que también son descendientes de padres afroamericanos.
La controversial sentencia más que desnacionalizar, específicamente, a los dominicanos descendientes de haitianos indocumentados allende los mares da la impresión de que, nosotros, con una composición racial diversa, conformamos una sociedad que rechaza la negritud. Esto, aunque la mayoría somos mulatos y negros, que nos escudamos con las tonalidades de colores de tez del denominado “indio.
Entre el más de un millón de dominicanos que residimos en el exterior, especialmente en Estados Unidos; ya hay una considerable cantidad que tenemos nietos que deben su nacimiento a progenitores con ascendencias provenientes de la lejana Africa.
Como se podrá observar, es difícil explicarles a nuestros nietos y con ellos a nuestros hijos el por qué se desnacionaliza a los dominicanos descendientes de haitianos. O, lo que es lo mismo a nuestros coterráneos, ya que nacieron en República Dominicana y fueron aceptados como tales de acuerdo al Jus Solis contemplado en la Constitución de República Dominicana del 2010.
Hasta el momento, ninguna autoridad competente en la materia ha convencido, ni demostrado a nadie con contundentes argumentos, sin violar la Constitución de la República, sobre las viables razones para violar los derechos de estos dominicanos, y sólo se lanzan epítetos e insultos contra los que se oponen a la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) y, cuando no, se trata de confundir al pueblo manifestando que se trata simplemente de regular la migración de haitianos.
Luego de tener en ristre el enfoque de este artículo, por coincidencia, nos enteramos de que un grupo de estudiantes dominicanos de Universidad de Harvard en Boston, para que el ex mandatario Leonel Fernández Reyna participe en un contertulio que se llevará a cabo próximamente, lo habrían condicionado a que se involucre en un debate sobre la sentencia 168/13; la que consideran violatoria a los Derechos Humanos.
Este asunto tal vez para muchos sólo es trascendente por la defensa de una cacareada soberanía dominicana. Empero, en nuestro caso, con respecto a las nuevas generaciones se convertiría además en un tema tan delicado que podría generar fisuras en el núcleo familiar; no podemos obviar qué pensarían sobre la jurisprudencia del tribunal de marras, los padres y demás parientes de ascendencia africana de nuestros nietos, nacidos en el exterior.
Claro, también importa la opinión de estos últimos (nuestros nietos), como hemos dicho antes, no estamos aislados, nos observan; somos interdependientes y la soberanía es relativa.
Además, estos infantes y jovencitos con derecho a recibir educación y otros beneficios se sentirían seriamente marginados por la línea dominicana, al entender que son rechazados por el origen y color de piel de uno de sus progenitores, aunque sus abuelos y/o procreadores dominicanos, no sean precisamente caucásicos. Como consecuencia, tendríamos por delante una ardua tarea para-, si es que los hay- desprejuiciar a los de esa generación.
Salimos del impasse de explicarle a nuestra hija, Pamela, sobre las acciones terroristas contra las torres gemelas, en septiembre del 2001, cuando nos preguntó: “Papi y por qué nos hacen esos a nosotros”.
Sin embargo, cabe preguntarse de qué forma damos una satisfactoria respuesta sobre las directrices de la sentencia 168-13, cuando se nos pregunte sobre las causas de la desnacionalización de los dominicanos descendientes de padres indocumentados de origen haitiano.
Siendo ambas norteamericanas y además, nuestra nieta, (la hija de Pamela), descendiente de un padre afroamericano, ¿Cómo explicarle en el futuro, el absurdo de ese retroactivo despojo de su nacionalidad a los dominicanos hijos de haitianos indocumentados y, subsecuentemente, con ascendencia africana al igual que ella?
Sépase que como dijimos anteriormente, en el exterior ese trato a los descendientes de haitianos se entiende como un rechazo a los negros.
No pretendemos ser voceros de los dominicanos ni de la africanía, ni de los haitianos y sus hijos en el exterior, pero nos preocupa el que nuestros descendientes también de ascendencia africana-que no tratan de ocultarlo como sucede con la mayoría de nosotros-, sientan cierta aprensión con respecto al trato que les dispensarían en el futuro las autoridades y ciudadanos del terruño donde nacieron sus abuelos, tíos y demás parientes dominicanos.
Sería traumático que esta generación termine rechazando nuestra cultura y comunidad, al entender que en República Dominicana hay una cacería de brujas contra los negros, sobre todo si también son pobres.
Esta inquietud, en principio, parecería exagerada, pero los que nos hemos involucrados en los centros laborales neoyorquinos sabemos de qué estamos hablando. Desde ya, una buena parte de los migrantes de otras naciones nos consideran xenófobos y racistas.
Y, por si fuera poco, algunos entienden que esta pose no nos luce porque somos un país corrupto. ¡No faltaba más!, esto, aparte de que en los últimos años se nos etiqueta como ladrones y narcotraficantes debido a las inconductas de una minoría en el poder, y fuera de él.
La sentencia del TC, aparte de absurda, no se corresponde con las actitudes de algunos de sus conspicuos promotores; representantes del Congreso Nacional. Este organismo ha sido considerado, según los sondeos de la empresa World justice Project (WJP), por sus siglas en inglés, firma de entera credibilidad, como uno de los más corruptos del mundo.
Y es preciso señalar que en materia de corruptelas, es comparable a los congresos de Kenia y Nigeria. Es decir, que los tartufos que presumen de europeos, en corrupción, están a la par con dos naciones de Africa o, lo que es lo mismo, con los miembros de una raza a la que pertenecen los dominicanos que, arbitrariamente pretenden y ya han desnacionalizados a algunos, no responsables de haber nacidos descendientes de haitianos.
Por ahora, el presidente Danilo Medina que ha asumido una política de calambures con respecto a la sentencia de marras, diciendo una cosa hoy y otra mañana para alterar la realidad y confundir más al pueblo dominicano; tiene la sartén en sus manos con la preparación de un anteproyecto sobre naturalización que podría convertirse en ley, y del cual depende el futuro de esos dominicanos nacidos en República Dominicana, pero descendientes de oriundos del vecino Haití.

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