La decisión de amar

Por KATIUSKA SUAREZ DE VARELA

 

¿Te cuento un cuento?

 

Un individuo fue a visitar a un consejero para decirle que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse.
El consejero lo escuchó, lo miró a los ojos y solamente le dijo una palabra:
—Ámala. —Luego se calló.
— ¡Pero es que ya no siento nada por ella!
—Ámala —repuso el experto ante el desconcierto del señor—.

Verás que no es fácil, pero no es imposible tratarlo.

 Después de un breve silencio, agregó lo siguiente:
—Amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor. Tu amor es un ejercicio de jardinería: arranca lo que hace daño, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega, procura y cuida. Debes estar preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvias, más no por eso abandones tu jardín. Ama a tu pareja, es decir, acéptala, valórala, respétala, dale afecto y ternura, admírala y compréndela. Eso es todo, ámala

Este hermoso cuento entonces nos lleva a pensar que el amor trasciende nuestras necesidades, nuestro YO, que va más allá de las mariposas en el estómago, del enamoramiento. Que el amor invita a elegir a diario a tu pareja. Que amar es un verbo no un sustantivo. Que es un verbo que diariamente se conjuga, a cada momento, cada hora, cada día. ¡Ámalo; Ámala!

Decido amar a mi pareja, ejercito mi amor por ti. Elimino de nuestra relación aquellas cosas que nos alejan en vez de acercarnos. Soy responsable en este amor por ti y de manera consciente no permito que nada empañe, ensucie, distraiga lo que por ti siento.

Cada pareja, cada persona conoce cuales son los parásitos que poco a poco van comiendo ese amor, van impidiendo el crecimiento sano de las plantas de tu jardín, de tu relación. Cuida, protege tu relación como la joya mas preciada. Nuestros bienes, como nuestros carros, casas, joyas, las protegemos. Colocamos hierros, alarmas de seguridad. Entonces así deberíamos proteger nuestra pareja,  mi relación, de cualquier plaga que quiera dañarla.

Plagas como el trabajo en exceso, otro hombre, otra mujer, el computador, los amigos, las amigas, la telenovela, las adicciones, las inseguridades, el rencor, la rabia, la falta de perdón, y así podría enumerar muchas plagas más.

Quizás me dirás que es muy fácil decirlo. Que lo digo porque no se lo difícil que es tu pareja; tu esposo, tu esposa. ¡Sí! somos seres imperfectos, llenos de mañas, de conflictos internos que nos llevan a conducirnos de formas a veces inaceptables. Pero amar es decidir, que a pesar de esto, mi amor por ti trasciende y que te acepto como eres y te amo. Que me encargaré de apoyarte y crecer juntos en nuestra imperfección.

Recientemente, participando en un grupo maravilloso de crecimiento espiritual para parejas, pude reafirmar que, creciendo juntos en nuestra parte espiritual, permitiendo que el amor supremo, al que yo le llamo Dios, pero que tu puedes llamarlo como lo desees, forme parte de la pareja; esta fuerza unitiva del amor nos ayudará a caminar juntos, nos dará la sabiduría necesaria para resolver lo que se presente en el sendero de la vida, pero siempre juntos.

Te invito a amar, a corresponder a ese sentimiento de amor que un día juraste. A darte por completo a tu pareja, a no dañar al ser que amas. El amor bueno saca lo mejor de nosotros. No lastima, mas bien cuida, protege, aporta. Morir para ti, para dejar ser al otro.

“Abandonaras a tu padre y a tu madre” nos evoca la Biblia. “Serás un solo cuerpo, una sola carne, una sola alma” Perfectamente uno. 

Ama a tu pareja, ¡Ámalo; Ámala! Y sé feliz!

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