Justicia, mi muy rápida ni muy lenta

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EL AUTOR es abogado y comunicador. Reside en Nueva York.

 

La misma necesidad que presenta cocinar bien los alimentos evitando problemas estomacales debe ser empleada en la preparación de un expediente judicial para eludir un malestar social.

Desde adobar la carne, sofreír el arroz, colocar el aceite a fuego bajo, añadir agua, verdura, caldo de pollo, sal al gusto, etc., hasta mezclar con pericia todos los ingredientes, así mismo el Ministerio Publico debe hacer al instrumentar un caso.

Componer un proceso es algo bastante serio, pues hay elementos que los constituirán, los cuales inexorablemente afectarán la libertad de uno o varios individuos así como su integridad moral ante la sociedad.

Del mismo modo el tiempo juega un papel determinante, tanto en la cocción de los alimentos, como en la elaboración de un expediente.   No puede dársele mucho fuego, porque se quema,  ni poco, porque  queda crudo.

Ni  muy rápido, pero tampoco lento.   Buscar un punto exacto en el tiempo, le brinda el sabor a la comida  y, a un proceso judicial,  les ofrece la  garantía que proveen la Constitución.

Es así como la premura en la preparación de un documento jurídico puede inducir a la comisión de errores e inconsistencias, a partir de datos generales. Sin embargo,  la mesura nos lleva a la prudencia, a la actuación ordenada para cumplir con nuestros objetivos sin menoscabar el derecho ciudadanos.

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