Abinader entrega muelles en Río San Juan y Cabrera para la pesca
Primer Ministro Haití seguirá en Puerto Rico, su futuro es incierto
ARGENTINA: Fernández acusa a Milei de «anarcocolonialismo»
Persisten lluvias hoy domingo y se mantienen alertas 25 provincias
R. Dominicana acogerá simposio de Organización de Aviación Civil
El papa anima nueva presidencia de Haití a trabajar por la paz
Acuerdan erradicar la «mora» y fortalecer la justicia dominicana
El Consejo Presidencial de Haití aplazó elección de su presidente
Estados Unidos felicita República Dominicana por lucha anticrimen
Se cumplen 59 años de la 2da. intervención de EEUU en la RD
Robert Kennedy Jr. y la guerra en Ucrania (2 de 3) – OPINION
RUSIA: Gobierno avisa a EEUU le «dolerá» incautación sus activos
Exclusión que comienza con la falta de aulas
Desde antes de que concluyera el año lectivo, ya los padres andaban al garete en busca de cupo para sus hijos y desde entonces escuchan la respuesta matadora de ilusiones “tamo llenos”.
Cuando asumió, el ministro de Educación, Ángel Hernández, casi gritó que si para este ciclo escolar que arranca el 28 de agosto había un plantel sin concluir, renunciaba. Fue una afirmación muy osada.
El país está lleno de centros a medio talle, algunos ya pueden presumir su adolescencia de bloques y cemento, y ojalá no lleguen a la adultez, pero por el camino que llevan los trabajos ni nuestros nietos tomarán clases ahí.
Claro que espero equivocarme, que de repente las faenas arrecien y todas las infraestructuras por entregar estén listas para el retorno a las aulas en dos meses. Mas, ninguna magia puede contra esta realidad de carencia de espacios para tomar el pan de la enseñanza.
Mientras las escuelas en construcción son afectadas por controversias entre el Minerd, los contratistas y las denuncias de la Asociación Dominicana de Profesores, progenitores con documentos en manos recorren lugares y hasta imploran cabida.
Esta paradoja que choca con aquel lema de “nadie se quede fuera” obliga a los padres escasos de recursos económicos a inscribir a sus hijos en colegios pequeños que a veces ni siquiera están registrados en el sistema estatal, con toda la gravedad que implica.
A otros, el mismo Estado que promociona el ingreso a las aulas, los excluye, los deja al margen, al negarle los espacios para que puedan hacer eso que tanto sugieren “nutrir su intelecto con conocimientos que le ayudarán a mejorar su calidad de vida”.
¡Qué cosas!
of-am
Lo mismo sucede con las maternidades de Sur a Norte y de Este a Oeste.
La dominicana que busque dar a luz en hospitales públicos no encuentra cupo.
Eso solo ocurre en este caótico conglomerado dominicohaitiano donde los haitianos han alterado con su masiva presencia todos los índices y estadísticas de este desafortunado pueblo errediano.
Y los maestros, pobremente preparados como estan? Podemos agregar todas las aulas que se quiera pero si la cabeza falla, todo se derrumba por igual.