¿Está liquidada la reelección de Danilo Medina?

Danilo Medina ha pretendido impedir a toda costa el retorno al poder de su compañero de partido Leonel Fernández. En un ejercicio darwinista, el gobernante sureño quiso sacarlo definitivamente  de la escena política, pero no pudo.  Lo lapidó durante cinco años seguidos, pero no logró hundirlo.

Seis años después, queda evidenciado que todos los esfuerzos depredadores fueron inútiles.  No lograron matar al nacido en Villa Juana, a quien Joaquín Balaguer, líder histórico de la derecha pos trujillista, le levantó la mano en 1996, traspasándole el liderazgo de la histórica derecha conservadora.

Ideológicamente, el doctor Leonel Fernández representa la simbiosis del tenue liberalismo construido por Juan Bosch en el PLD, fusionado con el conservadurismo del caudillo Joaquín Balaguer, heredero del neotrujillismo, mérito que obtuvo el hijo de Doña Yolanda cuando, Balaguer y Bosch  les levantaron las manos.

Al interior del PLD hay un sentimiento de malestar, debido a los golpes que recibió su líder real Leonel Fernández.  Hay una sensación cuasi generalizada de que Leonel no merecía esos golpes de parte de Danilo Medina y su entorno.

Patéticamente, seguimos observado a visires del danilismo apurados en proyectos presidenciales (Andrés Navarro, Gonzalo Castillo, Carlos Amante Bared, Reinaldo Pared y Francisco Domínguez Brito).  Todos tienen escasísimas simpatías.

El gobernante nacido en San Juan, ha permitido a estos visires, usar cuantos recursos sean necesarios para su proyección, pero ningunos “prenden” en la simpatía popular.

Lo de Gonzalo Castillo es digno de estudio: dirige un ministerio para el que no tiene perfil profesional; se le ha permitido crear y dirigir un “ejercito armado particular” para cuidar las carreteras, con cerca de dos mil hombres; se le transfirió la construcción de todas las escuelas del país; asiste y pronuncia discurso todas las semanas  en las inauguraciones de planteles; le repiten hasta el cansancio su discurso en la televisora oficial, reparte obras grado a grado y paga una millonaria inversión en publicidad, enfatizando su figura y supuesta bonhomía.

Andrés Navarro fue otro no menos afortunado: dirigió un ministerio para el cual no tiene perfil, pagó un rio millonario de publicidad, para tener presencia cada tres minutos en radio y televisión; infló la nómina de  acólitos para su proyecto y pagaba cláxones en toda la geografía nacional, inclusive de partidos de oposición (ver reciente artículo de Juan TH titulado Educación y reforma).

Pero el danilismo tiene dificultades para encender los proyectos presidenciales de los visires, debido al resurgimiento político, cual ave fénix, del expresidente Leonel Fernández, a quienes las encuestas lo sitúan puntero en popularidad.

La relección de Danilo Medina luce liquidada, sin oportunidad de fructificar, porque Leonel Fernández está decidido a retomar unas aspiraciones que podrían conducirlo inexorablemente a la casona de la calle Doctor Delgado, a juzgar por la debilidad de la oposición, que no ha podido construir una opción contendora, con un discurso atractivo, que detenga la continuidad del partido violeta en el mando político.

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