Escribir es fácil
La vida universitaria concede el privilegio de que no pocos alumnos recuerden gratamente a los profesores entregados a sus enseñanzas para que los discípulos saquen el mejor provecho. Igual ocurre en los escalones que preceden a este peldaño.
Fue la expresión “escribir es fácil”, reiterada por el profesor Alberto Malagón a sus alumnos de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la que dejó un recuerdo positivo, motivador, entre los imberbes que nos privilegiábamos con su cátedra.
Y luego de decir “escribir es fácil”, este catedrático al que siempre se le veía leyendo y con libros en una valija, musitaba: “Escribir no es fácil nada”.
A pesar de que el profesor Malagón probablemente nunca lo supo, sus alumnos admiraban su dedicación y la de otros catedráticos muy apreciados, entre los que también figura el doctor Rafael González Tirado, una biblia de la gramática.
Aún sin aprender con tesón esas enseñanzas, recuerdo y valoro en todo lo que vale el esfuerzo de esos mentores en la formación para un mejor producto.
A propósito de los signos de puntuación abordado en ese ínterin, se fijó en mi recuerdo una enseñanza aparentemente simple de uno de los profesores que decía que una simple coma te puedes salvar o matar.
Lo anterior lo ilustraba el maestro con este ejemplo: “Muerto, no vivo. Muerto no, vivo”.
A pesar de que sé muy poco de esto trataré de esforzarme para que nadie resulte muerto por una coma, evitando esa palabra que pocos quieren escuchar en el afán de una vida prolongada.
Expertos en la gramática tratan estos temas con cierta frecuencia y, supongo, y también hay libros de fácil digestión sobre esta temática donde pretendo hurgar en procura de mejora.
En el transcurso de mis años de estudiante escuchaba a mi madre decir: “Saber no pesa”. Su interés en que sus hijos se educaran era tan arraigado que cuando concluíamos un siglo de escolaridad se mudaba donde había planteles para los niveles siguientes.
Admito que le daba crédito a eso que decía mi mamá. Sin embargo, a veces siento la aprehensión de que saber no sirve de nada a pesar de que “escribir es fácil” como refería el excelso profesor Malagón.
De todos modos, a costa del mundo entero, seguiré haciendo caso a lo que decía mi principal maestra, mi progenitora ausente, aunque escribir sea fácil o no y los títulos obtenidos sirvan de poco donde se privilegia el padrinazgo.

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