Encuestas electorales: gran negocio

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El AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo

En la sociedad democrática de nuestros días la aparición de datos estadísticos en los medios de comunicación con el propósito de orientar el voto de los ciudadanos es parte fundamental de la vida cotidiana.

Es cierto que el ciudadano debe saber quiénes son los sujetos que lo van a representar, así como las propuestas que sostienen y las virtudes que les adornan, pero a la vez, se le debe garantizar una visión imparcial del proceso electoral en el que participa.

Surgen así las encuestas electorales o los sondeos de opinión en materia electoral, mecanismos a través de los cuales se ofrece a la sociedad, al elector en especial, la información obtenida mediante una consulta en relación con la intención de voto.

Se trata de una indagatoria sobre la opinión pública que en materia electoral prevalece en el electorado en un cierto momento, con la aclaración de que las encuestas no predicen ni anticipan los resultados electorales, sólo muestran, como una simple fotografía, las preferencias electorales en el instante en que se realizan.

El papel que han llegado a jugar las encuestas en los procesos electorales se ha incrementado alarmantemente, llegando incluso a constituir un tema primordial en torno al cual gira la contienda electoral.

En sentido general, se entiende que ellas ayudan a comprender la realidad, a establecer tendencias, a analizar lo que ocurre dentro de un proceso electoral, a posicionar candidatos y a ganar elecciones, elaborando estrategias, pero no para adivinar el futuro.

Esta situación no tendría nada de extraordinaria a no ser que en los últimos años una gran parte de “empresas” se han dado a la tarea de hacer jugosos negocios con la elaboración de encuestas maquilladas, hechas a la medida de quien las patrocina.

Desde dos (2) años antes de las elecciones empiezan a presentar una serie de “sondeos” y “mediciones”, la mayoría de ellas digitales, que no tienen otra intención más que presentar unos resultados maquillados a expensa del pago de grandes cantidades de dinero, de parte de quienes las patrocinan.

Resulta ser, como decimos los dominicanos, un negocio redondo para esas empresas, pues a uno (1) o dos (2) años de un proceso electoral, la verdad es que es difícil, por no decir imposible, pronosticar cuál sería el resultado final de las elecciones, por lo que nunca pondrían en juego su reputación si no se coincide con los resultados finales.

Estas firmas encuestadoras llegan a convertirse, en verdad, más que encuestadoras, en verdaderas agencias publicitarias para promover candidaturas a cambio de una exorbitante suma de dinero.

En la mayoría de los casos la encuesta puede estar pagada por algún grupo económico, algún medio de comunicación o por algún político que quiere usarla con fines publicitarios.

Así se pueden observar las manipulaciones a través de lo que muchos medios de comunicación llaman “encuestas” y que no son más que un mecanismo que pasó de ser, de una medición aritmética y estadística confiable, a solo una forma de opinión sesgada que se convierte en un verdadero engaño colectivo financiado por los grupos poderosos del país.

De este modo, tenemos que los responsables de realizar encuestas, se empeñan en querer justificar que cumplen con todos los elementos para hacerlas estadísticamente fiables y válidas.

Sin embargo, la redacción de sus preguntas es tendenciosa y las realizan en zonas geográficas donde saben obtendrán el resultado que el cliente quiere, manipulan respuestas y sus muestras no son representativas.

Peor aún, hay otras “empresas” que las elaboran inclusive sin realizarlas, ya que sólo hacen las gráficas a como el cliente quiere que salgan.

Si bien una encuesta no determina ganadores de manera institucional, sí puede polarizar una elección y confundir al ciudadano sobre por quién debe de votar y sobre qué estrategia seguir para ejercer su voto de una manera responsable.

Y es así, como a unos pocos días de las elecciones todo puede suceder, o al menos así lo indican las muchas encuestas “maquilladas” que existen a todo lo largo y ancho de nuestro territorio nacional.

Se prenden las alarmas por la publicación de los resultados de las “encuestas”,  toda vez que es conocido el fervor de quien las paga, de las empresas que las realizan y de los medios de comunicación que las promueven.

Las empresas encuestadoras aprovechan y utilizan la radio y televisión de mayor influencia para dedicarles horas y horas de transmisión para tratar de convencer a los televidentes de la “veracidad” de las encuestas, confundiendo a los televidentes cuando deciden revolver opinión con información en favor de su cliente.

Así, de esa manera, las empresas encuestadores pretenden vender, y a veces imponer, la imagen del candidato para el cual trabajan.

Esas simulaciones que exageran las posibilidades de éxito de un candidato no agregan valor público y pueden ser nocivas para el sistema democrático.

Hace rato las encuestas en Latinoamérica vienen fallando.  Los resultados de las elecciones nunca coinciden con los resultados finales de las encuestas, pero sí logran su objetivo de imponer los temas y la creencia en las opciones de triunfo final, definiendo así los apoyos, sobre todo de tipo económico.

En suma, de todo lo antes expuesto precisa concluir que las encuestas amañadas y las maniobras fraudulentas pueden otorgar a quien las utiliza una ventaja relativa momentánea, pero a la postre difícilmente puedan escapar al escrutinio de la realidad.

Con la proliferación de estas “encuestadoras”, cuyo principal objetivo es realizar jugosos negocios, se estaría propiciando una situación riesgosa para el electorado, por lo que parece aconsejable trabajar una regulación que permita fijar los límites necesarios en esta materia.

Esto es, se hace indispensable una ley que establezca el régimen a seguir en materia de encuestas electorales, en donde tendría un papel trascendente un registro de empresas encuestadoras, y con ello haríamos un gran aporte al fortalecimiento de la democracia en nuestro país.

jpm-am

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julio cesar
julio cesar
5 meses hace

Las encuestas hacen su trabajo demostrando que x candidato esta arriba preguntandole a personas donde el candidato x es popular.yo creo que ellos utilizan este metodo para engañar a la gente y a los mismos que pagan por las encuestas.Una verdadera encuesta es aquella que no es pagada por ningun partido politico.Las encuestas pagadas por compañias que no tienen ninguna afiliacion politica son las mas creibles.

julio cesar
julio cesar
Responder a  julio cesar
5 meses hace

Esas compaÑias les demuestran a la encuestadora las preguntas que ellos quieren que se les hagan a la gente,para ellos saber si su inversion valdria la pena.Dentro de esas preguntas ellos pueden poner quien esta’ dominando el electorado dominicano para ganar la presidencia del 2024.Este tipo de encuesta es la mas creible,ya que como dije son compañias que quieren hacer sus inversiones en el pais y quieren saber en realidad que puede suceder.

julio cesar
julio cesar
Responder a  julio cesar
5 meses hace

….en dado caso que Abinader pierda la reeleccion.

Maximo Sanchez
Maximo Sanchez
6 meses hace

Los $ 8 mil 500 millones de pesos visibles que maneja Abinader, le permite pagar 12 encuestadoras ocacionales nacionales o mejicanas, para construir una percepción electoral. Ese dinero sumado al que utilizan los ministerios en publicidad es lo que lo mantiene vivo dentro del 40 % de los electores.

Rafael
Rafael
6 meses hace

Además del gran negocio que representa para sus operadores, los estudios de Mercados políticos electorales reflejan grandes contradicciones entre sus indicadores.

No es posible que la mayoría de los encuestados se quejen del deterioro de los servicios públicos, el alto costo de vida y la inseguridad ciudadana y al mismo tiempo favorezcan la continuidad en el poder a quienes han sido los responsables de la dramática situación.