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Raigambre es un concepto muy profundo. Evoca raíces, memoria histórica, registro de vida, obra humana. Reporta poder e influencia social. Prohíja liderazgo, respeto y prestigio si es esencialmente positiva o percibida como tal.
La fortaleza, dimensión y poder de la raigambre es una simbiosis de muchos factores, endógenos (talento, inteligencia, virtudes, facultades y un largo etcétera como cualidades intrínsecas del individuo) o exógenos (tiempo y espacio como categorías históricas, circunstancias, historia de vida y otros).
El fundamentalismo como expresión estática de obnubilación del pensamiento, es incapaz de valorar la profundidad y el valor real de la raigambre de los hombres, tal cual afecta a la élite de poder lidera en el PLD el actual presidente Danilo Medina, el mecenas de la faceta más trasnochada de esa vieja escuela política nacional.
La soberbia aún le impide reconocer la razón que los llevó al poder en 1996 y mucho menos por qué regresaron en el 2004 y se perpetuaron en el 2008, 2012 y 2016. Esa razón histórica tiene un nombre de principalía que sus labios ingratos se niegan a pronunciar: Leonel Fernández.
El libro “Composición Social Dominicana”, autoría de su líder histórico Juan Bosch y Gaviño no le arrojó luces. El fundamentalismo tampoco aprende de la historia. En 1996 fueron barridas todas las figuras de mayor relieve histórico del PLD, por Leonel Fernández, en la lucha por la candidatura presidencial.
Hoy se repitió la historia, se unieron todos contra uno como cobardes, incapaces de enfrentarlo uno a uno como caballeros, utilizando una todopoderosa trinchera que incluyó gobierno, congreso, ayuntamientos, fortunas, dádivas, privilegios e influencias sin límites del Estado, así como dos vergonzosas legislaciones (leyes 33/18 y 15/19) y la más orgíaca campaña de difamación e injuria de las últimas décadas. Inverosímil, también necesitaron el fraude electoral.
Como ortodoxos irracionales del poder su neurosis actual es demostrarle al país que la renuncia de Leonel Fernández del PLD, con raigambre exitosa de 40 años de historia, tres períodos presidenciales y un liderazgo nacional con fecundos perfiles internacionales, no representa el panegírico de su derrota en el 2020.
Pero la historia le está preparando el decreto con el mismo nombre del que esculpió como alfarero el poder que tienen hoy, convertido en sepulturero del poder que perderán mañana: Leonel Fernández.
