El discurso y los valores que tenemos

Nuestra nación viene, desde hace bastante tiempo, arrastrando lastres de retrocesos en el orden moral que, han engendrados el grado de descalabro, en todos los órdenes, que hoy exhibe la Rep. Dom., donde se mezcla la seriedad y el robo, en una confusión condicionada.

En la sociedad de este tiempo, los políticos corruptos son empresarios, apoyados por empresarios corruptos, convertidos en cómplices, por permitir, sin denunciar, el grado de latrocinio alcanzado por quienes han dirigido la cosa pública.

Pero también somos cómplices, quienes militamos en los partidos, sobre todo, si ese partido está en el poder, y no denunciamos con firmeza,  el asombroso crecimiento económico de nuestros funcionarios, arrodillándonos ante el brillo luciferino del dinero robado al pueblo.

Este contubernio perverso, de actores claves de la sociedad, con quienes depredan el erario, hiedra que lo entrecruza todo, alfombra indecorosa de los pasadizos secretos de la corrupción, que mata, que embrutece y hunde los cimientos y enseñanzas de los padres fundadores de la nación.

El pueblo, en su sabiduría, se percata que le están robando su salud, su educación, su comida, vivienda y confort, pero desconoce los canales para someter y hacer llegar sus reclamos, encontrando, muchas veces, que las redes de la corrupción alcanzan, a casi todos los poderes, constitucionales y fácticos.

¡Cuántas desgracias, impotencias y penurias! acumuladas por el pueblo, que observa lo fácil que les roban y lo intrincado que resulta encausar a los corruptos que, con subterfugios y oblicuidades exhiben sus fortunas como trofeos de guerra de grandiosas batallas.

Parecería, que esta isla bendecida, por sus bondades y riquezas, hubiese sido objeto de la envidia sulfurante, desde el genocidio del 1492, del príncipe de las maldades, recibiendo el saqueo continuo, todavía hoy, de los mismos colonos, filibusteros, bucaneros, vikingos y otras calañas que, disfrazados de «líderes» y de «partidos políticos», la exprimen sin chistar.

En lo bajo, se oye, eso sí, el eco de un tambor de marcha marcial, emergiendo cada vez más fuerte, cual volcán en erupción, cuyas lavas envolventes arrastraran a los malvados, hasta el patíbulo justiciero del pueblo, decidido a ser, arquitecto de su propio destino.

Lo penoso de todo esto reitero, es que quienes debieron ser los guardianes celosos de los intereses de ese pueblo, en un pacto maldito, se convierten por conveniencias, en sus propios verdugos.

Razón tiene Barack Obama al criticar a aquellos que alababan a Sarah Palín y Reagan, ‘alegando que no tenían capacidad, pero poseían «buenos instintos».

A lo que responde Obama: » Evidentemente era un signo de los tiempos que estaban por llegar, una realidad más amplia y oscura en la que la afiliación a un partido o la conveniencia política amenazarían con borrarlo todo: las opiniones previas, los principios declarados, y hasta lo que los propios sentidos, los ojos, los oídos, aseguraban que era la verdad». (una tierra prometida pag.204).

En definitiva, el discurso del presidente debe ir acompañado de la práctica. Si por conveniencias políticas, comienzan a hacerse acuerdos de aposentos, de oferta y ruego de impunidad a cambio de favores políticos, y no se llega hasta las últimas consecuencias, incluso hasta el mayor responsable, los vientos venideros serán huracanados, donde nadie ya, estaría seguro.

JPM