Dos bombas de tiempo
1.La circunstancia haitiana En los últimos veinte años, la Comunidad
Internacional ha respaldado los procesos electorales con apoyo económico, con
asistencia técnica, escudada en la tesis de que bastaba con la llegada de la
democracia para que la prosperidad económica y los problemas gigantescos de la nación
haitiana comenzaran a desaparecer.
En este período, el poder internacional ha secundado un cúmulo
de errores.
1.Primer error: creer que el problema
haitiano radica en un déficit de democracia. La idea de que la
ausencia de democracia era el principal problema de Haití llevó a la Unión Europea, a Canadá y Estados Unidos ha
gastar cientos de millones de dólares para organizar elecciones y presentar el
espectáculo de la democracia como la llegada de una nueva sociedad. Ninguna de
esas ilusiones fantásticas pudieron concretarse
en realidades apreciables.
2. El segundo error: fue creer que los grandes problemas de ese
país podían ser resueltos por un mesías. Un líder populista, que se apoye en el
resentimiento, en la pobreza, para devolverle a la población el sentimiento de
la esperanza y de redención. Un liderazgo basado en el empleo de palabras
mágicas. Todas esas alucinaciones se desvanecieron en las dos presidencias
fallidas de Jean Bertrand Aristide.
Durante años, la comunidad internacional ha esperado inútilmente el
advenimiento de un milagro en unos
líderes sin carácter, sin proyecto, sin
credibilidad, sin visión, sin honestidad, sin disciplina, fantasiosos, endiosados por la función, sin ningún
compromiso con su pueblo, y, en algunos casos, opacos y sin carisma.
3.Tercer
error: fue creer que las ONG y los organismos
supra nacionales podían cumplir con todas las funciones de un Estado. El
asistencialismo ha arruinado a los productores de arroz del valle del
Artibonito; ha destruido el comercio; ha generado un paternalismo paralizante y ha bloqueado la
participación de la sociedad haitiana en
la solución de sus problemas.
4.Cuarto error: durante mucho tiempo las agencias internacionales hicieron rodar la idea de que el problema haitiano radicaba en la
falta de diagnóstico. Se
han gastado millones de dólares convocando a los mayores expertos del planeta
Paul Collier, Jeffrey Sachs, Muhamed Yunus y otras lumbreras del pensamiento
económico, geopolítico han hecho sus aportaciones al examen de la circunstancia
de Haití. Se han producido montañas de informes. Hemos oído todas las
paparruchas de intelectuales inútiles, cantamañanas disfrazados de consultores,
y como decía el gran Martí, la realidad
ha vencido al libro importado. Para resolver los problemas de Haití no hay que
buscar de modelo a la democracia sueca o
noruega. Se organizan cumbres y seminarios interminables, y las personas
terminan subyugadas por esos vendedores de ilusiones.
5.Quinto error: consiste en creer que el
despegue de Haití puede resolverse con
montañas de préstamos del Banco Mundial y con gran impulso de un Gobierno
Internacional. La ocasión pareció llegar paradójicamente
con el terremoto del 2010. En aquel
punto y hora se crearon dos Gobiernos. Uno, formal presidido por Michel
Martelly y otro dotado de toda la fuerza económica para reconstrucción al mando
de Bill Clinton. Ambos Gobiernos han fracasado estrepitosamente.
Mientras tanto, el Estado haitiano no tiene control del
territorio. No tiene servicios sociales. No tiene capacidad para cobrar
impuestos y fomentar la riqueza del país. No tiene el monopolio de la violencia
y de la fuerza. Su población se halla
dispersa, sin documentos de identidad, sin escuelas ni hospitales ni empleos.
No hay instituciones que puedan constituirse en árbitro de la sociedad. En
algún momento, la Comunidad
Internacional que apadrina la MINUSTAH
tomará la decisión de abandonar el país. ¿Podrán los haitianos ocuparse
de la seguridad de su país si desaparece el polo de autoridad, que ha mantenido
las apariencias de un Estado? ¿Cuándo? ¿cómo? ¿Con cuáles recursos? Todas esas
terribles circunstancias nos ponen delante de una bomba de tiempo. ¿Cuándo
estallará? ¿Qué hará el Gobierno ante esos desafíos que amenazan todos los
progresos que el país ha logrado?
2.La circunstancia dominicana
Los
Estados Unidos que son la primera potencia del mundo consideran que tener 12
millones de ilegales en su territorio constituye una situación totalmente
calamitosa y una amenaza a su existencia y a su identidad como nación. Se trata
de una proporción de 3% de los trescientos millones de habitantes que tienen la
nación estadounidense. Para hacerle
frente a ese desafío, se construyó un muro de más 1.123 kilómetro de longitud
que representa un tercio de su frontera con México. Se han tomado medidas extraordinarias para
contrarrestar la inmigración ilegal.
En
el caso dominicano, la mudanza de una enorme población extranjera haitiana a
nuestro territorio que rebasa los dos millones de personas, y que nos pone
delante del mayor desafío migratorio del continente, más de 20% de la
población. Las consecuencias de este desplazamiento son la desnacionalización
del trabajo, de la cultura y la colonización del territorio por parte de una
población que, con el apoyo de la
comunidad internacional, se propone fracturar
a la nación dominicana.
Se
trata de un modelo insostenible. Para afrontar la falta de empleos , el Gobierno
se ha visto obligado a agigantar la nómina de todas las instituciones del Estado que ha pasado de 245.000 personas en 2004 cálculos que ya eran graves , a proporciones que rebasan las 700.000
personas; se han desplegado grandes planes de ayuda social, subsidios de los
campesinos sin trabajo, de los trabajadores sin empleos. Todas esas cargas
sociales recaen sobre la clase media, y para mantener ese sistema perverso que
priva a los dominicanos de los mecanismos de supervivencia hay que tomar dinero
prestado para financiar el presupuesto, para evitar un desbordamiento social.
Ni
la capacidad de endeudamiento ni el asistencialismo que pueda llevar a cabo el
Gobierno son ilimitados, ¿Qué ocurrirá
cuando ambas realidades encuentren su frontera natural?
¿Permaneceremos impasibles ante el desplome de nuestra sociedad?