Oración fúnebre por mi hermano Rubén

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

La escuela está de duelo, porque uno de sus hijos mas preclaros acaba de rendir la última jornada de vida terrenal. ¡Cuan honda pena, que profunda tristeza nos causa  el lamentable fallecimiento del  profesor  Rubén de Jesús Reyes, un símbolo de dignidad, de austeridad, de honradez, de firmeza espiritual.

A las múltiples virtudes que adornaron a este profesor ilustre, paradigma de hombre justo y moderado, ¿Qué puede agregar quien esto escribe, el hermano benjamín de la familia?. ¡NADA!

Rubén falleció el pasado fin de semana, a la edad de 86  años, luego de  guardar cama por varios meses ininterrumpidos. Su sepelio se efectuó en el cementerio de El Seibo, donde conoció a su esposa, Ervia Elina, con quien compartió vida conyugal durante mas de cinco décadas. Fruto de esa unión matrimonial nacieron sus dos hijos: Rubén Dionisio y Altagracia Humbelina.

El profesor fallecido nació en Higuey y desde muy joven se dedicó a la enseñanza. A mediados de los años 50 ingresó a la carrera de derecho en la Universidad de Santo Domino (hoy autónoma) e interrumpió los estudios para corresponder al llamado del Superintendente  de Educación  de Higuey, Prof. Luis Valdez Martínez, para  ocupar la posición de secretario del distrito Escolar. Meses después, por su capacidad e integridad, fue ascendido a la inspectoría  con asiento en San José de Los Llanos, donde conoció a su  amigo Pablo Rafael Casimiro Castro, que era maestro primario en esa comunidad oriental.

Luego de ocupar la misma posición de inspector educacional en San Rafael de Yuma e Higuey fue  trasladado a Santo Domingo,  fue designado en  la Oficialía  Mayor del Ministerio y la dirección de Educación de Adultos. En paralelo con esas responsabilidades se graduó de abogado en la UASD, cuya tesis de grado síntetizó la importancia del Alcalde Pedáneo, una autoridad en extinción en el país. Hizo  maestría en la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UPHU),, mención Educación,  hasta concluir su jornada cultural con una licenciatura en Comunicación Social en  la universidad estatal. Impartió docencia  tanto en la UNPHU como en Utesa.

La vida  de este ciudadano ejemplar  revela que fue un compendio de virtudes, a quienes todos  debemos compartir, si aspiramos a mantener y fortalecer los mas elevados principios de  la honestidad, el honor, de la moral en todas sus dimensiones.  Este hombre de inmensa estatura y cívica fue insobornable, humilde, pero al mismo tiempo enérgico cuando las circunstancias lo  requerían. En síntesis, fue un hombre de indiscutible entereza.

La eterna paciencia de Rubén y la actitud positiva ante todas las dificultades en su ruta por la vida terrenal, no estará ya con nosotros, porque ha partido y debe estar disfrutando de la paz  de la eternidad,  expresó su amigo y compañero de trabajo, Domingo  Valerio, quien lo definió como “paradigma de seriedad, honestidad y cumplimiento del deber”. Ambos fueron inspectores de educación en poblaciones de la región Este.

La singular prestancia  del ciudadano fallecido, maestro de varias generaciones, será evocada con los mas puros sentimientos de admiración y cariño, porque fue un ser excepcional que sembró  la simiente del amor en el corazón de todos cuantos gozamos del encanto de su amistad.  Su esposa Ervia y sus hermanos Joselo, Odila,  Nubia y el autor de estas líneas, tuvimos el privilegio de leer en su corazón toda la grandeza de su alma cristiana y disfrutar del tesoro de su palabra orientadora, rebosante de sabiduría.  Hasta luego, querido hermano, Rubén.!))

 

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