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Desiderio Arias: su “honor” durante la ocupación (2da parte)
EL AUTOR es historiador y comunicador. Reside en Nueva York.
En un estudio sobre los ocho años de ocupación (1916-1924) que publicamos en la obra titulada “Los Gavilleros: la lucha nacionalista contra la ocupación”, nos llamó la atención el hecho que los invasores se ensañaron contra los líderes de la resistencia dominicana, con excepción del general Desiderio Arias, tenido por los analistas como el causante de los conflictos verificados en el país después del magnicidio del Presidente Ramón Cáceres.
Para edificar una idea sobre la mortal persecución implementada por los marines, citamos los más notorios dirigentes de la resistencia asesinados durante aquel conflicto. Cayeron bañados en su propia sangre Ramon Batista, Nicomedes Ventura, Vicente Evangelista (Vicentico), Pedro Celestino del Rosario (Tolete), Máximo Cabral, Lucas Camilo (Luquita), Olivorio Mateo, Fidel Ferrer, Agapito José, Marcial Guerrero y Ramón Natera. A ese grupo hay que agregar los caídos en combate en La Barranquita y los que cayeron durante la toma de San Francisco de Macorís, que entre muertos y heridos sobrepasaron el centenar.
Además, de las fatalidades, fueron condenados Gregorio Urbano Gilbert, Fabio Fiallo, Julio Calcaño, Emiliano Rojas, Salustiano Goicochea (Chachá), Cayo Báez y escaparon al exilio los generales Apolinar Rey, Manuel de Js. Pérez Sosa (Lico) y Luis Felipe Vidal. Fueron deportados los periodistas Manuel Flores Cabrera y Horacio Blanco Frombona. La censura castigó a Vicente Tolentino Rojas, Américo Lugo, Manuel A. Amiama, Ercilia Pepín, Virgilio Martínez Reyna, Manuel Arturo Machado, Armando Bruñols, Emiliano Tejera y Luis Conrado del Castillo y otros.
PREGUNTA
Lo antes dicho nos lleva a preguntar ¿Como se la arregló el general Arias para sobrevivir esa ola represiva sin ser arrestado, deportado, perseguido, o asesinado como a los que citamos? Nuestra investigación descubrió que durante la ocupación el caudillo liniero entró en tratos con los expedicionarios a cambio de garantía para su vida, como de hecho sucedió.
Un despacho de la Legación de Estados Unidos en Santo Domingo al Secretario de Estado Robert Lansing, en Washington, con fecha 13 de Mayo de 1916, justo antes que el líder rebelde saliera de la Fortaleza Ozama y marchara hacia el Cibao, informaba que los dirigentes amotinados asistieron a un encuentro en la Legación de Haití con los comandantes William S. Crosley, Charles F. Pond y William Leahy, y que en presencia del Embajador haitiano firmaron un acuerdo en el que se comprometieron a deponer las armas en la ciudad de Santiago.
En otro despacho fechado el 26 de Agosto, el Secretario Lansing ordenó al Embajador Russell mantEner una vigilancia sobre el caudillo jimenista; el 18 de Septiembre llegó a Santiago una orden de arresto contra Desiderio Arias, Mauricio y Cesáreo Jiménez, pero la misma fue desestimada bajo alegación de cumplimiento del acuerdo firmado en la Embajada de Haití el 13 de Mayo de 1916. Arias y los dos comandantes reclamaron estar protegidos por dicho acuerdo y quedaron en libertad.
El diario de campaña del coronel Joseph H. Pendleton, en el folder #13 establece que el general Arias le entregó las armas el gobernador de Santiago Juan Bautista Pérez y en el folder #19 Pendleton afirma que hubo hubo un entendimiento entre él y el general Arias para que el caudillo operara un negocio de tabaco. Esa extraña relación, quizás contribuyó con el exterminio de los lideres de la resistencia contra la ocupación. El diario del coronel Joseph H. Pendleton está registrado en el Museo de Historia Naval de Estados Unidos en Washington y contiene 71 folders.
En el folder #18, con fecha 18 de Febrero de 1917 el coronel Pendleton dijo que el general Arias le envió una nota de agradecimiento en respuesta a una carta que el jefe invasor le había enviado en Enero. En la carta Arias le expresa al jefe invasor la esperanza de estrechar vínculos de amistad entre ambos. En el folder #19 Pendleton certifica que Desiderio Arias y Pendleton se pusieron de acuerdo para que el caudillo operara una factoría procesadora de tabaco dentro de una finca que poseía el líder rebelde en la provincia de Santiago.
En otra correspondencia con fecha 20 de Abril, registrada en el folder #20 el general Arias solicita al coronel Pendleton que le retire la vigilancia que sobre él mantenía el gobierno invasor. El comandante Pendleton accedió a dicha petición y le fue suspendida la vigilancia al caudillo.
DOS NOTAS IMPORTANTES
Dentro del intercambio de notas entre el general Arias y el coronel Pendleton, dos sorprenden por su contenido y aparecen respectivamente en los folders #21 y #24.
En la primera el líder rebelde le escribe al jefe invasor, al enterarse sobre su partida del país. El general Arias lamentó la salida del país del jefe invasor, hizo un recuento favorable a la conducta del militar extranjero y expresó su deseo de continuar los lazos de amistad que entre ambos se desarrolló durante el conflicto.
Finalmente, el folder #24 contiene un intercambio de buenos augurios entre Arias y Pendleton. Ambos se felicitan con motivo del Año Nuevo.
Ahora martilla en nuestra mente el estribillo del popular merengue dedicado a Desiderio Arias: “Hay que general, con tanto valor, le gusta la paz, pero con honor”. Esos versos podrían ser la confirmación de una terrible falacia que contribuyó dar un giro a la forma de pensar de la sociedad dominicana en torno a la conducta de notorio guerrillero.
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David y Butifar nadie peude impedirles a ustedes que idolatren un traidor. Ahora bien, quien tenga ese criterio es tan traidor como Desiderio. Lean bien lo que hizo Desiderio. Firmar un acuerdo con el invasor en detrimento de sus compatriotas. Que posicion mas degenerada.
Como toda historia viene acompañada del sonido de por lo menos dos campanas, talvez y no lo se, en el caso de Desiderio Arias se aplique aquello de que lo cortes (con acento en la e) no quita lo valiente.
Sr. Novas cuándo leo la Historia de nuestra querida Republica, se me nublan los ojos y mi alma se retuerce de dolor por la falta de un Desiderio A.