Crítica de cine: Pepe Sierra se roba el show en «Pueto pa mi»
No es la primera ni la última vez, que una figura segundaria en el “cast” de una película, le roba la estelaridad a sus protagonistas.
Ocurrió con Batman, El Caballero Oscuro (Cristopher Nolan 2008), cuando el malvado e inolvidable guasón que hizo Heath Ledger se llevó el Oscar 2009 como mejor actor de reparto, oscureciendo al resto de los talentos.
Guardando distancias respetables y escalas necesarias, es lo que acontece con Pepe Sierra en Pueto Pa mí, por un desempeño desde lo secundario de su rol, que se mete actoralmente, se mete la película al bolsillo chiquito y se gana el público por la conexión que alcanza, incluso a nivel corpo-gestual.
Pepe Sierra no oscurece a ninguno de sus compañeros, sino que suma actoralmente frescura al proyecto fílmico de Entrepeneur Fims, que tomó el riesgo de apostar por la música urbana como carta de triunfo que muestra la opción del buen camino de trabajo y el sacrificio como forma de superar la pobreza y la marginalidad, su gran mensaje, trascendente a la moda circunstancial de un ritmo que para mucha gente es moda con sus años contados.
Pueto Pa Mi vincula s ejemplares historias de superación, usa un equipo artístico y técnico de excelencia y el carisma de dos de los principales exponentes de la música urbana, puestos en pantalla en el clásico esquema de competición que, final previsible, terminan unidos tras adoptar el camino positivo del trabajo y lejos de las rutas grises de “lo mal hecho”.
La película musical está llamada a impactar en la juventud. Debe arrollar en taquilla por sus valores de producción, notables aciertos de dirección al manejar la imagen de los barrios marginales, la fotografía, el buen sentido de la edición y la paleta de colores respecto de los personajes, casi siempre acertada.
Iván Herrera, que acomete en solidario su primer largometraje, toma el guión de Daniel Aurelio, sobre concepto de David Collado, para lograr un producto fílmico de calidad más que aceptable.
Las objeciones en torno a su puesta en pantalla de seguro que llegaron por la vía de producción y no de dirección artística, comenzando por los productos comerciales bebibles no propios de la juventud barrial marginada que toma otras marcas, lo que fuerza un tanto la realidad planteada.
Las actuaciones logran su cometido, destacándose particularmente la Yamilé Scheker, Johnnié Mercedes y la Denisse Quiñones, que encontramos un tanto adulta para el esbelto Mozar La Para.
Mención aparte merecen Oscar Carrasquillo, ahora en un rol antagónico y no humorístico, lo que conviene a su carrera al abordar los tonos de drama que sugiere y Gerald Ogando, quien logra un magnífico sentido del ritmo fílmico con sus parlamentos apropiadamente escritos para el.
Jpm

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