COVID-19: El gran regulador

A quién ataca principalmente? A los ancianos que han dejado de ser, en la mayoría de los casos, entes improductivos y a los que se encuentran con enfermedades de alto riesgo.

Con la posibilidad de parecer insensible al escribir estas líneas;  Imaginemos que somos animales salvajes en una sabana, viviendo con una enorme manada que sólo devora los recursos naturales (en nuestro caso: el planeta) y la sobre población de la manada sobrepasa el ritmo natural de regeneración de dichos recursos, como yerba, frutos y agua que el mundo nos ofrece.

El balance natural de toda especie, son sus depredadores, que en nuestro caso, a falta de conflictos y depredadores naturales, el virus lo representa; eligiendo aquellos que están enfermos y ancianos controlando, en cierta forma, la sobre población y en consecuencia un equilibrio al ecosistema.

Así cómo el Covid-19 es un virus que afecta generalmente al humano; nosotros lo somos para el planeta. Como la función de los anticuerpos, los retrovirales y vacunas es inmunizarnos del virus que nos afecta, de la misma forma la naturaleza busca como neutralizarnos cada vez que con nuestras acciones, afectamos su armonía natural.

Pero como no todos actuamos como un virus maligno, el Covid-19 posee aspectos positivos para nosotros.

Gracias a las medidas que hemos adoptado como métodos de prevención al contagio, hemos dado un respiro al planeta; obtuvimos una desaceleración en nuestro ritmo de vida que nos impedía valorar las cosas que realmente poseen valor y dábamos por sentado.

Me refiero al propio núcleo familiar (pareja e hijos) ya que ciertamente, nos obligó a compartir y permanecer más tiempo con ellos de lo que cotidianamente solemos hacerlo. Nos ha dado tiempo para reflexionar sobre aspectos de nuestra vida, de nosotros como individuos y entes activos de una sociedad que se encamina a la autodestrucción. Se generaron conversaciones que en otro momento, probablemente no hubieran surgido; nos hemos visto con la oportunidad de vernos y reconocernos. Hemos aprendido a valorar la libertad, conquistado el aislamiento, anhelar y apreciar la compañía de nuestros amigos.

También nos ha arrebatado muchas cosas.

Nos ha llenado de inseguridad, muchos han perdido su estabilidad económica, nos ha creado una sensación de incertidumbre por el mañana que por momentos puede ser paralizante. Nos ha privado de la libre movilidad, de los amigos, de las reuniones sociales, de los viajes, de lo que una muestra de cariño como los abrazos y besos, se han convertido en una amenaza, imponiendo seis pies de distancia sobre una humanidad que hoy, más que nunca, está necesitada de cercanía, demostraciones de afecto y reconocimiento; en vez nos ha llevado a una manera de vivir donde estas medidas se ha impuesto como lo “nuevo normal”.

Ha dejado en evidencia que somos incapaces de seguir reglas, aunque las mismas sean para que podamos mantener nuestra propia seguridad y bienestar.

Sólo deseo que te cuestiones: que haz hecho con tu tiempo? Vamos a dejar que esta temporada sea desperdiciada como tiempo muerto?