Los haitianos no quieren ni subir ni bajar

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El autor reside en Nueva York

Existe un clásico chiste en la ciudad de Nueva York donde dos criollos están moviendo una nevera en el cuarto piso de un edificio de apartamentos. Luego de más de dos horas en el esfuerzo, uno de los hombres, empapado en sudor, levanta los brazos y dice: “¡Diablos, nunca me había costado tanto subir un refrigerador!” El otro, con cara de asombro, le pregunta: “¿Y es subiéndolo que estamos?” 

El caso del primer mandatario dominicano con el problema haitiano es muy parecido a este chiste. No hay foro internacional donde el presidente Abinader se presente sin hablar sobre la necesidad de que organismos y potencias internacionales presten atención a la precaria y peligrosa situación de Haití, al punto que hemos dicho que en algunas ocasiones él parece más un canciller haitiano que el ejecutivo de nuestra nación.

Sin embargo, apenas se disipan sus palabras, siempre surge un funcionario o periodista haitiano criticando a nuestro gobierno y culpando de todos los males históricos que ha padecido ese conglomerado humano. El guión se repite automáticamente.

En el periódico Le Nouvelliste, uno de los principales diarios del vecino país, apareció el 10 de octubre de 2024 un artículo firmado por el periodista Jean Pharès Jérôme, titulado «La respuesta a los dominicanos debe ir más allá de la indignación», criticando las deportaciones de ilegales en la República Dominicana.

En uno de sus párrafos, Jérôme afirma: «Ninguna decisión del gobierno de Luis Abinader contra Haití debería sorprendernos. El jefe de Estado dominicano siempre ha demostrado su rechazo a los haitianos».

Haitianas en Santo Domingo

Mentira

Esto es una burda mentira. El país más solidario con los haitianos ha sido tradicionalmente la República Dominicana hoy, con el presidente Luis Abinader a la cabeza, lo cual lo reiteró en la pasada Asamblea de la ONU cuando dijo, entre otras cosas, que “la estabilidad en Haití es necesaria para la seguridad regional”. Esa solidaridad se ha mantenido en todo el cuatrienio de la gestión del presidente Abinader.

Paralelamente a los editoriales de Le Nouvelliste, la canciller haitiana, Dominique Dupuy, la semana pasada acusó a la República Dominicana ante Human Rights Watch (HRW), la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Departamento de Estado de Estados Unidos por supuesta «expulsión masiva y discriminatoria» de haitianos.

Ilegales

Utilizando los números que manejan diferentes instituciones como son: Gobierno Dominicano, Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Naciones Unidas y varias Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) nos dan un promedio de que 150,000 haitianos entran ilegalmente a la República Dominicana y no en tránsito como sucede con las caravanas que se mueven por todo Centroamérica y México camino a los Estados Unidos.

Estos emigrantes llegan a quedarse en nuestro país de manera ilegal y para peores, con el extremadamente alto índice de fecundación que tiene las mujeres haitianas, 2.8 hijos por mujer, el mayor del continente americano, si nosotros no establecemos un programa de deportación de ilegales, por más tímido que este sea, en una generación la mayoría de los niños nacidos en nuestro país serán de padres haitianos.

Lo que no menciona la canciller es que esos deportados son haitianos ilegales que, al no recibir servicios en su país, ven a la República Dominicana como su tabla de salvación. Envían a sus hijos a las escuelas quisqueyanas con el único propósito de que puedan desayunar y almorzar en los centros educativos nacionales, donde se les provee alimentación y estudios sin ningún tipo de discriminación.

Además, lo que aviesamente calla la canciller es que nuestros hospitales están llenos de parturientas haitianas que la única atención médica que reciben en todo su periodo de gestación, la obtienen exclusivamente de personal médico dominicano en el momento del parto. Esta situación ha impactado negativamente en las estadísticas dominicanas de mortalidad materno-infantil.

Desde 1804, cuando Haití se liberó de la esclavitud a la que los franceses los habían sometido, hasta hoy, los haitianos han atribuido sus vicisitudes a los dominicanos y no a los galos, como debería ser.

Lo que los dominicanos no logramos entender es ¿por qué, si somos tan malos, los haitianos migran a la República Dominicana sin ninguna documentación, se quedan ilegalmente y luego exigen que se les otorgue la ciudadanía dominicana? Aun en contra de su propia constitución, la cual establece que un hijo de haitianos es haitiano, sin importar el lugar de nacimiento.

En su obsesión por ser dominicanos, los haitianos invadieron la parte oriental de la isla en 1822 y gobernaron durante 22 años, intentando unificarnos con ellos. Sin embargo, el 27 de febrero de 1844, bajo el liderazgo de Juan Pablo Duarte y los trinitarios, apoyados por un pueblo decidido a no perder su identidad, cultura y libertad, expulsaron a los invasores a sangre y fuego.

Este sentimiento sigue vigente hoy. Nunca olvidaremos las palabras de nuestro Padre de la Patria, «Nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla». 

Presidente Luis Abinader, ya no insista. Los haitianos no quieren ni subir ni bajar, sino todo lo contrario. Es tiempo de soltar ese refrigerador.

CarlosMcCoyGuzman@gmail.com

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Nicodemus
Nicodemus
29 minutos hace

excelente como siempre, senor maccoy!

Miguel
Miguel
54 minutos hace

claro y contundente….