Las degeneraciones humanas

La psiquiatría es el arte de enseñar a la gente cómo mantenerse en sus propios pies mientras descansan en divanes. Sigmund Freud

El psiquiatra italiano Sergi, en una de sus últimas publicaciones: Les dégénerations humaines, (Bibliotheque scientifique intern., 1888, Milan), sitúa a los criminales en la grafía de los disolutos, consiguiendo decir que son el sucinto de todo ocaso; la manifestación de la criminalidad es variada y disímil, desde sus requisitos más faltos a los más marcados, como desde sus ruinas físicas a sus condiciones psíquicas.  

Según él, no precede anomalía, enfermedad u otra nota de decadencia física y mental, que no se hallen en el criminal.

Es no obstante advertir que el maestro Sergi cimienta su noción de la degeneración y de las causas que la originan, sobre el principio darwiniano de la supervivencia, uno  de los elementos principales de la lucha por la  existencia.

Él reveló esta constancia aún entre los débiles que no fallecen todos; los débiles sobrevivientes se complacen, sin embargo, con dominar una situación inferior, y son, en su resultado, seres imperfectos ligados con aquellos que atiborran un lugar normal, es decir, los hacendosos.

Las circunstancias externas de la decadencia se hallan en el entorno, tanto físico como social. Entre las causas internas, precisa mencionar la herencia.

Si la degeneración no atribuye situaciones externas contiguas,  revela herencia: y si ni la una ni otra se manifiesta de un modo aparente, otras condiciones habrán de hallar en el medio social y en el curso de la vida individual, que influyan sobre la decadencia del carácter psicológico, hasta producir una caída final en las circunstancias somáticas;

 por lo demás, dice el maestro Sergi, no hay en las relaciones sociales una circunstancia por ínfima que sea, que no ejerza una influencia fatal sobre la conducta.

Afirmando que el criminal es un degenerado, prosigue SERGI, no hemos hecho otra cosa, que emplear una expresión básicamente genérica para la etiología del crimen; sosteniendo que existen causas exteriores e interiores que ocasionan la degeneración en que cae el delincuente, solamente hemos formulado una noción general que puede aplicarse igualmente a las restantes categorías de degenerados no criminales.

Y faltando otras pruebas, se encontrará una de gran valor en la transformación de los procesos psíquicos morbosos por medio de la herencia en virtud de la cual el crimen, la locura y el suicidio se hallan íntimamente unidos entre ellos.

Los criminales y los locos pueden descender de individuos propensos al suicidio; los locos pueden engendrar criminales y suicidas; los criminales en fin, pueden ser padres de suicidas y de locos; frecuentemente sin tipo específico de enfermedad mental, ni de criminalidad.

Esta forma cíclica, hereditaria, da cuenta de los hechos y de sus condiciones, acerca de las cuales se discute para la interpretación de la naturaleza de la criminalidad. Es excesivamente raro hallar en la anamnesis de un delincuente una herencia morbosa que no sea del crimen, del suicidio, de la locura o de cualquiera otra afección morbosa afín, por ejemplo, a la epilepsia, al idiotismo o a sus congéneres. 

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JPM