La propuesta de Bosch
| No creo ni imagino que en República Dominicana ocurriría los mismo que en Brasil o Venezuela, lo que digo y afirmo es que como en toda América Latina, aquí también se observa un resurgimiento del poder oligárquico, que se presenta como contrapeso a iniciativas de corte progresista que se proyectan desde el Gobierno.
Un enorme capital rentista pretende realojarse en el tuétano de la economía, lo que impediría la expansión del tejido reproductivo de una burguesía con ferviente vocación y deseo de participar en la generación de riquezas en alianza con el Estado y los trabajadores. Ese sector oligárquico ha retornado para tratar de impedir, deformar o retardar la urgente e imprescindible revolución social que encamina o desea encaminar la administración del presidente Danilo Medina, y que se expresa en una redistribución justa del ingreso público. Junto al anuncio de la Junta Central Electoral sobre el boletín definitivo con los resultados de las elecciones de mayo 15, resonó el resabio del presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), quien denunció que el sistema electoral colapsó y que aquí no hay institucionalidad. Ese exabrupto parece vinculado a la derrota sufrida por el partido que serviría de sostén político al resurgir del frente oligárquico que no quiere reformas mayores en los ámbitos de la industria eléctrica, fiscalidad ni en otras estructuras básicas para impulsar equidad social. A lo que todos debemos aspirar es a una sociedad de oportunidades, no de privilegios ni de exclusión, en la cual prevalezca como dinamo o motor de la economía el capital productivo que genere empleo y calidad de vida, y no el que se emplea en tesorería o en iniciativas oligopólicas con exclusiva intensión rentista. El país requiere de un empresariado audaz, sensible que sirva de sostén a un régimen social de derechos y un Estado de Bienestar que redistribuyan el ingreso y la riqueza y eleven los niveles de todos los indicadores humanos, lo que supone también conjurar la pobreza extrema y la marginalidad social. Hace más de 40 años, que Juan Bosch propuso un Frente Anti oligárquico, que supone una lianza estratégica entre un empresariado progresista con todas las organizaciones que operan en la planta baja de la pirámide social para evitar que el capital rentista reedite el tipo de capitalismo salvaje del que habló Juan Pablo Segundo. Aunque la burguesía nacional ha experimentado un significativo avance desde los tiempos cuando el país era propiedad de los terratenientes, grandes comerciantes y banqueros, todavía carece de la fortaleza necesaria para impedir que grupos oligárquicos se alcen con el santo y la limosna. A partir del pronunciamiento del presidente del Conep y de la clara intervención del liderazgo del alto empresariado en actos de manipulación política, económica y social, la propuesta de Bosch, recobra vida. |

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